Violencia de género en Vitoria
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Violencia de género en Vitoria
«Vas a dejar de hablar con tu amiga y no volverás a trabajar o te mato»«Vas a cambiar de teléfono. Esta vez tu teléfono sólo lo va a tener tu familia y yo. Vas a dejar de hablar con tu amiga. No vas a volver a trabajar. Como no hagas todo esto te voy a matar. Tu casa me ... da igual, soy capaz de quemar la vivienda». Estas amenazas condensan el régimen de terror padecido por una vitoriana a lo largo de tres años. Su agresor era su pareja sentimental. Un hombre que ayer abandonó la Audiencia Provincial de Álava condenado por cinco delitos.
En esta ocasión, el procesado se arriesgaba a una pena de más de 15 años a la sombra por sus desmanes tras la puerta de su hogar. El acuerdo previo entre su abogado y las acusaciones se saldó con una sentencia de conformidad de última hora. Minutos antes de arrancar la vista oral consignó 16.198 euros en la cuenta del juzgado. Ese dinero se destinará íntegramente a su víctima, su expareja sentimental. Una vez en sala admitió su culpa y, a cambio de su confesión y la transacción económica, le condenaron a una pena global de cuatro años, cuatro meses y quince días de prisión.
Tampoco podrá acercarse o comunicarse durante los próximos 14 años con quien fuera su pareja en la capital alavesa. El acuerdo, que fue leído en la sala principal del Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz, incluye además 115 días de trabajos en favor de la comunidad, 9 años de inhabilitación para empleo que entrañe contacto con menores y 5 años de libertad vigilada cuando salga de prisión, una restricción de movimientos.
Los magistrados Francisco García Romo, Elena Cabero y Ana Zulueta dieron validez a este pacto en el último suspiro. De hecho, el juicio arrancó con retraso porque el acusado bajó a una sucursal bancaria a consignar el dinero de la indemnización. Este hombre de mediana edad aceptó los cargos de agresión sexual con acceso carnal, maltrato físico y psicológico habitual, un delito leve continuado de amenazas, otro de coacciones leves, así como maltrato no habitual.
Su relación sentimental con la víctima se prolongó entre febrero de 2019 y agosto de 2022, aunque ambos mantuvieron contacto «hasta octubre de ese año». Durante todo ese tiempo en el que convivieron, el ahora sentenciado ejerció contra ella «de forma sistemática un ejercicio de violencia física, psicológica y ambiental, y estableció una situación de dominio mediante un férreo control de su pareja a la que vigilaba continuamente a través de diversas aplicaciones instaladas en su teléfono móvil», según la Fiscalía de Álava.
Se trató de un auténtico régimen de terror. Leía sus conversaciones, le hacía videollamadas y le mandaba mensajes de manera «constante». Además, resultaba «frecuente que se enfadara por celos». A partir de ahí le pellizcaba, mordía, tiraba del pelo o le agarrara fuertemente. También proliferaban «las patadas y puñetazos».
Por si fuera poco, la investigación previa al juicio descubrió que rompió mobiliario y enseres de gran valor sentimental para esta mujer. Entre ellos, «regalos y fotos de su matrimonio anterior». Como si no pudiera soportar que ella tuviera un pasado.
Una jornada, con el noviazgo ya finalizado, él acudió al domicilio de esta mujer y le agredió. En ese momento recibió «una llamada de la Policía», pero el hombre la conminó a que dijera a los agentes que vivía en otro lugar para que no pudieran localizarle. Luego le amenazó. Una y otra vez. «Vas a cambiar de teléfono. Esta vez tu teléfono solo lo va a tener tu familia y yo. Vas a dejar de hablar con tu amiga. No vas a volver a trabajar. Como no hagas todo esto te voy a matar. Tu casa me da igual, soy capaz de quemar la vivienda», le dijo.
Ayudado por ese temor que infundía en la víctima le forzó sexualmente. A consecuencia de este calvario, su expareja ha necesitado seguimiento psicológico especializado y tratamiento médico y farmacológico para superar esta pesadilla a manos de la persona con la que había decidido compartir su existencia vital.
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