La abuela que usaba a su nieta de 6 años para robar en tiendas de Vitoria

En la Ertzaintza le abrieron acta después de que el personal de seguridad parara a su nieta saliendo de una conocida tienda del centro comercial El Boulevard, ubicado en el barrio de Zaramaga. Llevaba consigo una bolsa repleta de objetos robados del local. La revisión de las cámaras de seguridad reveló que la menor, de sólo seis años, siguió las instrucciones marcadas por su familiar.

Fue la abuela quien cogió los productos de las estanterías, los introdujo en una bolsa y la dejó en una zona concreta del comercio. La niña fue a ese punto, la cogió y se encaminó a la salida como si nada. En el exterior aguardaba la mujer.

«Lo normal son las madres con hijos. Las hay que meten los productos en el carrito del bebé y otros, como este caso, entregan la mercancía al menor que se la esconde entre la ropa o la saca en una bolsa. Cuando les pillamos, el adulto te sale con excusas. 'Es que mi hijo es muy malo'. Lo hacen para intentar evitar las consecuencias legales», comparte otro vigilante jurado consultado por este periódico.

Los menores son inimputables hasta alcanzar los catorce años de edad. Aunque para este tipo de delincuencia, la ley sí contempla penalizar al adulto al margen de que el autor material del hurto sea otro.

En este caso, esta mujer, de origen extranjero y sin antecedentes penales hasta el viernes, vio manchado su expediente. Fiscalía y defensa pactaron un acuerdo, debido a que el género se recuperó al momento. Le cayeron seis meses de cárcel. Un castigo simbólico y que le librará del ingreso en Zaballa siempre que no vuelva a delinquir en el plazo de dos años. Así lo dictó el titular de esta sala de lo Penal.

Pero esta historia tiene varios reversos. «Siempre vas a aparecer en las bases de datos», aleccionan fuentes de la plantilla de la Ertzaintza.

Existen otras consecuencias al margen de las meramente legales. Son las referidas a la parte más débil de la ecuación. Los menores de edad. Turno para una experta en la materia.

Carmen Cotelo es la fiscal de menores en Álava. Habla sin medias tintas. «Evidentemente que esa cría va a asumir la marginalidad y la conducta asocial como lo más normal de su vida. Va a interiorizar que ir a robar a un establecimiento es la conducta normal», alerta.

En los juzgados vitorianos brotan los precedentes. La inmensa mayoría, eso sí, con madres e hijos como protagonistas. Hace unos meses, dos madres fueron multadas con 180 euros cada una por sisar productos de maquillaje y ropa interior valiéndose de una de sus pequeñas, menor de 14 años en el momento de los hechos.

Otro botón. En la primavera de 2015, la Policía Local detectó a otras mujeres especializadas en actuar en tiendas del centro de Vitoria con sus pequeñas como autoras materiales.

«En los delitos de hurto es muy normal que sea la familia la que realice la conducta. Bien sea en hurtos en establecimientos, bien sea de chatarra», alecciona Cotelo, quien departe a diario con los adolescentes más problemáticos de la provincia.

Respecto a las penas para los autores intelectuales, ertzainas y policías locales sondeados por este periódico remarcan que «al no existir violencia y superarse rara vez los 400 euros de botín, las consecuencias suelen ser laxas».

Cotelo piensa similar. «Las penas de corta duración mucho sentido de rehabilitación no tienen, eso es verdad. Pero es la pena que establece la ley», describe esta fiscal vitoriana. Ella apuesta por otra opción siempre que sea factible. «Se puede suspender o sustituir por trabajos en favor de la comunidad, que suelen ser más efectivos».