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Algo debió apreciar el seleccionador nacional de baloncesto, Antonio Díaz Miguel, para aventurar durante la inauguración del Pabellón Álava, el actual Fernando Buesa Arena, que el recinto deportivo «va a despertar en Vitoria una mayor afición». Pues así fue, como lo bendijo el técnico, ... porque aquella cancha de 5.400 asientos supera ahora, tras sucesivas reformas, los 15.500 y en algunas citas la grada se acerca al lleno. «Es una maravilla arquitectónica», dijo también el viejo zorro de la nueva casa del Baskonia, levantada sobre lo que fue el Recinto Ferial de Betoño. ¿Qué diría si la viera hoy? El Taugrés acababa de mudarse del polideportivo de Mendizorroza, pequeño para las ambiciones de la ACB, a Zurbano, a un pabellón que enfrentó al Ayuntamiento, reacio al traslado y picajoso con la obra, y la Diputación, la propietaria del solar. El 15 de septiembre de 1990, el diputado general, Fernando Buesa, puso el balón en juego con el primer salto entre dos con Rivas y Gorroño. El Taugrés ganó al Atlético de Madrid en la prórroga (87-84). En la foto, el calentamiento de aquel partido de pretemporada.
Uno de cada cuatro vitorianos ya consideraba en 1990 que vivía en una «ciudad ruidosa», según los datos recogidos a través de una encuesta por el departamento municipal de Salud y Consumo (Demsac). El año anterior, los vecinos de Vitoria habían presentado denuncias contra 133 establecimientos por causar molestias.
Dos hermanos treintañeros y un compinche, ninguno vitoriano, hicieron de la calle Dato un escenario de película al enfrentarse a tiros con la Policía cuando les sorprendió saliendo de la central del Banco Hispano Americano con un botín de once millones de pesetas. El atraco ocurrió el 23 de julio de 1987 sobre las dos de la tarde, al límite del cierre de la entidad. No pudieron acceder a la caja fuerte, aunque lo intentaron, y su codicia les jugó una mala pasada porque un empleado de la sucursal activó la alarma. Fuera, entre decenas de viandantes asustados, les esperaban numerosos agentes que les dieron el alto mientras ellos, sin atender a la orden, iniciaban la huida con disparos al aire. Los policías respondieron y alcanzaron al primero de los ladrones, herido en su mano izquierda, que acababa de deshacerse del dinero. La detención de los otros dos también fue peliculera. A uno le pillaron debajo de una cama en un piso de Dato y al tercero, una hora después, en uno de Florida. El 17 de mayo de 1989 se celebró el juicio en la Audiencia Provincial, con sentencia condenatoria: ocho años y cuatro meses de cárcel para cada uno de ellos.
Por indicación de Euskaltzaindia, el Gobierno vasco autorizó al municipio de Maestu su cambio de denominación por el de Arraia-Maeztu. La resolución se publicó en el BOPV del 15 de julio de 1987. Ya estaban vigentes las de Alegría-Dulantzi, Aramaio, Iruña de la Oca, Legutiano, Okondo, Vitoria-Gasteiz y Zalduondo.
En la Navidad de 1966 abría un nuevo cine en Vitoria, el Astoria Palace, el décimo en la cartelera, con la proyección de la oscarizada 'El barco de los locos' el 16 de diciembre. En pleno apogeo de salas, la mayoría propiedad de Vesa, la también local Promotora de Espectáculos y Negocios quiso trasladar el modelo que explotaba en el Teatro Amaya, en la calle La Paz, a la más céntrica y prometedora General Álava. Se fijó también en los bajos de un bloque de viviendas, el 28, pero por razones de espacio renunció a la habilitación de un escenario y se contentó con una moderna gran pantalla. Asumió el encargo el arquitecto José Luis López de Uralde, que ya había construido el Amaya y los Samaniego en lonjas y patios. El Astoria Palace, con su irregular patio de 960 butacas, su llamativo luminoso y un vestíbulo que invitaba a entrar, atrajo al espectador. «Único salón del norte de España con climatización completa invierno-verano», se promocionaba. Pero con el tiempo el cine perdió interés y en su caso sucumbió a la oferta de compra del local por la cadena de moda Zara. Así, el 20 de enero de 1986 cerraba con el último pase de 'A toda marcha'.
Para dotar a los ayuntamientos de mayor capacidad recaudatoria, la Diputación creó hace 54 años el «impuesto municipal sobre circulación de vehículos de motor mecánico y sus remolques por la vía pública». En 1967, Vitoria lo cobró por primera vez a motocicletas, turismos, furgonetas, motocarros, autos, camiones y arrastres.
Es muy posible que nadie haya contribuido tan eficaz y universalmente a fijar a Vitoria en el mundo como Heraclio Fournier y sus naipes. Siglo y medio después de que el impresor burgalés se instalara en 1870 con un modesto taller en el número 5 de la plaza Nueva, las cartas con su característico as de oros, ahora fabricadas en Gojain, se siguen repartiendo y con ellas jugando en casas, tascas y casinos de decenas de países. La Medalla de Bronce en la Exposición Universal de París en 1878 condecoró a una firma pionera, ya líder, que en el ámbito local amplió el negocio con su mudanza a Manuel Iradier-Fueros. A la muerte del fundador, su nieto Félix Alfaro tomó las riendas de una casa que también encabezó las exportaciones alavesas hasta bien entrado el siglo XX. En 1948, 'Naipes' se trasladó a San Cristóbal (en la foto), junto a la Fábrica de Hebillas, donde estuvo hasta 1993, consolidando un singular barrio industrial, hoy lleno de viviendas y recuerdos.
El vecino de Respaldiza Luis O. A., de 28 años, fue condenado en mayo de 1948 a dos penas de muerte por asesinar a su padre y a su hermano. Un año antes había disparado contra ellos en el caserío familiar, donde también mató a golpes a su cuñada embarazada de ocho meses. El reparto de la herencia desencadenó el cuádruple crimen.
Para muchas familias vitorianas de los años 60 y 70, el parque municipal de Gamarra fue su primer destino vacacional, el equivalente al pueblo o Benidorm en agosto. Como el jornal no daba para viajar, aquí al lado, a la vera del Zadorra, se extendía una enorme zona verde donde tomar el sol, refrescarse o entregarse a la tortilla de patata previo pago de una módica entrada. Dueño de un inmenso terreno al norte de la ciudad reservado a la expansión industrial, el Ayuntamiento le hizo un hueco al ocio entre las nuevas factorías y el río y acondicionó 200.000 metros cuadrados para el disfrute de sus vecinos. Abierto años antes, el complejo lo inauguró el dictador Franco entre elogios el 29 de julio de 1964. Y no era para menos. Se podía llegar hasta en tren, con apeadero en Escalmendi, y lo tenía todo: tres piscinas, playa artificial, vestuarios y aseos, campo de fútbol, canchas polideportivas, bares, parking... También se plantaron 5.000 árboles para garantizar una buena sombra en el futuro.
En su número del 5 de julio de 1964, EL CORREO publicó una entrevista con David, portero en el Hospital Civil de Santiago. El hombre, vecino de Vitoria desde 1955, casado con una navarra, tenía de particular el apellido Soria en sus cuatro primeros. Y había nacido en Las Fraguas (Soria).
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