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Alfonso López de Armentia estudia las setas en profundidad desde hace años. Blanca Castillo
«Álava debería limitar la recogida de setas a los fines de semana y un día laborable»
Alfonso López de Armentia | Jefe de micología del Instituto Alavés de la Naturaleza

«Álava debería limitar la recogida de setas a los fines de semana y un día laborable»

El cambio climático y los malos usos en la recolecta provocan que «algunas especies muy comunes casi no salen»

Domingo, 3 de noviembre 2024, 01:11

La mañana otoñal augura un buen día de recogida de setas en el paraíso que es Álava, donde la afición es enorme. Con la cesta preparada, cientos de seteros se adentran en los montes del territorio para surtir la despensa hasta los topes, repartir con familiares y amigos, embotar y darse un buen atracón. Error. Alfonso López de Armentia, responsable de micología del Instituto Alavés de la Naturaleza (IAN), alerta de las faltas del respeto que soporta el monte por los malos usos que se han establecido con el paso del tiempo. «La gente coge todo lo que puede y eso no se puede hacer».

Él conduce todos los años las salidas que organiza en otoño el Instituto para enseñar buenas prácticas. La intención es conocer los hongos, saber de su importancia en el bosque, de su función, distinguir las especies comestibles de las venenosas y saber diferenciarlas solo con mirar, sin tener que arrancar ni dañar nada en el paseo. Estas salidas se realizarán los días 15, 16, 20 y 30 de noviembre y el 13 y 14 de diciembre.

Durante el otoño, las carreteras de acceso a los parques naturales y bosques alaveses suelen estar plagadas de coches. «Todos los días veo gente recolectando hongos en el monte, es una verdadera pena porque salen muchísimas personas a recorrer los mismos sitios. Todos los días, de lunes a lunes», se duele. La consecuencia inmediata de esa actividad frenética es que «los sitios se degradan muchísimo y se va compactando el suelo, de manera que se modifica el entorno en el que creen las setas».

Pero no es eso lo más grave. Lo peor es que «la inmensa mayoría de la gente no sabe recogerlas. Las que no son comestibles, las pisotean, las tiran, las cortan o las rompen y eso no no se debe hacer» repite en varias ocasiones. «Hay que dejarlas, así no degradamos el ecosistema».

– Hablamos mucho del cambio climático, ¿afecta al mundo de la setas?

–Este año, está la cosa muy rara. Las setas no entienden de calendario sino de condiciones climatológicas y salen y se desarrollan en función de estas, no de si es enero o noviembre. A primeros de octubre, se cogieron setas de noviembre, los termófilos de agosto fallaron, y boletus salen pocos porque hace demasiado frío. Es muy raro. El tiempo no corresponde a la época en la que estamos y eso lo saben los hongos. Como hay humedad, salen algunos, pero son los que requieren frío, que es lo que está haciendo. Los vientos del sur de hace unos días lo arrasaron y lo agusanaron todo.

Un año raro

«El tiempo no corresponde a la época en la que estamos y eso lo saben los hongos»

– Los efectos de todos esos factores serán perniciosos.

– El cambio climático y la manera en la que se han recogido las setas durante años hace que haya especies, algunas muy comunes hace unos años, que ya casi no salen. Le pasa a la Lepista nuda, la Infundibulicybe geotropa, que antes se conocían como pie azul y platera. Ahora igual encuentras unos cuantos ejemplares y hay un puñado, cuando antes te presentabas ante setales enteros.

–¿Los cotos son la solución?

– Creo que no. Yo he visto doce autobuses con 50 personas cada uno entrar en un parque natural y recoger todo lo que pillan. Además, como la gente paga por una actividad que nadie les explica cómo la tienen que hacer, se recoge todo lo que se pilla, con mala praxis. Quitan hojarasca con los pies y se descubren los micelios. La gente quiere recolectar porque ha pagado para ello, paga para recolectar.

–¿Entonces?

–En vista de la masificación, yo regularía los días en los que se puede ir a recoger, los fines de semana y un día entre semana. Solo uno, porque incluso durante la berrea en el parque natural del Gorbea, la gente ha ido a recoger setas. Y nadie les ha dicho nada porque no hay vigilancia. Hay pocos guardas y la mayoría solo conocen unas cuantas especies comestibles. Tenemos una provincia digna de admirar, solo hay siete u ocho guardas y además, si coincide que hay una batida, se quedan en tres para toda la provincia.

–La alternativa pasa por respetar el monte y conocer las setas. Más pedagogía.

–Sí, porque además hay irresponsabilidades que cuestan vidas. En las actividades que hacemos en el Instituto aprendemos a conocer las características organolépticas de la setas, su misión en el bosque y por qué no hay que hacer lo que se está haciendo.

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