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La secuencia de la línea policial esquivando botellazos, recibiendo patadas y manteniendo la posición a varazo limpio se hizo viral. Aquel 1 de enero de 2019, Vitoria se puso en el mapa informativo nacional por la batalla campal en las inmediaciones del gaztetxe. Entre una ... turba de unos 150 jóvenes a los que la fiesta se les fue de las manos y una treintena de agentes locales que acudieron tras las llamadas de queja de varios vecinos. Seis uniformados resultaron heridos, hubo cinco detenidos y siete identificados.
Año y medio después, cuatro de los implicados han aceptado su responsabilidad en la tangana. El Juzgado de lo Penal número 1 les ha condenado a penas menores por delitos de atentado y de lesiones. Tres han recibido condenas de un año y medio de prisión. El cuarto, de tres meses.
Al carecer de antecedentes penales antes de estos hechos, los cuatro librarán del paso por el centro penitenciario de Álava. Eso sí, han abonado algo más de 7.000 euros entre multas e indemnizaciones por las heridas causadas. Un agente local necesitó de 90 días para recuperar la movilidad en un hombro. Le han quedado secuelas.
Todo empezó a eso de las 9.00 horas de aquel 1 de enero, cuando patrulleros se personaron en el gaztetxe para pedir que cesara la música. En el 092 se habían recibido llamadas de vecinos «hartos» del ruido. Una patrulla fue encerrada dentro del edificio. Pidieron apoyo por emisora interna y la zona se llenó con todos los policías locales operativos a esas horas.
Aquello degeneró en una batalla. Uno de los ahora condenados arrebató una defensa a un uniformado y le pegó con ella. Otro repartió varias patadas. Casi todos los escarceos fueron grabados por vecinos de la zona.
El Gabinete Urtaran, a través del entonces teniente de alcalde, el socialista Peio López de Munain, condenó los ataques y defendió la respuesta policial. Días después, EH Bildu exigió explicaciones por la actuación de la Guardia urbana.
Así que esta sentencia ha sido recibida con júbilo en Aguirrelanda. «Nos jugamos el tipo. Había 150 sujetos fuera de sí. Hubo suerte de que ningún compañero acabara con alguna lesión irreversible», señaló uno de los policías que participó en aquella actuación.
«Trabajamos para que la gente de bien viva tranquila. Esa mañana, los vecinos nos llamaron porque no podían descansar. Al final de todo, pudieron hacerlo», estimó otro uniformado que estuvo en la línea policial aquella accidentada mañana de Año Nuevo.
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