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1973
Con la construcción y la industria en pleno apogeo en una ciudad creciente y en consecuencia alta demanda de mano de obra para su ejecución, en Vitoria se dio hace más de medio siglo el fenómeno de los cursos de formación profesional que iniciaban en ... el oficio a quienes salían al mercado por edad en busca de un trabajo y su jornal. Eran tantos los gremios como ofertas de estudio para esos jóvenes alaveses e inmigrantes que aspiraban a aprender una profesión. La Escuela de Artes y Oficios desarrolló su propio programa educativo, que incluía, entre otros, un cursillo de construcción, de albañilería en esencia. Formaba a alumnos para las cualificaciones de oficial de primera y de segunda y de encargado de obra. En 1970 se celebró el primero de ellos y como la asistencia y el aprendizaje fueron todo un éxito, se repitió en años sucesivos siempre con José Ramón Sánchez como responsable de impartir las enseñanzas. Algunos peones de aquella época avanzaron en sus progresos inscribiéndose en más de un curso. En la fotografía, la clase de la tercera edición, en octubre de 1973.
El primer jugador extranjero en la historia del C. D. Vasconia, el canadiense Philip Tollestrup, debutó con el equipo vitoriano en un amistoso contra el Gillette All Stars el 25 de octubre de 1974 en el pabellón de Mendizorroza. Ganó el plantel entrenado por Pepe Laso (73-68), con 24 puntos del nuevo ala-pívot.
1960
«Aunque solo sea por caridad, porque no estamos exentos de vernos envueltos en este azote que sufre la humanidad». El mensaje en prensa invitaba, casi imploraba, a la buena gente a contribuir con un donativo en la campaña contra el cáncer desarrollada en toda España el domingo 2 de octubre de 1960. También en Vitoria, por supuesto, como recoge la fotografía tomada por Arqué en la calle Dato con esas señoritas hucha en mano que pegaban en la solapa del bienhechor el pequeño distintivo que lo reconocía como participante en la cuestación. Después de seis décadas, esa llamada de atención y la buena causa contra una enfermedad devastadora a la que todavía la medicina no ha podido vencer aunque sí plantar cara siguen siendo hoy igual de conmovedoras. Los vitorianos fueron generosos. Uno, dos días después de la jornada de sensibilización, se acercó al patronato provincial contra el cáncer para donar 10.000 pesetas, una nada desdeñable suma por entonces.
Vitoriana de Espectáculos (Vesa) atendió a los espectadores y adelantó media hora el inicio de la última sesión cinematográfica diaria en sus salas. El 17 de noviembre de 1960 estrenó el horario de las 22.00 para facilitar a sus clientes la vuelta a casa en torno a la medianoche.
1970
Álava Automovilista honró como siempre, a lo grande, a su patrón San Cristóbal por su festividad en julio de 1970. El colectivo con sede entonces en el bar Bujanda de la calle Independencia organizó con Imosa, la Mercedes Benz de hoy, una prueba de habilidad para conductores y una exhibición de karts frente al Ayuntamiento, en la plaza de España, ante el ojo vigilante de la autoridad por si alguno pisaba el acelerador en exceso. La tarde del día 11 se llenó de curiosos en el céntrico circuito vitoriano, salpicado de obstáculos para poner a prueba y sacar lo mejor de cada automovilista, que eran puntuados por directivos de la DKW, con José María Dueñas al frente de los comisarios. Ganó un tal Gil, con 97 puntos, dos menos que el alemán Nidl. La chavalería prestó más atención por su curiosidad a la carrera de karts, esos diminutos coches de carreras sin carrocería, caja de cambios ni suspensión, conducidos por adolescentes de la escudería Zaldivar.
