La alavesa que se va de Erasmus con 82 años

Francisca Sanz viaja a Italia junto a otras alumnas de la EPA Paulo Freire dentro de un proyecto formativo de inclusión

Ania Ibañez

Domingo, 6 de abril 2025

Katamarka, la aventura de diez estudiantes del centro de educación de adultos EPA Paulo Freire de Vitoria, arranca hoy. Esta misma mañana se han embarcado ... en un avión rumbo a Pontedera, Italia, donde durante unos días van a ver cómo trabajan estudiantes como ellos en un colegio similar. En cuanto tomen tierra, participarán en las clases que se imparten en el centro italiano y sabrán de primera mano cómo funciona un interesante proyecto de aprendizaje que consiste en que los alumnos tejen redes comunitarias mediante su trabajo en la biblioteca local. Así resume el reto de su grupo Elena Montejo, profesora acompañante, que ve en este viaje una manera de «brindar una oportunidad nueva» a sus alumnas.

Publicidad

Y es que las beneficiarias de este Erasmus son chicas de diverso rango de edad y procedencia. La más veterana de todas es Francisca Sanz, una burgalesa de 82 años que tiene su historia con Italia, porque con tan solo 19 años se fue de vacaciones a Suiza y allí se hizo amiga de una italiana. Medio siglo más tarde se reencontraron pero no podían comunicarse, así que Francisca prometió aprender italiano y lo ha cumplido. Ahora sus hijas la llaman «señora del Erasmus» porque se apuntó de cabeza al proyecto.

Francisca Sanz de 82 años deja todo listo para irse a Italia . Igor Aizpuru

Patricia Asian, peruana de 47 años, también está ligada al país alpino porque tiene una tía que reside en Florencia. Llevan sin verse 10 años, así que llamarla para poder organizar un reencuentro fue algo muy emotivo. Está muy ilusionada. Por su parte, Asmae Bentounsi, nacida en Marruecos hace 25 años, está deseando viajar a Pontedera porque es 'influencer' y quiere plasmar esta aventura en su cuenta de Instagram, que tiene más de 11.000 seguidores. Y no será la única que tomará imágenes de todo porque Yohana Baena, venezolana de 45 años, estudió fotografía en la Escuela de Artes y Oficios antes de empezar a sacarse la ESO.

También cuentan con una deportista en la aventura. Anastasiia Yatseiko, ucraniana de 20 años, es campeona de Esgrima en Euskadi y compagina los campeonatos con sus estudios de español en Paulo Freire, al igual que su carrera de Cibernética y Programación en la universidad online.

Publicidad

Otra veterana es Amparo Latorre, de 67 años, que se apuntó a la EPA al jubilarse para estudiar informática e inglés. Se siente como una «jovencita» por poder irse de Erasmus, ya que nunca ha ido de colonias o de viaje de fin de curso. Y Blanca Yoldi, vitoriana de 58 años, dice también que este viaje «alucina» a sus amigos porque «lo ven como algo de gente joven». Pero hasta la alumna más pequeña, de tan solo 19 años, va a salir de España por primera vez gracias a Katamarka.

Rosmary Paul, tanzana de 45 años, lo siente «como un regalo muy grande» y es que se graduó de la ESO hace poco y ve esta oportunidad como si fuera su viaje de graduación. Rania Amir, marroquí de 20 años que completa este diverso grupo, también se ha graduado hace poco y ahora está estudiando inglés.

Publicidad

Gateando

El proceso de selección de estas diez alumnas no ha sido fácil ya que han tenido que pasar por tres pruebas distintas. Primero tuvieron que escribir 'katamarka', que significa gateando en euskera, en su lengua materna. Después escribieron una carta de motivación en la que tenían que describirse en pocas palabras. Por último, tuvieron que pasar una entrevista personal. Según explica, Olatz Fernández de Aguirre, otra acompañante, buscaban gente «involucrada en el proceso de aprendizaje».

Sacar adelante el proyecto Katamarka tampoco ha sido fácil, pero ha sido una ilusión para todos los involucrados. El nombre se propuso porque ven este Erasmus como un punto de partida para la construcción de una sociedad de convivencia y pluralidad. «La inclusión no es nada fácil», señala Ainize Foronda, una de las profesoras impulsora del novedoso plan, «e igual tenemos que desandar y empezar poco a poco», concluye antes de explicar que se han basado en la escucha, la empatía, evitar miedos y el equipo a la hora de crearlo.

Publicidad

Porque la diversidad y la inclusión son valores principales del EPA Paulo Freire, que empezó en 1982 con tres aulas prefabricadas y tres profesores. Hoy en día su trabajo se reparte por 11 centros diferentes: seis en Vitoria, cinco en Álava y uno en el centro penitenciario de Zaballa. En total imparten clases a 3.216 personas. Más de la mitad cursan enseñanza reglada, educación Primaria y Secundaria, mientras que el resto estudia enseñanza no reglada como clases de idiomas, informática o acceso a formación profesional de grado superior o a la universidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad