El párroco José Ángel Riofrancos, la cocinera Estíbaliz Seoane y Santos Gil, con voluntarios de la obra social del comedor. Rafa Gutiérrez
Alavés del mes

«Los ahorros de muchas familias se van mermando, no dan más de sí»

El comedor social de desamparad0s ·

El comedor social de Desamparados cierra después de haber atendido «a casi 1.000 personas al día», se lamenta Santos Gil

Sábado, 29 de mayo 2021, 00:11

El comedor social de Desamparados dejó de servir el 30 de abril. Entre fuegos sin llama, vajilla guardada y mesas vacías, voluntarios y empleados de un servicio a la comunidad que alimentó el primer estómago en 1969 reciben de EL CORREO el reconocimiento a una ... labor de beneficencia impagable.

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- ¿Por qué se ha cerrado?

- En los últimos años iba decayendo el número de usuarios derivados desde los servicios de base del Ayuntamiento. Eran el 90% del total. Llegaban con un vale y se les atendía. También venían otras personas, algunas desde la propia parroquia. Últimamente, estando ya en una situación económica crítica y con el convenio con el Ayuntamiento a punto de expirar, nos echó una mano la Fundación Vital. Pero todos los años cerrábamos con pérdidas. Acumuladas e incrementadas ahora con los despidos de los trabajadores, serán como unos 300.000 euros de deuda. Se veía que no tenía mucho sentido seguir con el comedor sin el acuerdo municipal, con cuatro empleados después de haber recortado seis y con solo cuarenta comensales diarios.

- ¿No ha habido manera de salvar la situación?

- Ya preveíamos que el Ayuntamiento aspiraría a encargarse de la totalidad del servicio, que es una necesidad social, y más después de cerrar la residencia de Los Arquillos, reconvertida en comedor.

- ¿Así que nadie necesitado se quedará sin su menú?

- En efecto. Y creo que el Ayuntamiento tiene previsto abrir otro en Pintorería con un servicio mayor que el de dar de comer.

- ¿Cómo se ha arreglado la Obra Social de Desamparados durante este medio siglo?

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- Todos los sacerdotes que han pasado por la parroquia han sido conscientes de la importancia del comedor. Y hay que reconocer también a las dos órdenes religiosas que lo han atendido, las Compasionistas desde 1969 hasta 1974 y luego las Esclavas de Cristo Rey.

En este momento de la conversación, el párroco de Desamparados, José Ángel Riofrancos, interviene para recordar los inicios del establecimiento caritativo, que también tuvo escuela. Aclara que aquellos usuarios de los años 70 fueron forasteros que llegaron a Vitoria a trabajar. «Venía el marido, que se instalaba en una pensión y necesitaba dónde comer mientras ahorraba para la compra de un piso antes de traerse a la familia. También hubo estudiantes y personas mayores. En el comedor siempre se ha cobrado, aunque precios muy asequibles. La parroquia daba vales a quien no podía pagar y si se cerraba el año con números rojos, ella misma cubría el déficit. Con el paso del tiempo cambió el tipo de usuario y su número. Antes el Ayuntamiento enviaba un 20-30% y ahora, el 90, aunque son poco y no da para tener el comedor.

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- ¿Ha sido este un termómetro de la sociedad, el reflejo de las crisis?

- ¡Qué duda cabe! En los años duros hemos llegado a tener casi 1.000 personas al día.

- ¿Y cuántas las manos amigas?

- La obra social ha ido muy pareja a la parroquia. No hay que olvidar que esta iglesia fue muy especial en su inicio porque la sufragaron los feligreses. El primer párroco, Javier Illanas, contaba cómo pagaba a los peones con las colectas.

Agradecimiento por el trato

- En este tiempo, ¿ha valido más un afecto que un plato de lentejas entre los usuarios?

- Sin duda. Los trabajadores y voluntarios siempre han dicho que los agradecimientos de las personas se daban más por el trato que se les dispensaba que por la propia comida.

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- No solo se ha atendido a pobres. También a jubilados, viudas, solitarios...

- Por aquí ha pasado todo tipo de personas, no solo sin techo o desamparadas. También muchas que vivían en soledad y querían sentirse acompañadas a las horas de comer.

- ¿Somos solidarios?

- Hay de todo. Hemos recibido grandes cantidades de alimentos, sobre todo de Mercadona, pero también dos botellas de aceite, un paquete de arroz... Veías grandes gestos de empresas y pequeños granitos de arena.

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- ¿Por la caridad ha entrado la peste alguna vez?

- Pues también. Siempre ha habido problemas que se han ido solucionando. El alcalde José Ángel Cuerda ordenó en su día que un coche patrulla estuviera aparcado junto al comedor para de alguna manera disuadir a quienes tuvieran intenciones de montar lío.

- ¿Es devastadora la actual crisis provocada por el virus?

- Ya se venía notando que la situación de muchas familias era delicada y la pandemia lo que ha hecho es agravar sus penurias. Los ahorros de muchos se van debilitando, no dan más de sí. Se habla de una recuperación rápida. Ojalá, ojalá.

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