Alaveses en el submundo de las peleas clandestinas

Ésta es la mecánica de KOTS (acrónimo en inglés de Reyes de las Calles), una competición de peleas clandestinas que ha alcanzado notoriedad en las redes sociales a nivel europeo. No se permiten guantes ni cascos, tampoco hay asaltos. Esto va de que dos contendientes entran al ring y sólo uno sale en pie.

Se sabe que los primeros combates se sucedieron hace más de un año en una fábrica abandonada de la localidad sueca de Alvangen, a treinta kilómetros de Goteborg. Aquel arranque marginal ha mutado a fenómeno viral gracias a una atractiva web y una atinada estrategia publicitaria en internet, que por supuesto obvia los riesgos asumidos por los participantes. No hay ningún médico en la sala.

Pese a ello, ya se han liado a puñetazos y patadas casi un centenar de aspirantes procedentes de toda Europa, seducidos por un formato que recuerda a conocidas películas como 'El club de la lucha' o 'Snatch, cerdos y diamantes'. Al principio casi exclusivamente eran hooligans de fútbol. El abanico se ha abierto a boxeadores y expertos en diferentes artes marciales.

Dos alaveses han participado ya con suerte dispar. Uno, de apellido Estebanez, derrotó en menos de tres minutos a un húngaro anunciado como V. El segundo, Guda, cayó en un duelo celebrado en territorio vasco contra el ultra del Real Madrid Fran Suárez, a quien hace tres años noqueó el vitoriano Nacho Mendoza por el nacional de superligeros de boxeo.

Ninguno de los dos alaveses ha querido hablar para este reportaje. Les apadrina una marca de ropa deportiva desde la que indican que «es cierto que algunos de nuestros patrocinados han participado en este evento, como en otros, pero desconocemos cualquier detalle». Curiosamente figuran como sponsor en una de las peleas con presencia vitoriana.

Los duelos se ofrecen en «streaming» previo pago de un mínimo de 15 euros. Y hay truco; la mayoría de los duelos se celebró semanas atrás. La ubicación se mantiene en secreto, pero la Policía sueca, a preguntas de este periódico, apunta a enclaves «cercanos a Goteborg». Hasta la fecha no han actuado. «No es fácil decidir si hay un componente delictivo cuando las personas están de acuerdo en participar», alega una portavoz. Se supone que hay una bolsa económica en juego que va íntegra al ganador.

KOTS, que no ha respondido a este periódico, ha pulido su imagen en los últimos meses. «Su web está muy currada, se nota que hay mucha inversión detrás», examina el hacker ético Jon Mikel Parrilla. Hasta venden camisetas, a 39 euros la unidad.

Algunos creen que ese lavado de cara sólo busca ampliar su audiencia y, por extensión, el negocio montado. Babak Ahsti es el presidente de la federación sueca de artes marciales mixtas. Hace tiempo que reclama una actuación rotunda de las autoridades policiales. «Este evento destruye todo lo que crea el deporte. Estamos en continuo contacto con la Administración de mi país para intentar atajar esta situación», subraya desde la capital nórdica. Como medida de presión, su entidad ha dejado de trabajar con la principal marca deportiva que patrocina estos combates secretos.

Su empeño no está dando frutos. Más bien todo lo contrario. Martes. 18.58 horas. La organización de KOTS informa a sus 150.000 seguidores virtuales que busca un luchador «de 70 kilogramos». Dos horas después cuentan con un candidato. Escribe desde Centroamérica y se anuncia como excampeón mundial de muay thai.