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Una «muy buena noticia para Álava». El visto bueno al desmontaje de la central nuclear de Garoña, ubicada unos 65 kilómetros de Vitoria, fue calificada así por parte del diputado general, Ramiro González. «Supone la certeza de que Garoña ya forma parte del pasado», apuntó. ... El territorio, como remarcó, «lleva años demandando el desmantelamiento efectivo de la planta». «Llegamos hasta aquí tras la insistencia de Álava y como consecuencia de la presión que se ha mantenido ante Madrid». Ahora, pidió el Jefe del Ejecutivo foral, «es importante que se cumplan los plazos y que los municipios alaveses cercanos a la central tengan el mismo trato que los de Burgos dentro del plan de reactivación».
En tono más crítico, el colectivo ecologista incidió en el almacenamiento de residuos. «La gestión del combustible gastado es uno de los aspectos más inquietantes del proceso, ya que se trasladará de las piscinas del reactor al Almacén Temporal Individualizado». «Nuclenor nos deja en herencia un cementerio nuclear, que a día de hoy tiene poco de 'temporal'». «Un cementerio improvisado para tiempo indefinido con los peligros que conlleva», censuró Alberto Frías, portavoz de la plataforma Araba sin Garoña hasta su disolución tras el cierre de la central.
La factura de 475 millones, reprocha el colectivo, «tras el paso de la titularidad de Nuclenor a Enresa empresa pública), supone que las labores de desmantelamiento se van a pagar del bolsillo común, de los presupuestos públicos, no de los beneficios obtenidos por Iberdrola y Endesa».
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