La actividad arqueológica no se detiene durante todo el año, pero con el tiempo seco y soleado sus profesionales salen a hacer trabajo de campo para tratar de ahondar en el conocimiento del pasado de la provincia y de quienes la habitaron. Este verano-otoño serán cinco las excavaciones programadas que tratarán de profundizar en la historia de Álava. Mientras algunos profesionales ya han comenzado, otros preparan todo para iniciar sus sondeos. Un total de cinco expertos cuentan ya con el respaldo del Departamento foral de Cultura, dirigido por Ana del Val, para comenzar o proseguir sus respectivos proyectos.
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Entre los pueblos de Barrio y Bachicabo (Valdegovía), en Berbeia, se han realizado ya tres campañas arqueológicas con el fin de localizar e identificar los restos de uno de los castillos medievales conocidos en Álava a través de los textos. Los resultados «han superado las expectativas iniciales», asegura su director, el catedrático de la UPV, Juan Antonio Quirós. «Se puede afirmar sin ningún género de dudas que Berbeia es el castillo más antiguo del País Vasco conocido en la actualidad». Sin embargo, «la relevancia no reside en que sea el más viejo, sino que muestra cómo eran los primeros castillos».
El equipo de Quirós ha encontrado «restos materiales de una ocupación tardorromana», aunque no es posible saber si se corresponde con una fortificación o una ocupación de altura. Lo que sí saben «con certeza es que el castillo de Berbeia se construyó entre finales del siglo VII o inicios del VIII, en el momento en que produjo la invasión islámica de la península ibérica. Pero no se trata de un 'castillo de reconquista', sino la expresión material de las aristocracias guerreras que dominaban el territorio alavés y el valle del Ebro», explica. «Y no es una casualidad que, a lo largo del siglo IX, en este espacio vaya consolidándose las bases de lo que serán los condados castellanos altomedievales, entre los que se incluía el de Álava».
Se han hallado los restos de un pequeño recinto de unos 500 m2, delimitado por una muralla tallada con técnicas sofisticadas que encontramos en las iglesias prerrománicas alavesas. El castillo fue transformado en el siglo X y ampliado en los siglos XII-XIII. En este período «era un punto central del que dependían una o varias torres de control territorial». La campaña prevista para este año pretende dar continuidad al proyecto, estudiando los restos del castillo altomedieval, la alimentación y la cultura material de sus habitantes, así como las razones por las que se construyó la fortificación más antigua conocida hasta la fecha en nuestro territorio.
Hacia 1860 se comenzó a construir un camino carretil entre Vitoria y los Huetos. Se hizo por tramos en función del dinero del que disponían. Vitoria construyó el primer tramo hasta San Martín de Abendaño y, a partir de ahí, hasta las cercanías de Asteguieta. Su construcción duró 60 años hasta Hueto Arriba y Hueto Abajo, informa el arqueólogo José Rodríguez Fernández. Las obras avanzaban con la aportación de la Diputación y de los pueblos interesados en la carretera. «Del centro de la capital alavesa iba en línea recta, por Beato Tomás de Zumárraga, y sin girar lo más mínimo por Asteguieta a Estarrona», añade. Esta vía, o en concreto los restos que quedan de ella, serán sometidos a estudio por el proyecto denominado Estructuras hidráulicas (crecidas Zadorra en término municipal Vitoria).
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Este experto ha identificado un tramo de la carretera original que ha quedado fosilizado y que actualmente no tiene tránsito rodado. «Se pretende estudiar un tramo de unos 120 metros que está plagado de aliviaderos para que pasara el agua por debajo, pequeños puentes y túneles. Es un sitio bastante especial», describe.
