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1978
En estas fechas tan señaladas para los alaveses mandan los caracoles y perretxikos en los fogones de las sociedades gastronómicas. Son manjares que sirve la madre naturaleza particularmente apreciados por estos lares, aunque muchas partidas de gasterópodos y setas de primavera procedan de vaya usted ... a saber. Tiempo atrás también las habas conquistaban los paladares y de su cultivo en Álava procedería el apelativo de 'babazorro' dado a sus habitantes. Las habichuelas fueron protagonistas en el XIII Concurso de Platos Típicos Alaveses que reunió a catorce txokos el 26 de abril de 1978 en Landázuri (en la foto). Aquella tarde maridaron con el revuelto de perretxikos y ambos platos encumbraron a la sociedad 'Las Pampas', ganadora con 78 puntos frente a 'Celedón' (75) y 'Anaiak' (70). Paralelamente se desarrolló el IX Concurso de Catadores de Vino de Rioja Alavesa. Entre trece aspirantes venció el trío txikitero de 'Anaiak' por delante de 'Urritxa'. Se les dieron a probar tintos de Laguardia (12,2º), Oyón (13,3º) y Villabuena (14,2º).
1974
La distinguida historiadora, doctora en Filosofía y Letras y profesora universitaria Micaela Josefa Portilla (Vitoria, 1922-2005) tuvo el honor de leer el pregón de las fiestas de San Prudencio de 1974 elegida por la Diputación como reconocimiento a su vasto saber y a la divulgación del pasado de Álava. Ni que decir tiene que su disertación, ante un Teatro Principal completo que disfrutó del ceremonioso acto, atrajo por su ameno contenido, exquisitamente documentado y aderezo de valores literarios.
Autora de obras imprescindibles para el estudio y conocimiento de la provincia, Portilla elogió en su lectura la figura del santo patrón, repasó el valor arquitectónico y religioso de la Basílica de Armentia y emplazó a las gentes, a sus vecinos, a preservar «el compromiso serio que nos aguarda a los alaveses de intentar hacer bien las cosas». «Tierra de paso, cruce de caminos», significó acerca de Álava.
A Portilla la acompañaron en el escenario miñones de gala y las damas de las siete cuadrillas alavesas. Antes del pregón se interpretó la Retreta y al final se cantó el 'Agur Jaunak'. También actuaron el coro Araba y los dantzaris de la academia provincial.
1960
Con la plaza de España de Vitoria se puede contar para casi todo. En amistosa competencia con su vecina triangular de la Virgen Blanca, la monumental obra que trazó Justo Antonio de Olaguíbel hace 240 años para dar cobijo a la Casa de la Ciudad es justamente eso, el salón de estar de los vitorianos, el foro del entretenimiento, el escenario incomparable del municipio. Así que a nadie le puede extrañar que en virtud de ese carácter multiusos que la distingue históricamente, la plaza consistorial se ofreciera también para la celebración de un festival de deporte rural el 28 de abril de 1960 dentro del programa de actos por San Prudencio.
Organizado por la comisión de Festejos vitoriana, el encuentro deportivo ofreció un desafío entre dos aizkolaris de reconocido prestigio y un campeonato de sokatira con la intervención de empleados de cuatro empresas locales. El 'Chato de Zeánuri' estuvo más diestro con el hacha y batió a Uribiondo en el corte de cuatro troncos. Le sacó 1.24 minutos. Y con la soga fueron más fuertes los operarios de Industrias del Motor (IMOSA), que ganaron la final al sexteto de Forjas Alavesas.
1985
Es irreverente referirse al patrón de Álava, San Prudencio, como 'santo meón', pero resulta que se recuerdan mucho y peor los 28 de abril con acompañamiento de frío, lluvia o nubes que los hermosos y soleados, y quizás hasta puede que los segundos sean más en número. En concreto el del año 1985 corresponde al catálogo de los días plomizos sobre Armentia y sus campas mullidas de verde esperanza. Aquella mañana de domingo amaneció con el cielo encapotado y llovió a lo largo de la jornada de manera intermitente. Entre que la climatología desaconsejaba el paseo hasta la basílica y que la festividad de Álava caía en medio de un puente de cinco días, lo cierto es que la afluencia de romeros se dejó sentir, aunque la imagen de Eduardo Argote, tomada por la tarde, apunte a todo lo contrario. Eso sí, los paraguas, chubasqueros y otras prendas de invierno se pasearon animosos entre los puestos de rosquillas bendecidas -a cien pesetas la media docena-, las churrerías, que hicieron su agosto, y las barracas, que llamaron la atención de los críos. Fue después de la sobremesa cuando más animada estuvo la fiesta en el coqueto pueblo vitoriano en claro desafío al parte meteorológico y sus isobaras. A pie, en coche o en el urbano, familias y cuadrillas de jóvenes, algunas con vestimenta de blusas, honraron a San Prudencio un año más.
1993
Las conocidas hoy como 'Fiestas de Álava. San Prudencio y Nuestra Señora de Estíbaliz' se celebraban antes por separado, cada una con su programa y la del patrón de Armentia, por su arraigo y cercanía a la capital, con mayor protagonismo que la de la virgen. Así fue hasta 1993, cuando por primera vez la Diputación Foral de Álava enlazó ambas tradiciones para darles una continuidad en el tiempo -una semana desde el pregón hasta el 1 de mayo- e idéntico valor festivo. «Que San Prudencio y Estíbaliz tengan la misma relación, trascendencia y significado», aclararon entonces fuentes forales. También se daba por sentado que serían necesarios años de costumbre para alcanzar el propósito y consolidar el nuevo calendario entre los romeros. El día de Estíbaliz de 1993 (en la foto), que amaneció grisáceo, empezó en el cerro con la misa, a la que siguieron el recuperado campeonato de baile suelto y de aurresku, el primer certamen culinario de patata alavesa y una exhibición de deporte rural. Cientos de alaveses se acercaron para disfrutar de la jornada y de paso adquirir productos locales en los puestos.
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