El autobús de la línea Bilbao-Vitoria-Logroño, con 56 pasajeros a bordo, sufrió un accidente de tráfico el 10 de julio de 1970. El vehículo de La Unión Alavesa se salió de la calzada en el kilómetro 29 y cayó al cauce del río Altube. Hubo 39 heridos leves. El peor parado fue el chófer, con lesiones de carácter menos grave.
1972
Al montañismo vasco ya le quedaban pequeñas las más altas cimas de Pirineos, Alpes y Andes, así que dirigió su atención al Himalaya. En 1969, de vuelta de Perú, un grupo de montañeros empezó a dar forma en Vitoria a lo que sería con el tiempo la «Expedición Tximist al Everest», la primera vasca en atacar el techo de la Tierra –8.848 metros según la última medición –. La empresa de pilas Cegasa financió la aventura –diez millones de pesetas– y las gestiones al más alto nivel fructificaron con la obtención de uno de los dos únicos permisos –primavera y otoño– que Nepal concedía por año para ocupar el campo base. La vasca era la vigésimo tercera expedición en dejarse seducir por el Everest, de las que solo cinco lo habían hollado desde 1953. Hubo dos intentos de cumbre vascos por el Collado Sur, el 13 y el 26 de mayo de 1974, y ambos los desbarató la climatología. Felipe Uriarte y Ángel Rosen se quedaron a 300 metros de la hazaña en el primero. En la imagen, tomada el 7 de noviembre de 1972 en la presentación del grupo en Cegasa, aparecen de izquierda a derecha y de arriba a abajo, Ricardo Gallardo, Luis Mari Abalde, Juan Carlos Fernández de la Torre y Rodolfo Kirch; Ángel Landa, Ángel Vallejo Rosen, Alfonso Alonso, Juan Cortázar, Juan Ignacio Lorente, Patxi Lusarreta, José Antonio Odriozola, presidente de la Federación Española de Montañismo; Paco Iriondo, Felipe Uriarte y Luis Mari Sáenz de Olazagoitia. La expedición de dieciséis alpinistas la completaron Txomin Uriarte, Julio Villar, Ángel Lerma y Fernando Larruquert.
La vendimia de 1972 en Rioja Alavesa fue tardía y en consecuencia se alargó, lo que dio origen a un incremento del precio del kilo de uva. Al principio del proceso de selección se pagó a 10-11 pesetas y al final, por octubre-noviembre, en Elciego la bodega Marqués de Riscal lo abonó a 13,50. El incremento se dejó sentir después en el valor de la botella de vino puesta en el mercado.
1972
El dichoso televisor viejo tenía inquietos a los ancianos de la residencia de las Hermanitas de los Pobres de cuando estaba en la calle portal de Villarreal, antes de trasladarse a Gazalbide. La 'caja tonta' les solía cercenar las ilusiones en el momento en que más interesante se ponía la cosa y les dejaba con un palmo de narices ante la pequeña pantalla. Gustaban sobre todo las retransmisiones de corridas de toros. El 10 de marzo de 1972, días antes de la celebración el 19 de la festividad patronal de 'La Casa', como se le conocía al asilo, EL CORREO se hizo eco en sus páginas de Álava de la necesidad de un televisor para los residentes que sustituyera al deteriorado. En horas tenían en el geriátrico un 'Telefunken' de 24 pulgadas donado por un anónimo y poco después, un segundo aparato, este gentileza de Jesús Cigaráin, cuya entrega recoge la fotografía con el generoso vitoriano entre periodistas testigos de la buena obra. La monja que lo recogió agradecida aseguró que «no nos hemos atrevido a pedir más que uno» y sin embargo recibieron dos. Mejor así para contentar a los 130 mayores y sus cuidadoras.
Por marzo de 1972, la amplia colonia de cacereños y pacenses en Vitoria ya se movía para crear el Hogar del Extremeño, un lugar de encuentro que acabó haciéndose realidad. Eran casi 4.000 las familias integradas en la ciudad, luego el primer paso para su constitución consistió en la realización de un fichero de identidades.
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