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Ajetreo en la escuela de aviación

Heraclio Alfaro marcó la ruta aérea hace más de un siglo. En Vitoria son muchos los intrépidos sin vértigo que siguen su camino por las alturas

Martes, 18 de febrero 2020, 01:23

Puede descansar el insigne vitoriano Heraclio Alfaro (1893-1962) por esos cielos que surcó con sus inventos alados cuando nadie lo hacía porque entre sus paisanos, un siglo después, sigue habiendo intrépidos como él, pilotos a los que ceder los mandos sin temor a una caída en picado y mecánicas –todo sea dicho– de confianza con su buzo grasiento. Aviador, inventor, hombre-pájaro, eminencia de altos vuelos y largos viajes, don Heraclio dejaría, seguro, el mando de las operaciones o el aeroclub que le añora a cualquiera de los vitorianos que invitados por EL CORREO y su escuela –de 55 miembros– hicieron el papel en un hangar que parece de juguete pero es cosa seria.

La tarde de faena era luminosa y fresca. «¡Qué bueno, sale el sol!», celebra Jesús Cantero, presidente de Cruz Roja en Álava. Mejor así, con ánimo, pues toca asistir a la puesta a punto de dos avionetas de esa 'troupe' que ve la vida a pies de altura, como un ave, cuando el resto tropieza con la primera baldosa. Esperaban dentro del cobertizo con panorámica a la pista por donde rodaba el chárter a Bérgamo un Aero AT3 gualdinegro, utilitario para dos de fabricación polaca, y un Yakolev-Yak 52, de entrenamiento y acrobacia soviético, que por estos pagos con aeropuerto infrautilizado sirven para instruir y pasear sobre la Llanada. Sí, los mismos que uno busca con la mirada una mañana de sábado cuando un rugido reclama su atención.

«Me voy a tirar en parapente», avisa la juntera de Podemos Arantxa Abecia, de cuero y tocada con un gorro ruso muy propio, antes incluso de enredarse en el hangar. ¡Noooo, ni se le ocurra! «A ver si te lanzas conmigo», invita a Kike Fernández de Pinedo (EH Bildu) con una insistencia que ni se acerca a la que ambos gastan en los plenos de Juntas. No hace tanto, con motivo de una cita electoral, él ya se acopló a uno de esos aeroplanos de excursión que te dejan atónito sobre la vertical del pantano. «Nadie quería subirse. Es una gozada», anima.

Filomena Abrantes se pone el buzo. «Ya dirá mi hija cuando me vea: 'Esta madre mía está loca'»

mecánica de avioneta

Arantxa Abecia:«A mi padre le expropiaron un terreno para hacer el aeropuerto y no le importó. Le hacía ilusión que su pueblo, Foronda, se conociera en el mundo»

orgullo de la tierra

Y lo debe ser si quien oficia el bautismo aéreo es Imanol Estévez, ciclista que cambió la ruta por el firmamento. Resulta que sí, que Teresa Imízcoz está dispuesta a abandonar por un rato las aulas de la UNED que dirige y propulsarse a las alturas. De ella, de esa odisea que acongoja, ya participó hace un tiempo la raquetista Dina Abouzeid invitada por un amigo piloto. Suerte la suya.

Avionetas participantes en la Vuelta Aérea a España en 1961, con salida desde el aeródromo General Mola, en Salburua.

Filomena Abrantes es una mujer solidaria, así que animada se enfunda el buzo y se pone a comprobar con Adela Gil y el diseñador Domingo Orive la hélice del avioncito de Jon Urresti e Iñaki Oyarzábal. Todos como niños. «Ya dirá mi hija cuando me vea: 'Esta madre mía está loca'», temía la presidenta de la Asociación Afroamericana. Precisamente lo contrario, cordura, reclaman los comandantes primerizos. «Kike, no le eches agua, échale gasolina por Dios», suplica el presidente de la Fundación Vital. A su derecha, temeroso, Oyarzábal suspira por «¡otro mecánico!». En el papel, y de peli, debía sentirse el médico y concejal socialista Jon Armentia al frente del otro aeroplano, el de cuadritos, que recuerda a uno de esos de la II Guerra Mundial. «¿Cómo se ametralla con esto?», bromea con los que saben, Jesús Sagastuy, con un atrezzo ideal, hombre con 500 horas de vuelo; Eduardo Zapatería y Josu Jiménez, del Heraclio Alfaro.

El diseñador y modisto Domingo Orive recuerda el sistema que hizo del alavés un aeródromo puntero en el mundo

aterrizaje instrumental

Acabada la tarea en el hangar, con los aparatos dispuestos, brota la memoria. Abecia cuenta que a su padre «le expropiaron un terreno para hacer el aeropuerto y no le importó nada. Le hacía ilusión que su pueblo, Foronda, se conociera en el mundo». Y el modisto Orive sorprende con una erudita apreciación. «Antes se decía que era uno de los tres únicos aeropuertos del mundo con un dispositivo que dirigía los aviones hasta la pista». El ILS (sistema de aterrizaje instrumental). Para sí hubiera querido don Heraclio tan sofisticada guía en el viejo campo de Lacua, donde Vitoria ya se apasionaba con la aviaciación hace un siglo.

Participan

Domingo Orive (diseñador y modisto), Adela Gil (Agencia m.Class), Jon Urresti (Fundación Vital), Jon Armentia (médico), Arantxa Abecia (Elkarrekin Podemos), Kike Fernández de Pinedo (EH Bildu en Juntas), Iñaki Oyarzábal (presidente del PP en Álava), Pedro Muñoz de Felipe (Aernnova), Teresa Imízcoz (directora de la UNED Vitoria), Marta Bengochea (agente inmobiliaria), Filomena Abrantes (Asociación Afroamericana), Paula Suárez (ciclocrossista), Dina Abouzeid (entrenadora y jugadora de bádminton), Lorenzo Díaz de Apodaca (Airestudios), Juan Carlos Balsategi (Aratz y Clúster Hegan), Jesús Cantero (Cruz Roja de Álava), Eduardo Zapatería, Josu Jiménez y Jesús Sagastuy (Aeroclub de Vitoria Heraclio Alfaro).

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