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Álava ha recuperado para los amantes del senderismo 44 de las rutas que empleaban los arrieros para llevar mercancías de un pueblo a otro cuando no existían las carreteras. El Proyecto Herradura rescata del olvido los pasos que usaron durante siglos y hasta no ... hace tantos años los alaveses para sortear a pie, en carro o a lomos de mulas y caballos puertos, portillos, collados y vaguadas. No sólo eran rutas comerciales, sino también las más rápidas y cómodas –aunque algunas fuesen estrechas y escarpadas– para ir a fiestas, romerías y otros festejos. Hoy las carreteras han acabado con muchas de ellas y otras se las ha tragado la propia naturaleza, pero algunas sobreviven gracias al paso de montañeros, pastores, cazadores y ganado. El veterano alpinista y divulgador de la Excursionista Manuel Iradier Eloy Corres es la persona a la que la Diputación alavesa ha encomendado la labor de poner en valor todo este patrimonio intangible, lleno de paisaje, historia y cultura.
Sencillas
La idea, explica el montañero, surgió ya hace ocho años de la mano de un técnico del Departamento foral de Agricultura, Montxo Aguirrezábal. Corres, que se conoce la geografía alavesa como la palma de su mano, ha aceptado el reto devolver a patear pueblos, senderos y cimas, preguntar a los ancianos del lugar, apuntar coordenadas, documentar los puntos de interés y finalmente diseñar cada una de estas rutas centenarias de manera circular. Cada una de ellas está explicada con pelos y señales en la web foral. La media de tiempo que se tarda en cubrir estos trayectos llenos de historia suele ser de tres horas. Hay desnivel, así que hace falta estar un poco acostumbrado a andar por la montaña para disfrutar de ellas.
El proyecto cubre tres cordales de sierras y montes bien definidos que atraviesan de sur a norte y de este a oeste del territorio histórico. En el sur, la propuesta incluye doce rutas entre las sierras de Codés, Cantabria y Toloño, publicadas ya desde 2011. La zona central es la más amplia. Abarca los montes de Iturrieta, Vitoria y Valdegovía y las sierras de Tuyo, Brava de Badaia, Arkamo, Árcena y Anderejo. Esto ha obligado a Corres a dividir el trabajo en esta zona en fases. La primera, con 10 rutas ya está colgada de la web de la Diputación y están a punto de incorporarse traducidas ya a euskera las 22 nuevas. Plantea paseos como el que sale de Olárizu hacia el puerto de Betoño; de Zumeltzu al puerto del Silo; de Jokano a Artaza o de Nograro hacia Costoria pasando por el portillo de Holazares o la que parte desde Mioma hacia el collado Astúlez.
pasaje e historia
Falta para completar este ambicioso proyecto la zona norte: desde los Montes de Altzania hasta la sierra de Urkilla, Elgea, macizo del Gorbea, Arangio, Sierra salvada y los Montes de Llodio. Son los pasos que usaban los muleros alaveses para pasar a los valles cantábricos de Bizkaia y Gipuzkoa.
«Siempre se descubre una sorpresa», dice el veterano montañero. Dice que cada vez que documenta un recorrido señala por lo menos 50 puntos de interés. «Luego elijo unos 20 por sus características, porque tienen una fuente, una ermita, un barranco, cascadas, los restos de un poblado o un molino... Y también hago una descripción de la vegetación de la zona y utilizo la toponimia que emplean las gentes de cada zona». «Hay veces que ni los del mismo pueblo se ponen de acuerdo», dice con humor.
Después de tantos años y miles de kilómetros con la mochila a la espalda y bastón en mano, a Eloy Corres le cuesta destacar alguna ruta. Es como preguntarle si quiere más a su padre o a su madre. Menciona la más frecuentada y una de las que se ha usado hasta hace bien poco, la que va de Lagrán a Laguardia por el puerto de Toro y donde hay pasillos tallados en la roca, por los que sin duda pasaron mulas y carromatos cargados de carbón, cal o vino o jóvenes que cruzaban a trote la sierra de Toloño/Cantabria para ir de fiesta. También la que enlaza el túnel de San Adrián con Etxegarate; la de Estíbaliz hacia La Llanada o la de Vitoria a La Puebla de Arganzón. Y es que algunos de estos caminos de arrieros forman parte hoy de otros senderos históricos o culturales como la ruta del vino y del pescado, la del pastoreo, la GR-25 que cruza la Llanada y el Camino de Santiago.
Y todos atraviesan pequeños puertos que vertebraron Álava. «Hay más de cien», asegura el experimentado montañero. «Se siente el golpeteo de las herraduras contra las rocas», agrega.
Entre usted en la página web de la Diputación Foral de Álava vaya a Turismo y pinche con el ratón o el dedo en Rutas Verdes . Pulse en Proyecto Herradura y elija una de las 22 itinerarios que hay ahora y los que en breve se incorporarán otras 22. Por ejemplo, 'De Musitu a San Vicente de Arana por el puerto de Nazarri'. Verá que puede estudiarse bien la ruta en cuatro formatos sin necesidad de libros ni folletos de papel. Incluso se la puede descargar directamente en su móvil y llevársela 'puesta'. Eloy Corres, autor de una decena de libros de montaña, primero realiza una poética descripción de lo que se va a encontrar usted. «Una gran parte de las aguas que se recogen en la extensa meseta de los Montes de Iturrieta desciende hacia el valle de Arraia-Maeztu por el impresionante barranco de Igoroin. En época de lluvias o deshielo el espectáculo está asegurado», dice en su presentación de la ruta elegida.
Después coloca un perfil del recorrido: Distancia 9.930 metros. Ascenso: 385 metros: Descenso: 377 metros. Tiempo: Dos horas y 35 minutos. Acompaña el gráfico de un mapa de la ruta y luego señala con sus coordenadas, tiempos y altitud los puntos de interés del camino, a los que acompaña una explicación sobre el paisaje, el patrimonio, la cultura o algún dato etnográfico. Por ejemplo, 'punto 9: despoblado de Irogoin'. Aprovecha para contar cuál fue el último enlace matrimonial que se celebró en la aldea abandonada. Luego sigue al punto 10: desvío a las cascadas.
Corres lo deja todo bien claro, con fotos de cada rincón y flechas que ante la duda indican el camino. El autor reconoce el valor añadido que dan las nuevas tecnologías a este tipo de proyectos, pero sin olvidar el pasado. «En los 90 íbamos con brújula y aun con niebla y todo, lográbamos salir del paso».
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