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Aprovechó una fiesta en casa de su madre durante la desescalada de la pandemia para drogar y abusar sexualmente de una de sus invitadas. La ... Audiencia Provincial de Álava cierra el año con un nueva condena por un delito sexual. En esta ocasión, según ha sabido este periódico, el señalado es un joven vecino de Vitoria, de 25 años, que con ésta suma su tercera pena por idéntica causa. De hecho acudió al juicio esposado, puesto que está preso fuera de Euskadi por otra causa. Por este «abuso sexual» cometido entre el 24 y el 25 de julio de 2021 le han impuesto ocho años de cárcel.
El peso de esa reincidencia se percibe en el tono de la sentencia del magistrado Jesús Poncela, avalada por sus compañeros Francisco García Romo y Elena Cabero. «En cuanto al hecho, diremos que el acusado no se limitó a aprovechar una situación que se encontró, sino que la provocó él, ofreciendo a la víctima unos fármacos cuyos efectos conocía, a fin de anular su voluntad, y lograr sus propósitos». Fue un acto «de depredación sexual», determina el texto legal, que puede recurrirse al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.
La reunión en un bloque de Zabalgana se estiró durante más de doce horas. Hubo alcohol, porros y Lormetazepam (medicamento que favorece el sueño). Según declararon varios de los asistentes, el ahora condenado «insistió a las chicas con las pastillas». Cuando la víctima las tomó «empezó a sentirse mal, pidió descansar y él la acompañó» a un dormitorio. Los presentes empezaron a oír jadeos. Abrieron un segundo la puerta «por curiosidad y le vimos a él encima, diría que en perfectas condiciones, mientras que ella estaba como tirada, sin decir nada». Nadie la auxilió. Por la reunión pasaron varios jóvenes. Entre ellos, una menor fugada de Sansoheta (un antiguo centro de la Diputación de Álava cerrado por un escándalo sexual).
La denunciante, de 19 años en el momento de los hechos, manifestó en la vista oral no acordarse de apenas nada debido a que tomó las dos pastillas ofrecidas por este chico. «Lo siguiente que recuerdo es despertar en una cama y él encima de mí. Estábamos los dos desnudos». Cuando abandonó la vivienda dio la voz de alarma.
El organizador de la fiesta acabaría detenido. Durante la fase de investigación mantuvo dos versiones. Primero no quiso declarar. Luego negó cualquier contacto sexual. En el juicio, en cambio, habló de «sexo consentido» y hasta se presentó como la víctima. Acusó a sus invitados de causar destrozos por valor de «5.000 euros» en la vivienda de alquiler social de su madre.
El alegato le valió de poco. El fallo manifiesta ahora que «en cuanto al culpable, diremos que ésta no es la segunda, sino la tercera condena impuesta por un delito sexual. Con posterioridad a estos hechos fue condenado por este mismo tribunal por haber violado a una chica en un portal año y medio antes de que hiciera lo aquí enjuiciado. Este es el respeto por el consentimiento sexual que muestra el acusado, en lo que ya es una tendencia en él, no un hecho puntual».
El fiscal Josu Izaguirre y la letrada de la acusación particular, Hane Lore King, pedían diez años de cárcel. La Audiencia ha determinado que sean ocho por un «delito de abuso sexual con acceso carnal por vía vaginal con la agravante de reincidencia».
Respecto al daño moral, la víctima afirmó en la vista oral que, tres años después, «no se encuentra bien». Hasta hace un año estuvo en tratamiento psicológico. Le cuesta salir a la calle, dejó los estudios, siente vergüenza. Así, la responsabilidad civil ascenderá a 15.000 euros, que este joven nacido en la República Democrática del Congo en 1999 no abonará al ser «insolvente».
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