Algunos se preguntarán qué hace ese grupo que, callados, se reúnen en corrillo un jueves de cada mes en la plaza del General Loma. Así durante nada menos que 10 años en hasta 120 ocasiones. Con esa llamativa 'performance', los alrededor de 70 integrantes que ... forman Círculos del Silencio vienen denunciando todas aquellas injusticias que tenemos a pie de calle, pero a las que pocos se atreven a siquiera dirigir su mirada. En cada mano en posición petitoria, en cada familia extranjera que se da media vuelta nada más entrar a la inmobiliaria o en cada tiritar de una mujer sola en un polígono ahí están ellos. Para pedir, sin descanso, que estas situaciones no se olviden y que ni los alaveses anestesien sus conciencias ni las instituciones hagan abandono de sus funciones más sociales.
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Frente a la carestía económica y moral, estos inconformistas vitorianos ponen su mano tendida a los más necesitados. «Es importante tener en la vía pública un espacio para reflexionar durante 30 minutos sobre las condiciones de vida en las que se encuentran muchas personas de nuestra ciudad», reivindica Juncal Durand, portavoz de la asociación.
El pasado jueves celebraban sus bodas de 'aluminio'. Para festejarlas, antes de su ya tradicional quedada junto a 'La Mirada' de Agustín Ibarrola, tuvieron un concierto en la sede de Berakah a cargo de la compositora navarra Salomé Arricitiba, autora del 'himno' que ha pasado a ser un infalible de sus concentraciones.
Esta singular organización, que nació en Francia en 2007 por iniciativa de los monjes franciscanos de Toulouse, ya está presente en más de 500 ciudades europeas. En el tiempo que acumulan de presencia en la capital alavesa «hemos denunciado situaciones verdaderamente impactantes que nos hacen, por un lado, valorar lo que tenemos y, por otro, luchar por la dignidad de todas las personas».
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Y no son pocos los logros que se han ido consiguiendo. Con la crisis de 2008, el foco estuvo en la falta de alimentos. «Poco a poco se ha ido mejorando con el Banco de Alimentos». También, presumen, la presión social ha ayudado a que los plazos para cobrar la RGI se hayan acortado. «Antes se tardaba ocho meses, ahora son dos». Las becas escolares han estado en su mira. «Se solía cobrar en marzo o abril cuando el comedor empieza en septiembre».
Hoy el tema más «sangrante», apunta Juncal, es la falta de vivienda. «Los alquileres están inalcanzables. Una habitación, en condiciones a veces lamentables, se paga a casi 400 euros. Se piden fianzas de varios meses que la gente no puede adelantar y, además, se aumentan si son migrantes», denuncia esta activista que detecta hipocresía con la crisis de los refugiados. «¿Por qué tratan mejor a los que vienen de Ucrania o Siria que a los que vienen en patera? A ellos se les niega el acceso al alquiler y, al no tener padrón, parece que son invisibles».
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No obstante, de la lacra de la que más se duele es la de la prostitución. «Es el tema que se ha quedado en el tintero. Queremos sacar de ahí a esas mujeres que lo hacen por necesidad y que la Diputación elabore un protocolo específico para reintegrarlas. En este tema no están haciendo nada, para ellos parece que son trabajadoras como una limpiadora de un portal», recrimina.
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