El coronavirus ha puesto el calendario patas arriba. No sólo ha trastocado citas multitudinarias, del Ironman a La Blanca, sino también eventos personales. Cumpleaños, graduaciones, aniversarios, bodas... y más de un millar de comuniones en Álava con fecha para la pasada, y complicada, primavera que ... se quedaron en el aire. Algunas, muy pocas, se celebraron durante las vacaciones estivales «en los pueblos» y unas cuantas se han aplazado directamente al próximo año, pero la inmensa mayoría de las ceremonias se concentra entre este mes y octubre. Con menos invitados, banquetes reducidos y una buena dosis de imaginación para que ese día no deje de ser especial pese a la normalidad recortada.
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En el colegio San Viator, donde hará la comunión más de medio centenar de chavales a lo largo de septiembre, dan ejemplo de esa creatividad que exige la situación. «La homilía en estas celebraciones se hacía dialogada con los niños pero había que andar con el micrófono. Al sacerdote se le ocurrió que en vez de hablar podían contestar con gestos, que ensayan antes», cuenta Manolo López, coordinador de la pastoral escolar de este centro. En su capilla y en las parroquias alavesas se han adoptado también otras medidas de manual para que las familias acudan a la ceremonia sin riesgos. Aforo limitado, bancos precintados o con los puntos de asiento marcados, desinfección de los lugares de lectura... Y en la iglesia de Santa Clara, en Zabalgana, han comprado un termómetro sin contacto para medir la fiebre de los pequeños.
Unos 240 niños y niñas esperaban tomar este año la primera comunión en esa parroquia. «Y no sé si al final llegaremos a 150. Hay muchos papás y mamás que no querrían hacerla ya porque han sufrido pérdidas, porque la crisis les ha caído muy fuerte...», explica Koldo Montoya, quien pone voz a las misas que se ofician en este barrio, uno de los que rejuvenece el padrón vitoriano. Con el oscuro panorama que se asoma en muchas casas y la decisión de aplazar las ceremonias hasta 2021 en más de un caso, como en los colegios Presentación de María o NClic, se hará difícil mantener la estable cifra de comuniones que Álava arrojaba anualmente desde hacía una década. En 2019 fueron 1.247, hubo 1.405 en 2017, 1.280 en 2015, 1.358 en 2013... y cerca de 2.000 a finales del siglo pasado.
Entre las niñas que comulgarán en 2020 por primera vez, aunque cuatro meses más tarde de la fecha inicial, se encuentra Elena. «Le expliqué que, con la situación que había, no podía ser en mayo y lo entendió. Ahora que ve que sí la va a hacer tiene una ilusión tremenda», retrata Jesús Fernández que, además de padre de la criatura, es el responsable de la zona infantil de El Corte Inglés. En sus probadores se multiplica estos días el trabajo después de una atípica primavera para las ceremonias y los negocios que las rodean. «Su aplazamiento y el confinamiento han hecho que haya más ganas de que todo salga bien», reconoce. Y para ello las parroquias también redoblan esfuerzos. En la suya, Santa María Josefa, en Lakua, les han pedido por ejemplo que los acompañantes no superen la decena, una demanda que, invitado arriba o abajo, se repite en el resto de templos.
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Temporada atrasada
El aforo reducido al que obliga la pandemia -las iglesias se hallan hoy al 75%- ha pasado la tijera también por las comuniones. «En la capilla hemos bajado de 500 a 100 personas, así que entrará la familia más directa: padres, hermanos, padrinos del bautizo... y no sé si los abuelos; con lo que está pasando, te lo piensas un poco más», asume el coordinador de la pastoral escolar de San Viator. Allí han doblado los días dedicados a esta celebración para que los grupos sean más pequeños. En San Cristóbal habrá una ceremonia el próximo mes con sólo tres niños, en la Catedral Nueva comulgaron ayer una veintena, en la Sagrada Familia serán hoy quince... y en Santa Clara comenzarán el primer fin de semana de octubre y no pararán hasta abril. «Tendremos comuniones con lluvia y nieve», señala su párroco, que se ha propuesto que los chavales «intervengan y disfruten lo máximo posible» después de unos meses que tampoco han sido fáciles para ellos, con el cole online y la catequesis vía Zoom.
Pero la fiesta posterior sobre el mantel también se ha visto alterada por la pandemia. En el hotel NH Canciller Ayala advierten de que estos banquetes se han convertido en algo «residual» -ayer sirvieron uno frente a la docena que suelen organizar cada primavera- y el restaurante Olárizu, un clásico de la ciudad para rematar este día, tiene comidas de comunión a lo largo de todo septiembre pero con menos comensales a la mesa.
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Catequistas y curas, comparten desde la Diócesis de Vitoria, «recomiendan ser austeros sabiendo en la situación en la que estamos». El propio obispo, Juan Carlos Elizalde, defendió esta semana en una carta abierta por el inicio de curso que es momento de «reencontrarnos con lo esencial de nosotros mismos».
1.247 niñas y niños tomaron la primera comunión en Álava a lo largo de 2019. La cifra se espera que descienda este año por los aplazamientos para 2021.
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