3.007 visitas al yacimiento el año pasado, la mitad que antes estallar el escándalo

El panorama inicial desalienta. Un par de vehículos en el modesto párking de gravilla. Dos trabajadores acondicionan la recreación del mercado y el encargado sale de la instalación que hace las veces de recepción y centro de acogida. «Los fines de semana, si hace buen tiempo como hoy, tenemos visitantes», asegura.

Las cifras de asistencias, ofrecidas por la Diputación de Álava, propietaria del yacimiento, reflejan sin embargo el tremendo daño sufrido a causa del escándalo de las presuntas falsificaciones. En 2008, un año antes de la querella foral, Iruña-Veleia saludó 6.509 visitas. Doce meses después, en plena polémica, éstas se desplomaron hasta las 1.965. Jamás ha vuelto al flujo de antaño. El año pasado alcanzó los 3.007 asistentes. Es decir, la mitad que antes de que Gil y su empresa, Lurmen, fueran puestos en tela de juicio.

«Este es el yacimiento romano más importante del País Vasco. Fue una ciudad muy relevante a nivel comercial y situada en un punto estratégico de la calzada que conectaba Burdeos con Astorga», cuenta el encargado con orgullo. Con menos de un 10% del terreno excavado, la plantilla de Iruña-Veleia confía en que, tras el desenlace judicial, llegue un nuevo impulso.

En el departamento de Cultura de la Diputación, dirigida por la socialista Ana Del Val, añaden que «satisface en que haya llegado este momento. Estamos centrados en potenciar el yacimiento». Reconocen que, en la actualidad, «los trabajos de arqueología se han reducido al mínimo». Lo último fue sacar a la superficie una pequeña parte de la muralla de la antigua ciudad. «Aparte de un nuevo plan director, vamos a estudiar y promover cómo favorecer más visitas porque tenemos un inmenso caudal patrimonial que ha tenido un velo negro durante más de una década».