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1934
La joven Felisa Ruiz fue, sin duda, la reina del Carnaval vitoriano de 1934. Su traje de valquiria -en la foto- confeccionado por ella misma, modista, llamó la atención del jurado de los concursos a los que se presentó y del público que los siguió ... en el Nuevo Teatro (Principal) y el Casino Artista Vitoriano. Los carnavales de hace 88 años se distinguieron por ser un tiempo de transgresión comedida que se disfrutaron a resguardo, en los salones de recreo con bailes y desfiles de disfraces, y no tanto en la calle, donde eran pocas las máscaras que se dejaron ver, cuentan las crónicas. El lunes 12 de febrero, con organización de Vesa, por el escenario de la calle San Prudencio pasaron niños y señoritas con sus atuendos. Entre los veinticinco pequeños, que recibieron un paquete de caramelos y un globo de regalo, se vió a una vampiresa, una gitana, un centurión, un diablo... El concurso femenino, después de proyectada la ópera bufa 'Una aventura nupcial', se lo llevó Ruiz, premiada con 150 pesetas. Juanita Retana, de duquesa gitana, y Concha Azcorreta, de madame Satán, se repartieron el segundo y tercer puesto y 100 y 75 pesetas. Al día siguiente, en el Casino, Felisa repitió éxito de valquiria, con Juanita y Concha invirtiéndose los reconocimientos esta vez. Hubo también un concurso masculino, muy poco concurrido, ganado por el 'chino' Carlos López, seguido de Agustín Zabaleta, vestido de ciclista. El miércoles 14 se acabó el Carnaval con la 'Quema de la sardina'.
1959
A las tablas del Teatro Principal se subieron artistas consagrados de la escena local y otros noveles para representar con esmero 'La verbena de la Paloma' en doble sesión el sábado 9 de mayo de 1959. La velada lírico-musical fue el acto cultural más relevante del programa que prepararon los antiguos alumnos de los colegios San José y Arana -desde 1903 en Vitoria- para recordar al fundador de la congregación de los Clérigos de San Viator, el Padre Louis Querbes, en el centenario de su fallecimiento. Don Hilarión, Julián, don Sebastián, la tía Antonia, el sereno, 'señá Rita' y demás personajes de la célebre obra escrita por Ricardo de la Vega con música de Tomás Bretón hicieron las delicias del público que abarrotó la sala de la calle San Prudencio. José Gómez, 'don Pepito', en el papel del tabernero, protagonizó el apoteósico final. Jesús María Viana, Ignacio Bajo, Ramón Garay-Gordóvil y Esperanza Matauco, entre otros actores y acrtices de los muchos que intervinieron en la función, se ganaron los aplausos del respetable. Como también, Gregorio de Altube, por su adaptación; Juan Sagarna, como director de escena, y los músicos Félix Larrañaga, con la batuta orquestal, y Maximino Lizarralde, maestro concertador.
1915
Con camisa de vestir blanca juega el equipo de 'Los Exploradores' y con camisola a rayas, un atuendo deportivo más apropiado, el de Corazonistas. Son más de las tres y media del domingo 14 de marzo de 1915. Una campa en El Polvorín Viejo cumple la función de campo de 'foot-ball' sin hierba y con el público respetuoso sobre los límites imaginarios del terreno de juego. El partido en cuestión inaugura el primer torneo oficial celebrado en Álava según las crónicas. La Copa 'New Club' infantil, creada por la sociedad del mismo nombre, reúne a cuatro equipos de jugadores menores de 15 años. Completan el cartel el colegio Santa María y un conjunto improvisado por la entidad organizadora. El entusiasmo inicial decae pronto, en cuanto se comprueba el desigual nivel de los contendientes, y la renuncia de Marianistas lleva a la cancelación del cuadrangular a falta de dos jornadas. El 2 de mayo, tras cuatro enfrentamientos, el jurado nombra «campeón infantil de Álava de 'foot-ball' 1915-16» al equipo del colegio de los Hermanos del Sagrado Corazón. 'Los Coras' habían ganado el primer asalto, al que corresponde la foto, por 3-1 y golearon al 'New Club' en el segundo (5-0). La reseña periodística de J. Bravo V. de aquel primer 'match' termina: «Un partido interesantísimo, una tarde espléndida y unas mujeres más espléndidas que la tarde».
1915
Aunque parezca mentira o poco creíble, la inaudita fotografía está tomada a las afueras de Vitoria, en Abechuco concretamente, y quienes posan en ella son militares marroquíes que participaron en un concurso de tiro en el campo de Araca los días 5 y 6 de agosto de 1935. «La patrulla de moros sale de Ceuta», anunciaba el diario alavés 'La Libertad' el viernes 2 con una breve reseña a pie de página en la que daba cuenta de otros detalles de tan enigmáticos protagonistas. Después de un largo y pesado viaje llegaron a la capital el domingo 4 en el tren-correo de las tres de la tarde. Aunque debían de ser once, en el retrato de Ceferino Yanguas aparecen ocho. Se publicó que el grupo lo componían un teniente, un oficial, un sargento, un cabo y siete soldados. Pertenecían al Mehal-la (campamento o tropa, en español) de Gomara nº 6 con cabecera en Xauen, uno de los cinco territorios del Protectorado Español de Marruecos hasta su independencia en 1956. La patrulla africana fue la atracción de un certamen de tiro que, incluido en el programa festivo de La Blanca, se alargó diez días. No debieron ser muy precisos los marroquíes con sus disparos de fusil a las siluetas pues ni aparecen en las clasificaciones. Para recompensarles la organización distinguió al mejor de ellos, a un tal Hamed B. Moh Slifin, con una copa. Además de los premios por sus méritos, los militares participantes saciaron su sed con refrescos y un barril de cerveza gentileza de la casa Knörr.
1933
El ladrido de unos perros y gritos desgarradores en demanda de auxilio alertaron a una vecina de Portal de Urbina (hoy Portal de Legutio) de que algo terrible acababa de suceder en las inmediaciones de su domicilio. El reloj pasaba de las tres de la madrugada del 18 de octubre de 1933. Los lamentos en la oscuridad procedían de una camioneta que se había salido de la carretera y estampado contra un chopo cerca de la caseta del cobro de arbitrios a la entrada a Vitoria por Gamarra. Al llegar las asistencias al lugar del accidente solo pudieron certificar la muerte de quien iba al lado del conductor, un joven de 17 años vecino de Laredo. El chófer, de 23 y residente en Lamiaco (Vizcaya), falleció al cabo de tres horas en el cuarto de socorro del hospital a causa del gravísimo politraumatismo que sufrió al recibir de lleno el impacto. Por fortuna, su cuñado, de 38 años y también de Lamiaco, salió ileso de la tragedia. Se salvó porque había abandonado la cabina de la furgoneta para echar una cabezada en el remolque. La 'Chevrolet 6' con matrícula BI-9911 había salido de Laredo a las diez de la noche y se dirigía a Logroño con 900 kilos de sardinas.
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