Aspecto de la plaza de la Virgen Blanca en el Aberri Eguna de 1934.

El multitudinario Aberri Eguna de Vitoria en 1934

Miles de personas de otras provincias acudieron al primer Día de la Patria que se celebró en la capital alavesa, cuando la ciudad apenas rebasaba los 42.000 habitantes

Francisco Góngora

Martes, 11 de abril 2017, 01:00

Los partidos nacionalistas celebran cada Domingo de Resurrección el Aberri Eguna-Día de la Patria. El porqué forma parte de la tradición jeltzale. El propio Sabino Arana descubre al parecer en esa fiesta de 1882 que su única patria es Euskadi tras una conversación con ... su hermano Luis. La falta de pruebas consistentes en este relato hace pensar que, dado su carácter profundamente religioso hizo coincidir el Día de conmemoración de la Patria con una fiesta cargada de simbolismo cristiano uniendo la resurrección de Cristo y la resurrección del pueblo vasco.

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La fiesta se celebró como tal, cincuenta años después, en 1932, durante los primeros años de la II República. Ya existían otras tradiciones en España, la de los nacionalistas catalanes desde 1889 y la de los gallegos desde 1919.

El primer Aberri Eguna tuvo lugar en Bilbao, el segundo en San Sebastiány el tercero en Vitoria. A este le vamos a dedicar la historia perdida, siguiendo el relato de un libro escrito por el jeltzale e historiador Román Berriozabal. Aberri Eguna (Gasteiz 1934) ¡Euskadi entera está con Araba!

La asistencia fue masiva. Las fuentes nacionalistas calculan que acudieron unas 50.000 personas de todas las provincias. El diario La Libertad, sin embargo, rebajó el número a 30.000. La cifra, en cualquier caso, debió sorprender a todos, porque en esos momentos Álava tenía 104.176 habitantes y Vitoria, 42.116. De nuevo el periódico La Libertad decía que Vitoria «ofreció un aspecto de animación como no recordaban los vitorianos mayores haber visto nunca».

Por su parte, el diario Pensamiento Alavés, órgano de los tradicionalistas de José Luis Oriol, calificó la jornada de «conquista». En parecidos términos informó el donostiarra El Pueblo Vasco tras tachar a los presentes de amables invasores, dejó constancia de que se trataba de mucha gente para las dimensiones de Vitoria.

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El PNV tenía en esos momentos en torno a 500 afiliados, 22 organizaciones municipales extendidas por los 77 municipios de entonces. Durante la República experimentó una expansión sin precedentes y se convirtió en el segundo partido con mayor representación tras la Comunión Tradicionalista.

El precedente de las txoznas

Para planificar la concentración, los jeltzales alaveses se volcaron completamente y crearon varias comisiones, seguridad, hacienda, tráfico , propaganda, asistencia sanitaria, nada quedó para última hora. Todo lo coordinaba Ignacio Unzeta. Llama la atención la comisión de El Prado que se dedicó a montar «servicios de vinos y cervezas» y «servicios de cafés y licores», las actuales txoznas.

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Presionados desde los sectores derechistas que hicieron una campaña contra la celebración en los medios afines el acto estuvo a punto de suspenderse. La crispación política, la violencia verbal marcaban la relación entre corrientes políticas. La actitud de los jeltzales fue conciliadora, presentándose como un partido de orden, fraternal. La manifestación sería una fiesta de amor, como rezaba el titular del diario Euzkadi del 29 de marzo. «Verán una fiesta de amor, de cariño, de hermandad».

No obstante, se reforzaron las unidades policiales con otras desplazadas desde Palencia y Burgos, se tiró arena a las calzadas para que en caso de intervención los caballos no resbalaran y el alcalde, Teodoro González de Zárate, hizo un llamamiento al orden y a la serenidad.

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La víspera se vivió un gran ambiente. Hubo actividades para los más pequeños, una exposición de pintura y el Teatro Príncipe fue escenario de la representación del melodrama histórico Libe, escrito por Sabino Arana y adaptado por Manu de la Sota, a cargo del grupo Oldargi de Juventud Vasca de Bilbao.

Domingo de Resurrección

El día del Aberri Eguna el sol lució pronto y las previsiones quedaron desbordadas. Muchos no pudieron llegar por falta de medios de locomoción. Se fletaron 10 trenes especiales, 400 autobuses, incontables coches particulares, y columnas de miles de ciclistas. Hubo que crear aparcamientos improvisados en distintos puntos de la ciudad ante aquella avalancha nunca vista en Vitoria en ese momento.

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La jornada arrancó según lo previsto con una kalejira de txistularis a las ocho y media de la mañana y una misa en los Carmelitas. En otra euscaristía celebrada en la catedral vieja estuvo entre otros José Antonio Aguirre, Jesús Mari Leizaola, Telesforo Monzón, Manuel Irujo y Javier Landaburu. La presidió el obispo Mateo Múgica que fue muy ovacionado.

Curiosamente, uno de los actos programados, una representación que quería se un homenaje al euskera en el Teatro Príncipe, la obra Bost Urtian de Toribio Alzaga, fue suspendido por falta de público, lo que motivó el enfado de los euskaltzales. Sin embargo, un concierto de Txistu en La Florida dirigido por Luis Aramburu el compositor con un centenar de instrumentistas fue un éxito.

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Los demás actos fueron celebrándose sin problemas: Concierto de la Coral de Juventud Vasca; comida popular por toda la ciudad; banquete de los jeltzales en el Hotel Frontón; otra representación teatral; el festival del campo de fútbol de Mendizorroza, con alarde de txistularis, dantzaris y palankaris; un discurso de salutación del presidente del ABB, Esteban Isusi, al que siguieron las voces de Landaburu, Monzón, Irujo y Aguirre. Fue el acto más multitudinario.

La fiesta continuó en el Frontón Vitoriano, donde hubo un gran partido de pelota y más danzas vascas. Y comenzó el regreso escalonado. Los medios nacionalistas festejaron el éxito de la jornada. Los tradicionalistas arremetieron contra los nacionalistas.

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