Uno no siempre encuentra las respuestas que busca en un informe. Vitoria se ha llevado sonados bofetones (sobre todo económicos) que han frustrado soluciones que perseguía desde hace años. Y es que en ocasiones la solución soñada y las posibilidades reales son lo más difícil ... de conjugar. El caso más reciente es el informe que el Ayuntamiento solicitó al Gobierno vasco para analizar un posible gautxori de tranvía de forma permanente. El estudio lo desaconseja por considerarlo «poco ventajoso» para la ciudad. Sin embargo, no es el precedente más representativo del último lustro.
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El Ayuntamiento se propuso hace cinco años desenredar el nudo de América Latina, donde coinciden a diario miles de coches, el tranvía y ahora también el BEI. El equipo de gobierno (PNV-PSE), entonces encabezado por Gorka Urtaran, solicitó un análisis de la viabilidad y el coste del soterramiento de la rotonda. La factura ascendía a 30 millones de euros, antes de que estallara la pandemia y los últimos conflictos internacionales. Tras un breve tira y afloja por la financiación, rechazada por el Gobierno vasco al no tener el tráfico entre sus competencias, la capital alavesa tuvo que despedirse de la ambiciosa solución.
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Tampoco se quedaba atrás la opción de ampliar el Teatro Principal con la compra del edificio Ópera. El problema, además de la obligación de respetar el patrimonio y del derribo interior de ambos inmuebles, estaba (cómo no) en los costes. La operación para modernizar el primer escenario alavés se traducía en una inversión de 40 millones, muy lejos del presupuesto que manejaban las instituciones (cerca de 12 millones). De hecho, la solución definitiva para el teatro de San Prudencio es una restauración y modernización para mejorar el confort, la seguridad y la accesibilidad, además de mejorar el equipamiento para ampliar el abanico de las funciones que puede albergar.
Con todo, no son los únicos estudios que el Ayuntamiento ha recibido con una mueca de decepción. En otro intento de resolver el embudo del tráfico, el Consistorio destinó 60.000 euros a analizar la necesidad de una nueva carretera en el Sur u otras soluciones alternativas para descongestionar la zona de Iturritxu, más saturada tras la llegada del BEI. El mejor consejo que ofreció el análisis fue esperar al soterramiento del ferrocarril para que coches y trenes compartieran cajón. Sin embargo, no ofrecía respuestas inmediatas, más allá de introducir pequeños cambios en la ordenación de la circulación.
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