La última transformación del alcalde de Ribera Alta

Gallego se muestra orgullosísimo del show cómico-musical que le ha permitido subirse a múltiples escenarios e incluso participar en dos ediciones de las fiestas de La Blanca, pero sus entallados vestidos picarones y el abundante maquillaje permanecen encerrados en el armario después de que las restricciones por el Covid le obligasen a bajar el telón. Un personaje que no retomará mientras permanezca en el cargo porque -insiste- no quiere que el transformismo tape esas capacidades políticas que le han servido para que Berganza le señalase como su sucesor.

Este vitoriano aterrizó en el concejo de Hereña en julio de 2014 y «sin buscarlo ni pensarlo» sus vecinos le eligieron tres años después como presidente de su junta administrativa. «El todavía alcalde de Ribera Alta me propuso ir en las listas del PNV en las últimas elecciones por mi forma de gestionar algunos problemas de convivencia que existían en el pueblo y por cómo los encaucé», explica Javier Gallego. «La junta vecinal del partido me ha elegido por unanimidad y yo estoy encantado, aunque nunca me postulase para suceder a Jesús (Berganza)», comenta.

«Yo jamás me escondo y 'La Polaca' ha sido uno de tantos papeles que he interpretado, tal vez el más llamativo, pero hay que aprender a separar los diferentes ámbitos de la vida de una persona. Durante doce años he desempeñado un papel humorístico como actor y ahora me toca hacer feliz a la gente de una forma muy distinta, que supone solucionar sus problemas y defenderles desde las instituciones. Soy simplemente alguien con muchas facetas distintas», relativiza el próximo alcalde de Ribera Alta, que llega al cargo con evidentes ganas de cerrar proyectos «muy ilusionantes» que su predecesor había impulsado pero no ha conseguido rematar.

Promete que su nuevo cargo institucional no rebajará ni un ápice su carácter de «firme defensor de los derechos de las personas LGTBI» que «si bien muchas veces no se visualiza en la zona rural está muy presente». «Yo me muestro tal y como soy a todas horas del día, lo que ha servido para romper el hielo, aunque no quiero ir de abanderado de nada», destaca Gallego, quien rechaza que su nombramiento como alcalde se aleje del prototipo habitual entre los regidores. «Mis padres me inculcaron que no me comparase con absolutamente nadie y que intentase hacer lo mejor posible lo que hiciese», zanja.

Al cumplir 65 años, Berganza ha decidido jubilarse de la política y que «entre aire fresco» en el Consistorio. «No me iba a pasar un siglo dándole vueltas a la rueda. Llevo 22 años en el Ayuntamiento y me gusta ser alcalde, pero me quiero retirar. Muchos piensan que las cosas no van a salir adelante cuando dejen el puesto, no es mi caso. Llevo desde 1999 y no soy imprescindible», confiesa el todavía alcalde, que seguirá una temporada al volante de su taxi rural hasta que la «situación con el Covid se despeje un poco» y alguien muestre interés en cubrir ese servicio que es «imprescindible» para la zona.