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El dolor de la pérdida no se limita. No hay un periodo establecido para dejar de lastimar la muerte de alguien cercano, pueden pasar días, meses o una vida entera. Regar las flores y acudir al cementerio es una forma más de no marchitar el ... recuerdo. A lo largo de la semana, cientos de vitorianos se han acercado a los cementerios de Santa Isabel y El Salvador adelantándose al Día de Todos los Santos que se festeja hoy. «Así evitamos que haya mucha gente», repetían ayer algunos. A pesar de que la tradición marca en el calendario el día 1 como el de visita 'oficial', cualquier otro sirve para rendir homenaje a los difuntos en un camposanto.
Que se lo digan a Rocío Pargaray, la madre de Kevin, un chico de 14 años que falleció de muerte súbita en los pasillos del centro de enseñanza Jesús Obrero hace once años y conmocionó a la ciudad. «Todos los días. Venimos todos los días del año, aunque llueva o nieve», cuenta frente a su lápida en El Salvador. Junto a ella una tía de Kevin, que lo corrobora. «Hemos llegado a estar con un rastrillo quitando la nieve de la lápida. Se nota el cuidado»,señala frente a una lápida plagada de flores y con varias fotografías del joven. Mañana, Día de Todos los Santos, volverán. Y, lo cierto, es que su testimonio duele. «Vendré a las nueve de la mañana y me iré a las seis de la tarde. Miralo, qué guapo», dice señalando una instantánea del joven.
A lo largo de la semana, las lápidas de ambos cementerios se han ido engalanando de cara al Día de Todos los Santos. Lo han notado las floristerías cercanas que el año pasado redujeron sus ventas más de la mitad. «El año pasado no se podía salir del municipio y los familiares no pudieron venir. Estos días sí que ha venido gente de otras ciudades», dice Eva, responsable de la floristería Santa Isabel. Tomó el mando del negocio en abril después de que los anteriores propietarios se despidieran tras 30 años cuidando de las plantas. «No podemos hacer la comparación con otros años.
Pero esta ha sido una semana larga», dice. Entre el miércoles y el viernes casi se agota el género. «Ha ido bien. Estamos tiesos», resume. Esa recuperación se palpa también en las estimaciones de la Diócesis de Vitoria. Antes de la pandemia se estimaba que unos 30.000 visitaban ambos cementerios durante el puente, un dato que se estima cercano estos días. Tanto hoy como mañana se celebrará en la capilla de El Salvador una misa a las 12.30 horas por todos los difuntos de este camposanto, así como por los que están enterrados en Santa Isabel.
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A pesar de que el negocio de las floristerias ha ido marchitándose con el paso de los años, este año da muestras de recuperación. «Antes estábamos tres vendiendo aquí», dice Gustavo Pollacino, que lleva 20 años con un puesto cerca del cementerio de Santa Isabel.. «Es una fiesta que se está acabando, los jóvenes no van al cementerio. Ahora se lleva más Halloween», dice mientras suena un violín en la entrada del cementerio de Santa Isabel que da a Portal de Arriaga. Bajo ese acceso con un arco en el que se lee 'Requiescant in pace', un violinista en chándal toca la melodía de 'El padrino' sin demasiado éxito de público. «Esta vez hemos notado que la gente ya no se concentra tanto en un mismo día», dice el florista. Aunque reconoce que no hay modas, los crisantemos «de colores» son los que mejor se están vendiendo.
Allí compran unas flores amarillas Elisa Bardeci y su madre Josefa Castaño. «Hemos aprovechado que estaba despejado y así evitar que haya mucha gente, aunque ya parece que no hay restricciones. Mañana iremos al cementerio de Ariñez donde también tenemos familiares», contaba Elisa sobre las once de la mañana.
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Parte de la familia Aguiriano viajó desde Burgos con el maletero cargado de flores, además de cepillos y palas para adecentar la lápida. «El año pasado no pudimos venir con la pandemia y lo llevé mal porque siempre quieres venir. Es una rutina. Además de la tradición de venir estos días, lo considero como mi casa de algún modo. Igual que limpias tu casa y la tienes en orden haces con la lápida», contaba Pilar Ciruelos, acompañada de su hija Soraya, en la lápida 178 del cementerio de Santa Isabel. En 2020, el Consistorio recomendó restringir las visitas al máximo, evitar sobrepasar los 45 minutos y acudir en grupos inferiores a seis personas. Además, el cierre perimetral imposibilitaba la visita. «Tenemos la costumbre de venir aprovechando el puente, pero el día antes de Todos los Santos».
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