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No es una pandemia el mejor momento para las ferias, que se nutren del bullicio y el frenesí de los ciudadanos. Aunque algunas empiezan poco a poco a ver la luz. La Facultad de Letras del Campus de Álava ha acogido este jueves una nueva ... edición de su Feria Agroecológica, punto de encuentro entre agricultores y asociaciones con estudiantes ávidos de manjares cercanos, ecológicos y de calidad.
«El objetivo es acercar una forma de alimentarse y producir distinta a la comunidad universitaria», explica José Ramón Mauleón, del equipo organizador. Pero además de puestos con verduras y otros productos de la tierra y comercio justo, también se han organizado charlas. Entre otros temas, sobre economía ecológica o veganismo. La pandemia les obliga a «adaptarse», aunque extrae un lado positivo de las restricciones. «Se limita el aforo en las charlas y eso hace que la gente se anime a seguirla desde fuera. Antes era, o vienes o te la pierdes. Ahora se puede seguir presencialmente y online», explica.
El coronavirus no ha detenido este evento, que ya volvió al Campus el pasado octubre. Es un oasis dentro de una tendencia de casi vacío total de ferias. Por eso, los responsables de los puestos cuidan todo al detalle. Bitor Elorriaga coloca sus guisantes y espinacas con mimo. «Las acabo de recoger esta mañana», avisa. Su brillante aspecto lo confirma. Es la primera vez en meses que sale de Orduña, su pueblo, para un evento de este tipo. «Se agradece que se pueda mover un poquito el tema y que la gente se conciencie sobre la agricultura ecológica», celebra.
También lo ve con optimismo Koldo Rey, de Bionekazaritza, la asociación alavesa de agricultura ecológica. Ya se quitaron el óxido en octubre, cuando organizaron Bionekaraba y cree que «más o menos se sigue manteniendo el ritmo». Cree que es importante dar continuidad a estos eventos «más que nada por no perder los espacios, porque es muy difícil conseguirlos y fácil perderlos». En su puesto hay lugar para una amplia variedad de alimentos, pero también tiene espacio la divulgación. «Es un mercado especial», reconoce.
A primera hora del día, cuando los puestos acababan de instalarse, los alumnos todavía recorrían la facultad de aula en aula, centrados en sus apuntes y ordenadores. Poco después, el mercado ha acaparado la atención de los universitarios. Incluso varios profesores han aprovechado la presencia de los productores y expertos para trasladar su lección a la calle. «Algunos de los temas que se ven aquí se dan en las aulas, de forma teórica, pero aquí también se pueden ver de forma práctica»», apunta Mauleón. Asegura, incluso, que la Feria ha dado alguna vez ideas para el Trabajo de Fin de Grado.
Los productores y vendedores persiguen «visibilizar» sus causas en estos eventos. Eso busca Zentzuz, la Red de Comercio Justo y Consumo Responsable de Vitoria. Este sábado se celebra el día del comercio justo y quieren hacerse un hueco en la agenda de la ciudadanía, aunque las limitaciones no se lo ponen fácil. «Llevábamos mucho sin hacer una feria, igual desde octubre. De normal hay grupos de voluntarios que hacen una al mes. Suelen ser al aire libre, y se aprovechan momentos festivos y que congreguen gente. Ahora eso no se puede», lamenta Amara Solís.
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