Álava desentraña su pasado

El equipo de Tarriño volverá este julio a la cantera neolítica de Pozarrate en la Sierra de Araico-Cucho. El yacimiento ha dado múltiples sorpresas como el mango de un pico minero más antiguo de la península ibérica, de unos 5.700 años de antigüedad, varias mazas de ofita y miles de fragmentos del apreciado sílex de Treviño. En la décima temporada, a punto de comenzar, seguirán excavando en la escombrera de material, que ya toca a su fondo a 3 metros de profundidad. Asociado a estas labores mineras prehistóricas, el equipo multidisciplinar realizará nuevas prospecciones geomagnéticas en Tobera (Berantevilla). En este lugar, a 2 kilómetros de la cantera, ya han documentado estructuras de un poblado neolítico. «La intención es prospectar el poblado entero, unas 10 hectáreas», indicó Tarriño.

En el paraje de El Cerrado, cerca del poblado de La Hoya, el arqueólogo Ander Arrese ha encontrado diferentes materiales de la edad del Hierro y «tres fases de ocupación romana», aunque la primera y la segunda acabaron «con un incendio y un derrumbe». Entre los hallazgos Arrese enumera una zona «muy extensa de placas de hogar, canales, áreas enlosadas, monedas, un aplique de bronce del III, asociado a calderos, y agujas de pelo del III o IV». En todo el conjunto destaca un depósito que «por el tamaño y materiales entendemos que se trata de un lagar romano».

La zona selvática de Elexazar, entre Amurrio y Llodio, escondía hace años una granja romana en altura, a 550 metros de altitud. Desde 2009, el arqueólogo Juanjo Hidalgo excava en el lugar de donde no han parado de salir «nuevas evidencias de la romanización del Alto Nervión». Las primeras dataciones de carbono 14 confirmaron una antigüedad de entre los siglos I y II. Este verano afrontan una nueva campaña, «quizás la última», en esta zona en la que han localizado calles enlosadas, una casa con patio, una segunda construcción que podría ser un taller y una tercera, cuyos análisis han evidenciado que albergó ganado estabulado. La datación «va como mucho hasta el 235 o 250. No había nada antes ni nada después, al menos hasta ahora». «Un gran incendio lo arrasó», indica el experto. Este año prevé excavar una calle y una plaza en la que «saldrán nuevos restos». Este yacimiento ha aportado puntas, herramientas, un yunque y hasta evidencias de culto como un ara con frontal de toro, expuesta en el Bibat.

El Parque Natural del Gorbeia y el municipio de Zigoitia se someten desde 2014 a un estudio arqueológico diferente dado su carácter forestal. Ángel Martínez y José Rodríguez, con la ayuda de la asociación Abadelaueta, aplican el método arqueológico a un entorno forestal de 100 kilómetros cuadrados con el fin de «realizar el inventario patrimonial completo del municipio». Han registrado «más de 600 elementos» y prevén llegar a mil. Entre ellos se encuentran la ermita de la Magdalena, que se va a recuperar, arbolado trasmocho, carboneras, hornos de producción de cal y tejas, presas, molinos, ferrerías y canteras, además de megalitos y restos de la Guerra Civil. Prevén realizar un «estudio y una monografía», indicó José Rodríguez.

Mikel Beorlegi ha retomado el antiguo proyecto arqueológico Araia Ibaia Arroa y desde 2016 investiga diversos vestigios en la cuenca de los ríos Araia-Burunda, en Asparrena. Vías de comunicación antiguas, sílex y otros minerales del Paleolítico, hasta contabilizar 72 lugares arqueológicos, entre los que destacan tres emplazamientos protohistóricos. Entre el patrimonio consta el dolmen de Aizkomendi. Este arqueólogo atiende también al estudio de la arqueología del paisaje.

Laguardia atesora un rico patrimonio arqueológico. De ello sabe mucho la veterana arqueóloga Paquita Sáenz de Urturi que ha excavado en la villa amurallada en muchas ocasiones. Los hallazgos han sido «numerosísimos» y espera que haya más. «La colina de Laguardia ya estaba habitada hace 4.000 años. Los restos encontrados, entre ellos un silo y cerámicas, son de la Edad del Bronce final y primera Edad del Hierro», lo que demuestra que «la colina ya estaba habitada antes de que se destruyera el poblado de La Hoya», explica esta experta. El «periodo de máximo desarrollo corresponde a la segunda Edad del Hierro, en el marco de la cultura celtibérica, hasta el siglo I». Ha identificado también la fase de romanización, con estructuras de murallas, placas de hogar y cerámica de tipo Terra Sigillata. También ha encontrado enterramientos funerarios infantiles y ha documentado una crisis económica a partir del siglo III. «En la trasera de la Iglesia de San Juan han hallado una necrópolis medieval, del siglo XII», aclara.

