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1974
Después de ascender con el Alavés a Segunda en 1974, Modesto Tobalina (1944-2016) dejó el fútbol a los 30 años, aún con carrera por delante, y se entregó a la docencia como profesor de delineación. Ya retirado de la práctica deportiva, el vitoriano todavía ... vistió una vez más la camiseta de portero para participar en el partido de homenaje que le tributó el club como colofón a una década de albiazul. El reconocimiento se preparó para distinguir a un futbolista ejemplar, pero nada salió conforme a lo previsto aquel 17 de noviembre de 1974. A Mendizorroza acudió muy poco público porque ni acompañaba el equipo, colista, ni la tarde, lluviosa y fría. Tampoco respondió el rival. El Operário de Campo Grande (Brasil) tuvo un comportamiento impropio que obligó al árbitro a suspender el juego en el minuto 50 después de soportar entradas temerarias, discusiones, marrullerías y la agresión al alavesista Frechilla por los ocupantes del banquillo saldada con dos expulsados. Ambos volvieron sobre sus pasos camino del vestuario y se enfrentaron a golpes con la policía que trataba de impedírselo, trifulca a la que se sumaron otros futbolistas y que puso fin al partido. Tobalina, que encajó el único gol del amistoso en el minuto 7, jugó hasta el 20, cuando fue sustituido por Alarcia. Antes, su hija Idoia había hecho el saque de honor. En la fotografía, el presidente Juan Arregui le hace entrega de la insignia de oro y un banderín del Alavés en presencia de los directivos Calvo, a la izquierda, y Valle.
1962
Un edificio tan antiguo como la Catedral de Santa María, del siglo XIII, se ha sometido a lo largo del tiempo a diversas rehabilitaciones para reparar su constante deterioro. La más reciente es de sobra conocida por los vitorianos y forasteros. Lo es gracias a esa fascinante iniciativa conocida como 'Abierto por obras' que lleva años compaginando los trabajos de los arqueólogos, historiadores y demás gremios con el acceso controlado de visitantes al interior del templo para contemplar lo que en él se está haciendo y descubriendo. Décadas antes, en 1960, la vieja catedral vitoriana también pasó por una restauración integral, menos ambiciosa pero igual de necesaria por la gravedad de los desperfectos. Manuel Lorente redactó aquel plan y buena parte de la reforma quedó lista para el 28 de abril de 1962, con motivo de la celebración del centenario de la Diócesis de Vitoria, ensalzada con las reliquias que de San Prudencio se trajeron de Logroño.
Además de consolidar las estructuras del templo catedralicio, renovar su iluminación y pavimento y darle un profundo lavado de cara con la restauración de hace seis décadas, Santa María mejoró el volteo y bandeo de sus campanas con la sustitución de los viejos yugos de madera por unos metálicos. Fueron alzados hasta lo alto de la torre mediante un sistema de poleas, como se observa en la foto, y por primera vez el repique fue eléctrico.
1935
La burguesía vitoriana de hace un siglo charlaba de sus cosas y bailaba al ritmo de la música de orquestina en los salones privados de sociedades de recreo como el Casino Artista o el Círculo. Al aire libre disfrutaba de pícnic y paseos en espacios discretos, así como de la práctica deportiva vinculada al tenis, el patinaje o la hípica, entre otras actividades de ocio. Montar a caballo era propio de las gentes pudientes por la propiedad del animal y sus muchos cuidados. Al margen del ámbito militar -en la ciudad hubo regimiento de caballería-, solo unos pocos vitorianos de clase alta disponían de montas. Dieciséis amazonas y jinetes repartidos en ocho parejas mixtas participaron en un 'rally paper' -marcha hípica de campo a través- organizado por el Vitoria Club, con sede en el paseo de Fray Francisco, el 29 de agosto de 1935. La competición ecuestre, de marcado carácter social, discurrió entre los límites de una amplia finca de los marqueses de la Alameda próxima al club de tenis. El recorrido se fijó previamente y contaba con obstáculos naturales y artificiales para hacerlo más exigente al galope del corcel. Ganaron Conchita Benito y Rafael Verástegui, en la foto, que invirtieron siete minutos en cubrir el paseo.
1968
Juan Etchebarne, Pedro Pablo Etchegoyen y Pedro Etcheverry. Por sus apellidos vascofranceses -con grafía anterior a su conversión al euskera- se les llamaba 'Los tres Etches' y se hicieron conocidos por recorrer andando una larga ruta por el norte de España en paralelo a los Pirineos a través del País Vasco, Castilla y León, La Rioja, Navarra y Aragón. Salieron de Mauleón, al otro lado de la frontera, el 15 de mayo de 1960; se dieron la vuelta en Huesca y alcanzaron el punto de partida al cabo de un mes, el 16 de junio. Unos días antes, el domingo 5, entraron en Vitoria en loor de multitudes, como prueba la fotografía con los andarines en la plaza de la Virgen Blanca en una lluviosa noche. Eran más de las ocho. De hecho, su llegada se retrasó para evitar que coincidiera con un festejo taurino que se celebraba en la plaza de toros a beneficio del C. D. Vitoria. 'Los Etches' portaban un mensaje de paz y amistad que dejaban en los lugares por los que transitaban de etapa en etapa, un total de 31. Llegaron a Álava desde Miranda de Ebro y en Rivabellosa les recibió una representación foral con motoristas. En Lapuebla, Nanclares y Gomecha se les sumaron deportistas locales y ya en Vitoria, en el garaje Goya, les agasajaron autoridades y txistularis, que les escoltaron hasta la recepción en el Ayuntamiento, donde sonó 'Celedón'.
1961
¿Dónde está la torre de doña Ochanda?, se preguntará quien haya identificado la casona vitoriana fotografiada desde el cantón de las Carnicerías a la altura de la calle Zapatería. 'La casa de la Quintina', como se la conocía en su momento, yergue desmochada y amenaza derrumbe. El 5 de octubre de 1961, 'Vitoriano de Álava' (Venancio del Val) se interesaba en EL CORREO por el futuro de un solariego edificio del siglo XV propiedad de los marqueses del Fresno: «¿Va a ser restaurada o se va a derribar?», era la inquietud del cronista acerca de la histórica casa amurallada. Adquirida por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Vitoria, se reformó con los años conforme a proyecto de Emilio de Apraiz. El arquitecto no solo acondicionó el inmueble, también se tomó la licencia de incorporar una torre al bloque de la izquierda, una invención con la que de alguna manera quería recuperar la atalaya que debió de tener en la Edad Media. El arreglo de la Torre de doña Ochanda concluyó en agosto de 1970 y desde entonces ofrece el aspecto que hoy conserva, a mitad de camino entre la leyenda y la recreación artística.
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