Se trata de un «buen ejemplo de la red de comunicaciones del siglo XIX, el paso de los antiguos caminos de arrieros a los primeros caminos carretiles que luego deriva en las carreteras locales actuales. Estos caminos no están identificados ni protegidos y se están perdiendo por la ampliación de las carreteras. Se van tirando elementos molestos y son unos testigos espectaculares de ingeniería civil. Siguen en pie «los puentes, con sus bóvedas de mampostería y las embocaduras de sillerías. Si te pones debajo es como volver a la carretera de 1869», destaca. También hay ocho aliviaderos (pequeños túneles de sillería, con el pavimento encachado en piedra) y dos o tres puentes de unos 4 metros de vano levantados para evitar una zona pantanosa en las cercanías del aeropuerto.
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En Aramaio, en el barrio de Barajuen, hubo un castillo con ese mismo nombre documentado ya en la Edad Media. Hoy, en una zona alta entre pinos, apenas se distingue nada. Sin fecha de inicio fijada, previsiblemente en otoño, la empresa Ondare Babesa tratará de buscar los restos de esta torre, según indica la arqueóloga Aitziber González.
«Aparece en la documentación en el año 1337 como parte del patrimonio de Pedro Ibáñez de Aramayona, que hereda los señoríos de los Aramayona y la torre de Barajuen. Tras varios saltos de herencias y matrimonios pasa a manos de Gonzalo Gómez Butrón y es donde tiene un papel importante en las luchas banderizas, ya que forma parte del bando de Butrón y los oñacinos», explica.
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«Por la documentación parece que no salió muy perjudicada, como otras fortalezas, y desde el siglo XVI estuvo en manos de los Butrón-Mújica, aunque en el XIX cae en ruina total», añade esta experta. Fuentes orales sostienen que «en 1992 todavía se observaban restos arquitectónicos en superficie y en ortofotos antiguas se aprecia que se conserva la forma del foso y la estructura, pero las repoblaciones de pinos alteraron el entorno». Por ello, el planteamiento es hacer dos sondeos de 2 metros de ancho por 20 de largo para tratar de localizar el foso y la estructura arquitectónica del castillo. Se trata de una iniciativa del Ayuntamiento y de Ondare Babesa, en colaboración con la Diputación para tratar de «ver la entidad y magnitud de los restos que quedan. Es una primera fase de valoración», completa Aitziber. En función de los resultados se barajarán actuaciones futuras.
La Montaña Alavesa está plagada de castros en altura. Uno de ellos, el de Cividad vigila desde hace siglos el pueblo de Angostina. El arqueólogo Ander Arrese planifica estos días la campaña de excavaciones que desarrollará en este lugar en colaboración con los vecinos de la zona. «El yacimiento es un zarzal enorme, que habrá que desbrozar. Será una campaña corta, en fines de semana para tener más ayuda de los voluntarios de Angostina», explica.
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A lo largo del verano, trabajarán en este lugar en el que catas realizadas en los años 80 encontraron material del Hierro. «Probablemente estuvo ocupada en diferente fases de la Edad del Hierro pudiendo llegar a la época romana, porque hay elementos romanos en su base, en la ermita de Angostina», indica Arrese. Al pie del castro, la ermita del pueblo cuenta con «varias estelas romanas», embutidas en sus muros. «El propio topónimo de Cividad da a entender que pudo ser romano o que pudo funcionar a la vez», con la población de Angostina. «Esto es lo que queremos dilucidar. Hay elementos del Hierro y otros que apuntan a época romana. Trataremos de definir la superficie del yacimiento y las diferentes fases que pudo haber», concreta.
En Arkaia, Javier Niso y Miguel Loza realizarán prospecciones electromagnéticas para tratar de averiguar qué hay en el subsuelo y saber a ciencia cierta dónde excavar.
Además, una vez que la empresa Arkikus ha localizado una gran construcción de 3.000 metros cuadrados, estos arqueólogos tratarán de determinar de qué se trata, ya que podría albergar una mansio, o parada oficial de la calzada romana, una manzana de viviendas o una gran casa, ya que en las imágenes se aprecian muchos muros y patios», indicaron a este periódico fuentes de Arkikus. Junto a la ciudad de Suestatium pasaba la calzada romana Iter XXXIV, que unía Astorga y Burdeos, y se sabe que en Arkaia había una parada oficial, según las guías de la época.
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