La nieve ha pillado este miércoles a Álava dormida. La madrugada cubrió el territorio con un manto de diez centímetros de espesor y, pese a que estaba anunciada desde hace varios días -se había decretado alerta naranja-, la situación no se pudo controlar hasta pasado el mediodía ... , cuando la temperatura comenzó a subir. El territorio quedó prácticamente aislado con el entorno hasta que cesaron las precipitaciones, pasado el mediodía, y las temperaturas registraron un repunte significativo que empezó a derretir el caos registrado en muchos puntos del territorio. La AP-68, que une Vitoria con Bilbao, y la A-1 hacia Pamplona permanecieron colapsadas durante horas con cientos de conductores atrapados en sus vehículos. La nevada -«rápida e intensa», según los expertos- cuajó sobre un firme que estaba «muy frío y seco» superando todas las expectativas institucionales.
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Poco pudieron hacer los 540 operarios y más de 120 vehículos especiales -de todo tipo, desde quitanieves a tractores o barredoras- desplegados por la Diputación alavesa y el Ayuntamiento vitoriano con el objetivo de controlar la situación. Los equipos arrancaron sus trabajos a partir de las tres de la mañana y, de manera escalonada, se fueron incorporando diferentes efectivos -funcionarios y contratados- para tener la red viaria lista para cuando la provincia se despertase. Algo que, a todas luces, no llegaron a completar.
ayuntamiento de vitoria
«No podemos controlar que se levante una ventisca y cubra la carretera», justificaba la directora foral de Infraestructuras Viarias, Marian Gutiérrez, quien subrayó que la AP-68 «está gestionada por una empresa privada» (Avasa-Abertis) que se debe encargar de mantenerla a punto «como seguramente han hecho». «Nosotros hemos desplegado lo máximo que podíamos», confiesa Gutiérrez, pese a la multitud de problemas registrados en las comunicaciones y el transporte que gestiona la Diputación alavesa.
«A muchos se les olvida lo evidente en estas situaciones. Ha nevado y la ciudad tiene que adaptarse al entorno», alegó por su parte el director municipal de Seguridad Ciudadana, José Antonio Anguiano, quien se encargó de liderar el dispositivo invernal en Vitoria, compuesto este miércoles por 417 personas y cerca de 40 vehículos. La ciudad no llegó a paralizarse pero sus calles acumularon nieve y hielo salvo en las vías principales y esto dificultó la vida cotidiana. Primero se intentaron despejar las conexiones con los polígonos y los centros escolares -ningún colegio cerró-, y a medida que transcurría la mañana se empezaron a atender a otras áreas. Esto provocó que las quejas de los vecinos se acumulasen reclamando mayor atención para su zona.
Las autoridades intentan quitar hierro al cierre temporal de los túneles de la calle Madrid, las caídas de al menos ocho viandantes o la decena larga de accidentes de chapa registrados en las primeras horas del día. «Insisto, la gente no puede actuar como si fuese un día normal. De la misma forma que a la gente no se le ocurre ponerse unas botas de suela lisa para salir a la calle, no se puede entender que muchos sigan apostando por sacar el coche particular del garaje cuando las carreteras estaban totalmente blanca y con placas de hielo», apunta Anguiano. La alternativa del transporte público fue utilizada por mucha más gente de la habitual, lo que provocó ‘picos’ de colapso e importantes retrasos -de hasta 20 minutos- en los trayectos urbanos. Eso sin contar con que hubo autocares, en algunos puntos como Mariturri o Armentia, a los que los propios viajeros tuvieron que empujar para que pudiera continuar su camino.
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diputación de álava
Ante el panorama que dejó el temporal, los responsables de ambas instituciones admiten que el plan de nevadas tiene margen de mejora. «El operativo que tenemos está correctamente dimensionado para lo que suele ser la realidad, pero evidentemente puedes tener momentos extraordinarios, como este último. Ahora alguno pide que se aumente la dotación, pero igual no llegas a necesitarla en los próximos 20 años», sostiene Marian Gutiérrez. El Gobierno foral tiene en la actualidad un millón de euros reservado para completar esta labores.
«¿Se podría haber contratado más recursos? Pues claro, pero hay que valorar las incidencias previstas y el coste de estos equipos», zanjó José Antonio Anguiano.
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