El vecino del primero se achicharra y en el ático tiran de manta para no tiritar. La historia que se repite invierno tras invierno en los pisos con calefacción central tiene los días, en realidad los meses, contados. Los propietarios de las viviendas que funcionan ... con este sistema térmico, alrededor de 45.000 en Álava, deben adaptar sus radiadores antes de la primavera de 2023 mediante la instalación de contadores individuales en cada uno de ellos. La medida impulsada por el Gobierno central vía real decreto, y que responde a una directiva europea, busca la eficiencia, el ahorro en lo económico y en lo 'eco', pero obliga primero a los inquilinos a rascarse el bolsillo. Unos 100 euros –los modelos más básicos– por calefactor aparte de la inversión en la sala de calderas que la comunidad pagará a escote y no bajará de los 1.000 euros. Es un pellizco, sí, pero quienes tengan «más conciencia» sobre el consumo de energía, coinciden los expertos, saldrán «beneficiados». Cada uno pagará sólo por lo que gaste.
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En unos cuantos hogares alaveses ya han cambiado el 'chip'. El 30% de las casas con calefacción central del territorio ha individualizado su gasto en los últimos años –apenas superaba el 8% en 2017– frente al 18% que lo ha hecho en el conjunto del Estado. «En el País Vasco en general y en Vitoria en particular hemos notado mucho movimiento», constata Ignacio Abati, presidente de la Asociación Española de Repartidores de Costes de Calefacción (AERCCA), que agrupa a once firmas del sector. Aquí corre más prisa que en Bizkaia o Gipuzkoa y no sólo porque el frío se ensaña con esta provincia sino porque los plazos marcados para ejecutar la adaptación, en función de la zona climática, son menores. Si el portal supera los veinte pisos debería disponer ya del presupuesto para la instalación (era obligatorio antes del pasado 1 de julio) y rematar la obra antes del 1 de octubre de 2022. El resto de edificios tendrán de margen hasta el 1 de diciembre de este año y el 1 de marzo de 2023, respectivamente.
El calendario apremia y en las empresas especializadas lo notan. «Estamos a tope», confirma Juan Torralba, ingeniero de la oficina técnica en Alysat, con tres o cuatro reuniones de vecinos cada semana. En muchas sólo aparece este asunto en el orden del día. Con el coronavirus, explica, «las comunidades no se juntaban y ahora urge tomar decisiones» sobre la individualización del consumo de la calefacción central. «Nosotros trabajamos en ello desde 2013 pero la mayoría de la gente ha estado esperando a que sea obligatorio y no quede más remedio», agrega el gerente de Arvacalor, Álvaro Alonso. Y en Álava aún hay más de 30.000 viviendas con los deberes sin hacer. La intervención en las casas es sencilla, en tres o cuatro horas se resuelve, y se limita a colocar el repartidor de costes –una especie de contador– y la válvula termostática que regulará la intensidad de calor en cada radiador y, según el modelo, se podrá incluso programar online. En el salón, la cocina, la habitación... Uno por uno.
Los especialistas prevén una avalancha de peticiones en cuanto pase el invierno y el corte de la calefacción para realizar este cambio no suponga un incordio. «Esperamos un verano de muchas instalaciones, y toco madera, pero no podemos descartar que a mediados de 2022 tengamos un problema de suministro», asume el presidente de AERCCA. En Asesoría Fincas Vitoria advierten de ese «caos» que puede generar que miles de hogares demanden casi a la vez el cambio en sus calefactores. «Hay que pedir los aparatos y, ahora, con el desabastecimiento de Asia, puede haber problemas», comentan. Algunas comunidades, además, tardan en decidirse pues temen una mayor factura aunque «está comprobado donde ya funciona», dice Abati, que el gasto se reduce en «unos 200 o 250 euros anuales» por vivienda. Otro ahorro, el energético, rondaría el 24%, según cálculos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
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En la Asociación de Propietarios Urbanos de Álava palpan las dudas que genera esta nueva forma de sacar chispas a los radiadores. «Hay muchas consultas. Las comunidades con calefacción central están acostumbradas a una determinada temperatura y les preocupa si van a poder mantenerla o si con el nuevo sistema les va a salir más caro», resume Ana Isabel López, administradora de fincas. El usuario será «más prudente» y ajustará el confort térmico a su medida. Apagará los calefactores en las habitaciones que no utiliza, no abrirá las ventanas para rebajar unos grados... Igual que apaga y enciende la luz o cierra y abre el grifo en función de las necesidades. Ahora, reconoce Alonso, «lo que no se mide no se controla». Y, con los contadores individuales, el consumo quedará a la vista cada segundo.
133.400 hogares alaveses tienen calefacción y un tercio (45.000) funciona con sistemas centrales y debe poner contadores individuales.
Apenas el 30% ya ha realizado el cambio. Álava camina varios pasos por delante del resto del Estado, donde sólo el 18% de los pisos ha puesto a punto sus radiadores. Hace cuatro años era un 8%.
21 grados calculan los expertos que es la temperatura ideal en casa durante el verano. En invierno conviene que esté un poco más alta, pero no mucho, en torno a los 22º o 23º.
Ahorro en lo 'eco' y en lo económico. Con el consumo individualizado de la calefacción central se ahorra un 23% de energía, calcula la OCU, y la factura se reduce en unos 200 o 250 euros anuales por vivienda.
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