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El fuego quema cada año una media de 35 hectáreas en Álava. Y eso que en 2023 tan sólo hubo cuatro conatos y dos incendios forestales de entre una y cinco hectáreas. Ese respiro, sin embargo, no logró borrar de la memoria que un año ... antes se vivió un verano de auténtica pesadilla en el que ardieron cinco veces más hectáreas de lo habitual (169). De ahí que una de las armas más eficaces para evitar que se repita ese escenario es la labor de prevención que se desarrolla en invierno. Por eso, la Diputación ha invertido 1,03 millones para trabajos silvícolas de titularidad pública, a los que habría que sumar 345.000 euros más para desbroces y labores de mantenimiento de superficies de monte de entidades locales y en manos de particulares.
Esto ha supuesto que en el presente ejercicio se hayan ejecutado 143 acciones de carácter preventivo en la provincia y 109 tareas de mantenimiento y reconstrucción de infraestructuras. Todo para tratar de reducir la probabilidad de incendios con desbroces, eliminación de residuos, clareos o retirada de leña, y trabajos para que los medios de emergencia cuenten con un acceso seguro y más rápido a las zonas afectadas. Hay 28 guardas forestales que tienen que ocuparse de labores de prevención.
Para saber en qué zonas se corre riesgo y los trabajos preventivos son más necesarios, la Diputación ha trazado un mapa con los núcleos urbanos donde existe mayor riesgo de incendios por su cercanía a masas de vegetación, desniveles y otras variables como la accesibilidad. En total son 18 localidades con 508 residentes las que están expuesta al alto riesgo de impacto de incendio. Se encuentran en las cuadrillas de Añana (11 poblaciones), Montaña Alavesa (seis) y Gorbeialdea (1).
En ese semáforo en la lucha contra el fuego, hay 66 pueblos en naranja por estar a un paso de entrar en una situación de riesgo y se considera prioritario tomar medidas para evitar que el problema vaya a más. Hay 32 localidades en Añana, ocho en la Montaña, los mismos que en Gorbeialdea, seis en la Llanada, cinco en Ayala, cuatro en Rioja Alavesa y tres que forman parte del municipio de Vitoria. Ambas categorías suponen que el 1% de los alaveses viven en zonas donde el fuego puede resultar especialmente peligroso.
alaveses residen en dieciocho núcleos urbanos que las instituciones señalan como de alto riesgo de incendio. Hay once en Añana, seis en la Montaña y uno en Gorbeialdea. En 'naranja' aparecen otros 66 pueblos.
«Se dispone de una relación de titulares de explotaciones y cooperativas agrícolas a las que solicitar apoyo en las tareas de extinción de incendios», apunta el plan foral. Hace dos años (ardieron 169 hectáreas) su esfuerzo resultó decisivo para frenar el fuego.
Pero no todo Álava se encuentra en riesgo durante el estío. En Ayala y Gorbeialdea se requiere estar más alerta a mediados de septiembre y también en abril. También se encienden las alarmas cuando sopla el viento Sur producto del anticiclón de las Azores. En el resto del territorio sí, el verano es la época de mayor riesgo «dependiendo de la climatología como factor determinante en el estado de la vegetación». Por eso «se prohíbe con carácter general el uso de fuego con cualquier fin en todo el medio rural».
El caso de Treviño es singular. Una orden del Gobierno de Castilla y León obliga a que este enclave situado en el 'corazón' de Álava tenga que funcionar a la par de Salamanca o Segovia, pese a que su meteorología poco o nada tiene que ver. De hecho, allí es imposible labrar con maquinaria a menos de 400 metros de los montes, mientras que en el territorio histórico no existe limitación alguna.
Precisamente, el primer sector es un gran aliado en la lucha contra los incendios como quedó demostrado en aquel fatídico 2022, cuando los agricultores usaron sus tractores para crear cortafuegos. Una misión en la que arriesgaron su maquinaria e incluso su vida. «Se dispone de una relación de titulares de explotaciones agrarias y cooperativas agrícolas a las que solicitar apoyo durante las tareas de extinción de incendios forestales», detalla el plan de prevención, vigilancia y extinción diseñado por la Administración foral.
vehículos ligeros 4x4, nueve autobombas rurales, cinco vehículos cisternas y once autobombas forestales que están repartidos entre los parques de Vitoria, Nanclares, Llodio, Salvatierra, Campezo, Laguardia y Espejo (Valdegovía).
El Ministerio de Transición Ecológica pone a disposición de los bomberos de Álava tres aviones (dos con base en Agoncillo y uno en Noain). Las tres diputaciones, por su parte, han firmado un convenio para poder hacer uso de un helicóptero.
Cuando la prevención no ha conseguido sus frutos y es necesario actuar, la Diputación dispone de diecisiete vehículos ligeros 4x4, nueve autobombas rurales, cinco vehículos cisternas y once autobombas forestales que están repartidas entre los parques de Vitoria, Nanclares, Llodio, Salvatierra, Campezo, Laguardia y Espejo (Valdegovía). En verano, además, se cuenta con un Bulldozer, es decir, un vehículo para el movimiento de tierras.
El organismo foral cuenta con convenios de colaboración para apoyo mutuo en emergencias con los parques de Miranda de Ebro, Logroño, CEIS-Rioja, Navarra, Bizkaia y Gipuzkoa. Se puede recurrir a tres aviones del Ministerio de Transición Ecológica que se encuentran en las bases de Agoncillo (dos) y Noain (1).
Este verano, a diferencia del año pasado no se ha contratado a la brigada especial con el fin de tener un mayor control sobre los incendios. La Diputación alegó que los resultados no fueron los esperados. Las 21 personas contratadas carecían de «preparación y experiencia», por lo que se vieron obligados «a programar maniobras y sesiones formativas no previstas». «Hubo varias bajas y días después de empezar la campaña abandonaron el servicio», detalló hace un par de meses la diputada Jone Berriozabal. Esa falta de apoyos de cara al estío fue uno de los detonantes que provocó que los sindicatos del organismo autónomo de bomberos convocasen una huelga que esta misma semana ha llegado a su fin.
A partir de este año, las tres diputaciones comparten un helicóptero con capacidad para transportar 900 litros de agua que extraen de los embalses y volar a más de 200 kilómetros por hora. La contratación de la aeronave y del piloto supone algo menos de 200.000 euros para la administración alavesa, que asume el 22,32% del coste y que podría aumentar en función de las horas que lo empleen.
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