![Cientos de personas abarrotan el andén en la estación de Vitoria a las 7.55 horas. La mayoría son estudiantes.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/05/05/alava-cercanias-koyE-U22022844891jjH-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Se abren las puertas automáticas y de los vagones sale en tropel mucha cara de sueño, mucho gesto torcido, mucho semblante resignado ante la larga jornada que se avecina. Como todos los días de labor, el andén número 4 de la estación está a rebosar. ... Por las estrechísimas escaleras que descienden hasta el subterráneo bajan trabajadores y estudiantes. Los primeros tiran hacia la derecha, para enfilar la calle Dato, cargados con maletines y fiambreras. El resto, los más, hacia la izquierda, al campus vitoriano de la UPV.
Son las 7.47 horas y cientos de pasajeros bajan del regional exprés que acaba de llegar desde Miranda de Ebro a la estación de Vitoria. Ocho minutos de reloj después, a las 7.55, llega otro desde la dirección contraria. Del tren descienden, a la carrera, también decenas de personas, la mayoría estudiantes que, sin tiempo para detenerse, se apresuran para llegar a primera hora. «Yo no tengo clase hasta las 9.00, pero el tren siempre va hasta arriba de gente, hay veces que no hay ni sitio para sentarte», destaca Samuel Vicuña, de Miranda de Ebro, que lleva uno de esos auriculares enormes, como los que utilizan los futbolistas.
Miranda de Ebro-Vitoria 7.20 horas, 8.25, 9.28, 10.30 (Alvia), 14.19, 14.55, 15.57, 17.37, 17.50, 20.38 (Alvia), 22.39.
Vitoria-Miranda 7.25 horas, 7.40, 9.54, 10.43 (Alvia), 13.15, 14.03 (Alvia), 14.30, 15.57, 17.50, 18.46, 22.05.
Vitoria-Alsasua 8.57 horas, 9.55 (pueblo), 14.42, 15.24 (pueblo), 16.40, 18,11, 19.00 (pueblo).
Alsasua-Vitoria 7.23 horas, 12.45, 13.20, 15.27, 21.31.
Como para Samuel, el tren es el medio preferido para cientos de pasajeros que lo toman a diario para llegar a la capital alavesa para estudiar o trabajar. «Me deja en el centro, es rápido, no tienes que buscar aparcamiento...», alaba Kristina Martínez de Heredia, de Alegría, que trabaja de administrativa en una oficina «a dos pasos» de la estación de Dato. Sobre el papel, todo -o casi todo- ventajas para un servicio del que se habló, y mucho, en la pasada campaña electoral.
Más allá de los grandes debates de fondo, de los temas que centraron la discusión política de las últimas semanas, los partidos pusieron el foco en el tren en Álava, un medio completamente olvidado en las últimas décadas a pesar de su enorme potencial vertebrador para la provincia. Con matices, PSE, PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos llevaban en sus programas la promesa de aprovechar la línea Miranda-Alsasua para convertirla, con permiso de las conexiones de Ayala con Bilbao, en el primer servicio de Cercanías alavés.
A poco más de un mes de este 21-A los gobiernos central y vasco oficializaron el traspaso de los ferrocarriles de Cercanías. Euskadi se encargará de su gestión, aunque Renfe seguirá prestando el servicio hasta 2028, cuando expira el actual contrato. El mismo día en el que se firmó el acuerdo el Gobierno vasco ya deslizó su voluntad de poner en marcha, para 2025, un nuevo servicio regular entre Araia, Vitoria y Manzanos (Ribera Baja) que sembraría la semilla para un proyecto mucho más ambicioso: el Cercanías entre Miranda y Alsasua. Sería un servicio que implicaría a tres comunidades autónomas (Castilla y León, País Vasco y Navarra), con más frecuencias y mejores horarios.
A la espera de que el proyecto, llamado a revolucionar la forma de moverse de los alaveses, EL CORREO se ha subido a uno de los cinco trenes directos que en la actualidad cubren a diario el trayecto completo para comprobar cómo funciona el servicio y qué opinan de él quienes más lo utilizan.
En la actualidad, comprar un billete para viajar, por ejemplo, de Vitoria a Miranda, no es la experiencia más ágil del mundo. La estación de la calle Dato solo dispone de una única máquina de autoventa. Y en taquilla solo es posible adquirir el ticket hasta cinco minutos antes de la salida: si no lo ha adquirido previamente por Internet, es más que probable que el pasajero de última hora acabe perdiendo un tren en el que no se puede utilizar, por ejemplo, la tarjeta BAT. Esta es una de las cosas que cambiarían de entrar en servicio el hipotético Cercanías. Con todo, la inmensa mayoría de pasajeros viajan ahora gratis gracias al abono para pasajeros frecuentes de los servicios de media distancia.
Son las 9.15 horas y en la estación de Miranda de Ebro aguarda una veintena de pasajeros. La mayoría esperan el regional exprés para ir a Vitoria. «Lo cogemos muchísimo, varias veces durante la semana: vamos, compramos, nos tomamos un café y volvemos a casa antes de comer, es comodísimo», destacan Isabel y Marisol mientras el tren, una vetusta unidad de los años 80 cubierta de grafitis, asoma puntual por la vía.
El regional parte a las 9.28 horas de Miranda. Hay muchos asientos vacíos. «Los sábados va mucho más lleno, a tope, hay muchísima gente que lo coge para ir a El Corte Inglés», destaca Ascensión Luengo, habitual de un tren «fabuloso, aunque han quitado muchas frecuencias desde la pandemia», reclama la mujer. En efecto, el viaje, sin paradas intermedias ni en La Puebla de Arganzón ni en Manzanos ni en Nanclares, es muy cómodo y desde la ventana se aprecia un paisaje bellísimo por la orilla del Zadorra, con las piezas de un verde que refulge al sol. Con un minuto de retraso sobre los 24 previstos (el más rápido, el Alvia, cubre el trayecto en 19 minutos y el más lento, en 27), a las 9.53 horas, el tren llega a Dato, donde sube otra veintena de personas para continuar viaje, la inmensa mayoría hasta Pamplona. Pero también algunos toman el tren para regresar a alguno de los pueblos de la Llanada.
«Esto es una auténtica maravilla, soy una enamorada del tren y estoy expectante a que lo conviertan en un Cercanías para que pueda haber más frecuencias», destaca María Ángeles Viana, de Araia. Solo 10 minutos después el convoy llega a Alegría, donde solo se sube una pasajera. Es Patricia Álvarez, otra usuaria habitual, convencida de «que si mejoraran el servicio, que ya está bastante bien, nadie se plantearía coger el coche para ir a Vitoria ni para trabajar ni por ocio». «El gran problema ahora son las frecuencias que tiene los fines de semana, el último es muy pronto y, mi hija y sus amigas, no pueden cogerlo para volver después de pasar la tarde en la ciudad», descubre.
Nadie baja ni sube en Salvatierra y solo tres pasajeros descienden en Araia, penúltima parada hasta Alsasua pueblo: otros trenes tienen como destino Alsasua estación, a las afueras del municipio. Son las 10.32 de la mañana y el tren ha tardado una hora y cuatro minutos (a 8,4 euros sin descuentos) en completar el recorrido de la línea que aspira a convertirse, algún día, en el primer Cercanías de Álava.
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