![Los amigos del Mineral, la fiesta de cumpleaños y la pianista francesa](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202109/15/media/memos-1248x770.gif)
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1972
«Los asiduos amigos del Mineral» se juntaban a diario para dar un paseo hasta el bello rincón vitoriano y celebraban cumpleaños, santos o cualquier otro acontecimiento con un trago de vino y algo de comer en el Rosi, en la «Herre». Habían sido ajustadores, ... torneros, pintores, impresores, tallistas, carpinteros... y con edades comprendidas entre los 79 y los 61 sumaban conjuntamente 1.003 años. Los quince eran Gonzalo Fernández, Eusebio Gorostiza, José Mellado, Luis Sáez, Pedro Balanzategui, Alejandro Pangua, Luis Fernández, Juan Fernández, Antonio Silva, Rafael Herrero, Rufino Zárate, Luis Presa, Restituto Sánchez, Juan Peciña y Felipe Alcarraz. En la foto comparten con la boina calada que a uno «le ha salido bien una operación y cobrado unas pesetillas».
La comisión permanente del Ayuntamiento de Vitoria acordó el 20 de septiembre de 1972 las denominaciones de avenida de Los Huetos, plaza del Dantzari y calle Isaac Albéniz a tres nuevos espacios públicos surgidos en la ciudad.
1961
Una imagen de lo más enternecedora ocupó espacio preferente en una página de EL CORREO el 30 de marzo de 1961, Miércoles Santo. La de una perra sin amo conocido ni casa donde guarecerse y ser atendida que parió cinco cachorrillos a plena luz del día en la calle José Lejarreta. Los chavales de la popular barriada vitoriana de Judimendi les prestaron todas las atenciones posibles, mimando a la peculiar familia canina y haciendo guardia para cuidar de la madre y sus crías recién nacidas. Se convirtieron en un tierno entretenimiento de los vecinos, que no abandonaban a suerte a los perritos sin hogar ni a sol ni sombra. De manera provisional, a la espera de algún alma caritativa que se decidiera a hacerse cargo de ellos tomándolos en adopción y dándoles una casa, comida y cariño, la alegre pandilla de Judizmendi les buscó apacible acomodo en los bajos de una casa. Allí, los animales se refugiaban al anochecer después de quedarse a solas los seis, sin sus atentos amiguitos.
El 7 de abril de 1961 falleció en su domicilio de Madrid el insigne músico vitoriano Jesús Guridi. Acababa de regresar de Murcia, donde había participado como jurado en un concurso de canciones. De pronto se sintió mal, se desvaneció y para cuando llegaron las emergencias, había muerto.
1967
Aunque faltan edificios, calles, comercios y otros elementos urbanos que ayuden a localizar la ubicación desde la que está tomada la fotografía, el lugar es fácilmente reconocible si uno mira al fondo y descubre la Torre de Doña Ochanda aún mocha, sin almena que la eleve. Se observa el estado constructivo de las calles Gorbea y Badaya al inicio de 1967, con un gran bloque de viviendas al frente todavía sin habitar y el solar, a la izquierda, donde más tarde se levantaría la iglesia de San Mateo Apóstol. La imagen se empleó para ilustrar un artículo sobre el decreto que regulaba el Índice Municipal de Valoración del Suelo en Vitoria. A grandes rasgos, la ley venía a poner precio a cada espacio de la ciudad. Así, el metro cuadrado comercial en la calle Dato, en su tramo entre Postas y San Prudencio, era el más caro, 7.927 pesetas, cien veces más que las 78,70 que costaba el mismo terreno en Ariznabarra y Serafín Ajuria. Y el metro cuadrado edificable oscilaba entre las 825 y las 64,80 pesetas.
«El mejor de los acontecimientos presenciados ayer (15 de junio de 1967) en el mercado fue, sin duda, la aparición de los cangrejos en cantidad aproximada de 44 docenas», escribió María Estíbaliz en la sección 'El jueves, mercado'. Doce pequeños se vendían a 20 pesetas y la docena de grandes, a 45.
1958
Ella sí, ella, Emilia Ruiz, sentada pero tiesa, se ofrece decidida, mirando con sus gafas a la cámara, esbozando una discreta sonrisa que esconde su dentadura, feliz de la vida, o al menos lo parece, porque acaba de cumplir 90 años. La acompañan, con desigual rictus, sus amigas, señoras del siglo XIX, abuelas del XX, abrigadas para combatir el frío, enmarcadas por una alacena que guarda botellas, botijos, tazas, tiestos... Una estampa de otro tiempo, desde luego, con descaro ambiente lúgubre, casi fúnebre, como si la cosa fuera de luto, que la publicó EL CORREO de Álava en sus páginas dentro de la sección 'Vida de sociedad' el 19 de noviembre de 1958. Hace 63 años de esta imagen, no hace tanto, y sin embargo todo en ella parece más viejo de lo que en realidad es. No se da detalle de la razón por la que Arqué (Fede Arocena y Goyo Querejazu) acudió a la casa de doña Emilia a testimoniar la efeméride ni si se soplaron velas. Pero el redactor sí dejó escrito su deseo: «¡Y que lo disfruten muchos años!».
El final del verano de 1958 trajo restricciones al consumo de agua en Vitoria. El Ayuntamiento dispuso que el suministro se activaría de siete de la mañana a cinco de la tarde, aumentando la presión de doce a dos. El resto del día se daba tiempo a que el depósito de Albina recuperara su capacidad.
1971
La francesa Alice Hubertine, más conocida por Lily Bienvenu, estuvo en Vitoria el 25 de octubre de 1971 para ofrecer su segundo concierto de piano en años. Invitada por el Círculo de la Alianza Francesa, tocó y maravilló al auditorio en el Aula de Cultura de la Caja Provincial de Álava con obras de Bach, Bramhs, Debussy, Fauré, Chabrier y tres de su propio repertorio. Aunque nacida en La Haya (Países Bajos), creció y se formó en Francia, donde estudió piano en los conservatorios de Nantes -a los 13 años recibió un premio por su virtuosismo- y París antes de dedicarse a la interpretación, composición y enseñanza. La crítica aplaudió aquella actuación en la capital alavesa. El organista, compositor y profesor Maximino Lizarralde escribió para EL CORREO: «Animo a que acudan siempre que puedan a estas sesiones del aula de cultura, de las que no saldrán defraudados, sino perfectamente encauzados en la apreciación de la música que siempre es necesaria a todo aficionado».
En el bar Guridi, en Desamparados, paró una familia francesa el 24 de octubre de 1971. La mujer se dejó el bolso, que fue recogido por los dueños, percatándose del olvido en el paso de la frontera. Los viajeros volvieron a Vitoria y recuperaron el complemento, en cuyo interior había dinero y joyas por valor de 100.000 pesetas.
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