Más que con aplausos, la nueva alternativa que ha salido a escena para la reforma del Teatro Principal –que contempla demolerlo y unirlo al vecino edificio Ópera para crear un gigante escénico de más de 40 millones de euros– ha sido recibida con una reveladora ... frialdad. Los grupos de la oposición no han tardado en mostrar sus reservas, lo que está dentro en el guión de lo previsible. Pero el caso es que hasta el propio equipo de Gobierno PNV-PSE ha acogido este nuevo planteamiento con más cautela que entusiasmo. En el fondo, a nadie parece convencerle.
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Tanto desde Cultura como desde Territorio (las dos áreas municipales que pilotan la operación de reforma del centenario teatro) se circunscribe el nuevo planteamiento que el pasado domingo adelantó EL CORREO ni más ni menos a lo que es: una opción, otra más, que «hay que analizar con detenimiento». «Tenemos cuatro alternativas posibles sobre la mesa, pero todavía no hay una elección de una u otra», evidencia la teniente de alcalde y concejala de Territorio, la peneuvista Ana Oregi, que, ante las dudas surgidas, ha querido mostrar su «compromiso a reformar este espacio tan querido por los vitorianos». «Ahora se están analizando las implicaciones urbanísticas que tendría cada una de las alternativas y con toda la información necesaria se podrán tomar decisiones fundadas y con criterio», abunda Oregi.
En la misma línea, la titular de Cultura, la socialista Estíbaliz Canto, valora la nueva opción como «una oportunidad a analizar con calma, detenimiento y sosiego». «La que tenemos delante es una decisión que puede tener trascendencia en las próximas décadas y hay que estudiarla», insiste la concejala, que no obvia que se abriría de optar por esta cuarta opción, algo que, a día de hoy parece harto complicado. «Se requeriría un plan (urbanístico) específico para el teatro», destaca la edil; una hipotética modificación del Plan General que necesitaría el apoyo de otro grupo para salir adelante. Y, hoy por hoy, a ningún grupo de la oposición parece seducirle demasiado la macrooperación, sin precedentes, que plantea la consultora Idom para aprovechar cada centímetro de la manzana de San Prudencio para un coloso escénico de 1.200 butacas, dos escenarios, cafetería y espacios verdes y que costaría hasta cuatro veces más de las tres opciones que hasta ahora se habían barajado.
El de la oposición ante esta alternativa es un escepticismo de distintas gamas. Desde la más tenue de EHBildu y Elkarrekin Podemos, que llaman a buscar una fórmula de consenso, a la más saturada, la del rechazo frontal, del Partido Popular, que califica la nueva propuesta de «Urtaranada». «Basta de vender propuestas irrealizables y utópicas para el teatro, Urtaran nos lleva mareando seis años sin hacer absolutamente nada», critica la portavoz conservadora, Ainhoa Domaica, que insta al equipo de Gobierno a «dejar de vender castillos en el aire» y a centrar sus esfuerzos en «hacer de una vez por todas la reforma urgente y realista que necesita el teatro».
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«PNV y PSE siguen trabajando desde la unilateralidad a la hora de diseñar un proyecto necesario para todos», censura por su parte Xabier Ruiz de Larramendi, encargado de Cultura de EH Bildu, para el que esta alternativa «parece más pensada para esconder el fracaso de Urteim (propietario de las lonjas vacías de la manzana de San Prudencio y, a la postre, artífice de la frustrada operación comercial que allí se planteaba) que para impulsar el Principal». «Hay que valorar todas las necesidades que vamos a tener en los próximos años antes de acometer una inversión tan importante que puede hipotecar las arcas municipales», destacó por su parte Garbiñe Ruiz Noriega, de Elkarrekin Podemos.
A falta de leer la 'letra pequeña' de la nueva alternativa que, a instancias del Ayuntamiento, la consultora Idom ha presentado para unir el Ópera con el Principal, los arquitectos alaveses ya se han forjado una primera impresión. Y no es del todo benévola. «Es insensato demoler el interior del teatro a la italiana y mantener las fachadas, sin ningún interés 'como memoria visual' (esto es lo que, literalmente recoge el estudio). Es una sandez», censura el vocal de Cultura del COAVN, Ekain Jiménez.
Jiménez, que, no obstante, encuentra «positivo que al fin se acometa una obra con ambición y con presupuesto, aprovechando los dos edificios», sugiere al Consistorio vitoriano «convocar un concurso de ideas para que equipos de reconocida solvencia planteen qué es lo más apropiado y cuál es el programa que mejor encaja». «Y este es un proyecto que necesita financiación del Gobierno vasco, que en el ámbito de los equipamientos culturales, no ha hecho otra cosa que ningunear a Gasteiz», remacha.
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