El antiguo patio de primaria es ahora la zona de obra. Jesús Andrade

Los alumnos del colegio de Legutio, obligados a dar clase «entre cascotes»

Las familias denuncian la «falta de planificación» en las obras de la escuela, que han obligado a improvisar aulas en el frontón o la biblioteca

Sábado, 30 de noviembre 2024, 00:18

Los alumnos del colegio público de Legutio se enfrentan desde el inicio de curso a unas jornadas lectivas atípicas e incómodas. El centro educativo Garazi, con aulas de Infantil y Primaria, está inmerso desde septiembre en unas obras de rehabilitación de 14 meses porque «precisa ... de una redistribución de espacios» para la que el Ejecutivo autonómico ha destinado 2.475.593,6 euros (sin IVA). El problema es que, según denuncian las familias, más de un centenar de chavales (se estima en 130 los afectados, principalmente de Primaria) están teniendo que dar clase «entre cascotes».

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«Están todos apelotonados en una sola planta y las obras impiden el acceso a siete aulas». Así que, como alternativa al polvo o las «vibraciones» que provoca la maquinaria pesada, durante tres jornadas de esta semana el profesorado se ha visto obligado a improvisar aulas en el frontón, el polideportivo o la biblioteca municipal.

En los pliegos del contrato se estipula que «la obra tendrá que ejecutarse mientras los alumnos están en el interior edificio, durante al menos un curso. Por lo que se diferencia distintas etapas para adaptar las necesidades de la obra con la compatibilidad de dar clases». Sin embargo, y pese a esas previsiones, desde el AMPA (Familia Elkartea) consideran que ha habido una «falta de planificación» y que, precisamente, esos trabajos («necesarios», por otra parte) «no están subordinados a las necesidades del alumnado» cuando «se tienen que pasear por el pueblo porque el ruido de una obra no les permite estar en clase».

Parte de los estudiantes de Primaria tuvieron ayer el recreo en la plaza del pueblo, próxima a la biblioteca donde dieron clase. J. Andrade

Se refieren, en concreto, a un episodio sucedido este miércoles cuando, aún durante la primera fase en la que se determina «que la seguridad de los alumnos en el interior está garantizada» -de acuerdo con el documento elaborado por el departamento de Educación- los obreros «metieron una excavadora y empezaron a derribar parte de las paredes» del primer piso, mientras se impartían las lecciones en el segundo. «Todo tiene un límite», claman las familias, que si bien destacan «la labor de toda la comunidad educativa», consideran que desde el Gobierno vasco deberían negociar soluciones. «Ningún dirigente político de Lakua permitiría que su txiki estuviera dando clase en estas condiciones», subrayan.

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Por otra parte, aseguran que «el contrato tiene cláusulas importantes que no se han cumplido», ya que «se esperaba que esos derribos se ejecutaran en el primer período vacacional del contrato (en agosto)» , pero la «grúa-pluma se instaló en septiembre cuando la escuela ya estaba en funcionamiento», lo que, a su juicio, provocará además retrasos respecto al cronograma inicial.

Conviven con polvo y ruido

El «límite» se rebasó con el derribo de varias paredes mientras los chavales estaban en el piso superior

Más de 2 millones de euros

El contrato sí estipulaba la convivencia entre clases y obra, pero en la práctica «no hay una adaptación»

Esperan soluciones de Lakua

Para que el asunto no se quede en una mera reivindicación, en los próximos días emitirán una queja formal al área que dirige la consejera Begoña Pedrosa, que ha acudido a ver la reforma y a escuchar de forma presencial sus quejas. Así que confían en que se les ofrezca alguna alternativa.

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Si bien consideran que las soluciones las debe acordar en última instancia la escuela (que «ya ha asumido la mudanza de todo el mobiliario»), solicitan como mínimo que «las obras coincidan el menor tiempo posible en el horario lectivo, que haya una supervisión de seguridad y más calma en las horas de entrada y salida». Además, piden a la adjudicataria que «se planifiquen las intervenciones y se avise al equipo directivo con, al menos, una semana para que se puedan modificar las clases que coincidan con las intervenciones más ruidosas».

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