El 27 de enero de 1945 fue un día de esperanza y horror. Por una parte, el ejército soviético liberaba el campo de exterminio de Auschwitz pero, a la vez, las aberraciones a las que eran sometidos los prisioneros y las condiciones infrahumanas en que ... habían sobrevivido algunos de ellos excedían incluso la expresión infierno en la Tierra. Se calcula que 1,1 millones de personas (casi un millón eran judíos) murieron asesinadas de una u otra forma en el complejo que recibía a sus víctimas con el lema 'El trabajo libera'.
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El próximo viernes, en esta fecha declarada por las Naciones Unidas Día del Holocausto, la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa acogerá un particular homenaje artístico a quienes sufrieron esos horrores, con la voz de Ángela Serna y la danza de Marina Ruiz (19.00 horas, entrada libre). «Para que llegara a la gente tenía que ser más que una lectura, tenía que salir de otro lugar. Hay dureza, pero por respeto tampoco vamos a suavizarlo. Pensamos que va a ser una pieza bella. Las coreografías de Marina son preciosas», apostilla Itziar Rekalde, directora artística de la propuesta escénica, bautizada 'In Nomine Auschwitz'.
Rekalde explica que «le llegó a Ángela Serna esta antología de poesía en torno al Holocausto en Auschwitz, escrita por poetas que estuvieron en el campo. Algunos murieron allí y otros, sobrevivieron». Durante más de 25 años, el escritor y editor Carlos Morales del Coso –con el apoyo de diversos traductores– confeccionó este impactante poemario, publicado en 2022. La coordinadora de Cita con la Poesía quiso aprovechar la ocasión para impulsar una propuesta que unirá humanidad, belleza, palabra, movimiento y memoria, entre muchas otras cosas.
Por algo Serna propuso a sus compañeras crear una pieza escénica y no un recital. Ya tenían el visto bueno de Morales del Coso, pero es que el libro tiene más de 500 páginas y obras de 65 poetas. «Cada uno lleva el asunto a su terreno, así que hacemos bloques temáticos, también para generar una especie de relato conjunto, una pieza cerrada», recuerda Itziar Rekalde.
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Desde ahí, eligen 22 poemas, de los que finalmente aparecen 13 de manera íntegra en la obra. «Ángela tiene un gran criterio y mucha experiencia en la divulgación poética, así que ella decide, por contundencia y calidad», detalla Rekalde. «Había que tomar decisiones, para no alargarlo muchísimo, así que el resto sonará en 'off' o en fragmentos», junto a cuatro creaciones coreográficas de Marina Ruiz.
En cuanto al recuerdo de lo que, ni de lejos, jamás debería volver a suceder, el movimiento, el sonido y la palabra son elementos que se conjugan muy bien en el ámbito de la memoria. «Había que crear una dramaturgia que fuera coherente para nosotras, aunque cada persona percibe luego las cosas de manera diferente», matiza la actriz, poeta y escritora.
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Junto a sus compañeras, plantea «un recorrido desde que las personas salen de los guetos hasta los 'afortunados' –si se les puede llamar así– que consiguen salir después de pasar por este infierno», para terminar esos cerca de 50 minutos con «una ventana a la esperanza».
Pero tampoco pierden de vista Serna, Ruiz y Rekalde «los campos de concentración que están funcionando ahora mismo, con los refugiados en Grecia o Turquía. O Guantánamo y todas esas guerras activas», ejemplifican para destacar su interés por despertar conciencias. «Por desgracia, son circunstancias que se pueden extrapolar a cualquier momento de la Historia», remata la directora de escena.
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