Menhires, túmulos, cistas y dólmenes forman en las campas de Legaire la mayor concentración de megalitos de Euskadi hasta alcanzar el centenar. El paso de los milenios y el tornado del pasado verano los han dejado maltrechos, pero desde la pasada campaña se encuentran en proceso de reconstrucción. Un equipo de geólogos y arqueólogos determinan si son megalitos o no y, en caso positivo, inician una excavación para rescatar restos. El estudio y catalogación concluye con su reconstrucción o izado en el caso de los menhires. Si en 2018 el equipo intervino en 5 menhires, una cista y dos túmulos, en la presente campaña excavará e izará varios menhires, entre el que podría ser el segundo más grande de la península ibérica.

Kuartango atesora otra estación megalítica «poco conocida, pero muy interesante», apunta el arqueólogo de la UPV Alfonso Alday. La inminente intervención, en septiembre, en el dolmen de San Sebastián Sur, consistirá en «excavar, investigar, poner en valor y difundir» estos monumentos megalíticos para que «se comprendan y se valoren como una forma de entender nuestro pasado». Este escondido valle alberga cuatro grandes dólmenes, uno de ellos «es de los más grandes del norte de la península, cuyo túmulo «mide 40 metros de diámetro y 3 de altura».

El equipo encabezado por Juan Antonio Quirós trabaja desde hace años en espacios rurales alaveses actualmente habitados, un campo «poco desarrollado» en la península ibérica. Por ello, «a la hora de explicar ciertos silencios documentados, como en la Alta Edad Media, se recurre con frecuencia a estudios realizados en otros países europeos», explica este arqueólogo de la UPV. «La larga continuidad de ocupación de ciertos espacios es la que determina la invisibilidad de determinadas franjas históricas», detalla Quirós. Por ello, los datos de los sondeos realizados en Payueta (Peñacerrada) y Tobillas (Valdegovía) son comparados con los de otras aldeas con el objeto de analizar la evolución de pueblos aún existentes, en términos de larga duración, y comparar las dinámicas históricas de los despoblados con los lugares aún habitados. Tratan de encontrar el contraste entre ellos y la naturaleza de la ocupación de esos lugares.

El poblado de Larrara está documentado desde 1025. En 1337 fue una de las aldeas que contribuyó a la creación de la nueva villa de Alegría, según indica Rafael Varón, que desde 2014 dirige la excavación del templo y poblado. Este pueblo fue perdiendo vecinos, que se instalaron en Alegría, y a «mediados del siglo XVI la iglesia parroquial ya es una ermita». En este espacio, derruido en el XIX, han hallado restos humanos, materiales de construcción y la tapa de un sarcófago, posiblemente del siglo XI, depositado en la ermita de Ayala. Bajo los restos de la iglesia románica han aparecido muros anteriores, cerámicas de diferentes épocas y una necrópolis medieval de lajas. Este verano, Varón y su equipo se concentrarán «en el interior de la nave con el fin de intentar verificar qué cronología y qué funcionalidad tenían los restos de edificios anteriores».

Desde 2017, este profesional de Qark Arqueología estudia las bodegas subterráneas de Samaniego y su barrio de Matarredo, y las del barrio de Barrihuelo, de Elciego. «Son muy complejas y claramente son de origen medieval». En una primera fase, «hasta el siglo XVI las bodegas era pequeñas y estaban en los núcleos urbanos, bajo las casas. En la fase 2 se ocupan los barrios de bodegas. «Avanzado el siglo XVII se van abandonando las bodegas en los pueblos y aumenta el uso de los barrios de bodegas que se convierten en auténticos polígonos industriales», que «se consolidan en los siglos XVIII y XIX». Ahora, su intención es «analizar un pueblo que no tenga barrio de bodegas», como es el caso de Laguardia.

En el polígono industrial de Arasur, donde se prevé la construcción de un parque fotovoltaico, la empresa de Javier Ajamil ha localizado este mayo y junio fondos de cabaña y cubetas en la zona de El Alta, mientras que en Montegrande hallaron material arqueológico diverso, como cerámica con decoración de cordones y ondulaciones, molinos de mano, restos de sílex, un anillo de cobre, una cuenta de collar y restos de fauna y conchas. «Es posible que fueran un sólo yacimiento que arrasó en parte la concentración parcelaria», aclara Ajamil, que explica que «fue una zona de acumulación de desechos debido a un rellano en la ladera».