Bautismo continental del Baskonia y la primera tamborrada

Una sucesión de incendios forestales, hasta una decena, devastó más de 2.000 hectáreas de arbolado y matorral en los montes de Álava a lo largo de septiembre de 1985. Ardió más del 2% del total. Los más graves afectaron a las sierras de Badaya y Cantabria.

Trajes alquilados en San Sebastián, barriles prestados, ensayos obligatorios y con 'instrumentos' de pega para familiarizarse con las cinco canciones del repertorio inicial, una ilusión desbordante entre sus 250 protagonistas de trece sociedades populares y un gentío que la arropó. La tamborrada-retreta 'a la donostiarra' de Vitoria nació a los postres en una cena en Ametza, en Domingo Beltrán, y tiempo después, madurada la idea y salvados los imponderables, se estrenó en un largo pasacalles la noche del 27 de abril de 1975. Cumplió con creces su propósito: amenizar la víspera de San Prudencio, pobre de contenido. Aquel primer estruendo solo se ha callado tres veces en 46 años. En 1976, por los sucesos del 3 de marzo, y las dos últimas, por el coronavirus.

«La de abril, para mí; la de mayo, para el amo y la de junio, para ninguno», dice el refranero de la seta primaveral. El perretxiko alavés, en definitiva. Por San Prudencio de 1975 los hubo en abundancia y se vendieron entre 1.200 y 1.800 pesetas el kilo.

Uno o varios desconocidos atacaron la figura de San Prudencio en su monumento al final del paseo a Armentia y destrozaron la cabeza del báculo que sostiene en su mano izquierda dos días antes del 28 de abril de 1998. Seguramente, la empuñadura del bastón pastoral recibió el impacto de un objeto, quebró el mármol blanco en un punto débil de la escultura y se fragmentó al caer al suelo. Una vecina del pueblo dio la voz de alarma y la junta administrativa del concejo puso el hecho en conocimiento de la Diputación y esta, de la Policía. Había que actuar con celeridad para reponer la pieza a tiempo, de cara a la inminente festividad del patrón de Álava. Como no se pudieron recuperar todos los trozos de la piedra rota, restauradores de Geroa confeccionaron en apenas ocho horas una réplica en escayola que se fijó la noche anterior. Fue el tercer acto vandálico que sufrió la figura desde su inauguración el 28 de abril de 1940.

La tamborrada infantil echó a andar el 28 de abril de 1979 con pequeños de ambos sexos y edades entre los 7 y 12 años pertenecientes a las sociedades participantes en la marcha de adultos. En el desfile txiki de 1998, Andrea Perales, del colegio Koldo Mitxelena, se convirtió a sus 12 años en la primera niña directora de barriles.

La primera visita de Juan Carlos de Borbón a Vitoria fue de algún modo imprevista, a título personal y de apenas un día, de la tarde del sábado 6 de abril de 1957 a la del domingo. Por entonces, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias tenía 19 años y se formaba en la Academia General Militar de Zaragoza, de donde vino en coche. Al llegar, vestido con traje de diario de caballero cadete de infantería, lo hizo directamente a San Miguel, donde le esperaban el alcalde, Luis Ibarra, y demás autoridades. Asistió a misa, oró y visitó la capilla de la Virgen Blanca, ante la que cantó la Salve y depositó unas flores recién regaladas por unas damas. Pernoctó en la mansión de la familia Elío, en Ramón y Cajal, en cuyos jardines ofreció una recepción antes de la cena. Más intensa fue su mañana de domingo. Ya de paisano, subió a Estíbaliz, visitó los embalses, pasó por el naciente polígono industrial de Gamarra-Betoño, conoció las obras de la Catedral Nueva y paseó por el centro de Vitoria, en la foto con el alcalde.

Proeza del Club Alpino Alavés. A primeros de abril de 1957 se difundió el éxito de tres vitorianos que abrieron otras tantas vías inéditas en las paredes rocosas de Eguino. Elías Ruiz de Alegría, Julio Irazusta y Avelino Isasia lo lograron con lo básico: clavijas, mosquetones, mazas y cuerda.

Su construcción sobre un solar en la confluencia de Manuel Iradier (antes Sur) y Fueros, frente al colegio del Sagrado Corazón, fue paralela a la de la vieja plaza de abastos. La de la alhóndiga arrancó con la primera piedra en 1897 y abrió en 1904 pero a diferencia del mercado su derribo fue anterior, en julio de 1968, tras 64 años de actividad, al principio muy intensa. Una y otra acabaron igual, reducidas a cascotes, tendencia que a lo largo de las décadas se llevó por delante edificios civiles y religiosos en Vitoria que poco o nada, y por distintas razones, se hizo por su conservación. También la alhóndiga, de una sola planta, con la puerta principal en el chaflán de Manuel Iradier con Fueros, era de hermoso diseño. Al almacén municipal llegaba y dentro se guardaba aquel género, voluminoso y comestible, que no pagaba el impuesto a la entrada a la ciudad, en las casetas de arbitrios. Luego, al retirarlo, sus dueños sí debían abonar las tasas de los productos solo si se distribuían y vendían en el comercio local.

Una insólita exposición, la de un ballenato de 3.000 kilos y siete metros, atrajo a cientos de curiosos a la plaza de España la mañana del 4 de julio de 1968. Capturado por unos amigos en Santurce, antes de convertirse en harina de pescado sirvió de reclamo para recaudar fondos benéficos.