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Judith Romero
Jueves, 6 de abril 2017, 00:22
Doce kilómetros a lo largo de la ciudad para poner en valor la importancia de la lengua vasca. Durante la tarde de este jueves la Korrika Txikia ha movilizado a cientos de niños vitorianos en la carrera a favor del euskera con el mayor apoyo ... de centros educativos de la historia de la capital alavesa. Junto a ellos, profesores de estos 35 colegios y familiares se han abrochado el peto de colores para cogerles de la mano y acompañarles hasta la plaza de España.
Ya fuera a gran velocidad, caminando o sentados en el carrito, este encuentro ha sido una excusa para compartir un buen rato y hacer uso del euskera. Markel y Paul, compañeros de clase en la Ikastola Armentia, han sido de los primeros en cruzar la línea de salida. «No habían venido antes, pero se lo están pasando tan bien que no descartamos ir a Pamplona este domingo», han valorado sus amas Leire Andrés y Olaia Guerediaga. La verdadera Korrika se despedirá entonces hasta 2019, y la organización ha programado varios actos que arrancarán a las 12.30 horas en el paseo de Sarasate y se extenderán a lo largo del día.
«Nos perdimos la Korrika en Vitoria el pasado 30 de marzo, así que esta vez hemos decidido venir todos en familia», ha explicado Fernando Guerra, quien daba la merienda a sus hijos David y Alejandra en un banco de la calle Dato. A ambos lados de la calle familias enteras coreaban «Gasteiz ere euskararen alde» (Vitoria también a favor del euskera) y aguardaban impacientes la llegada de la comitiva. La mayoría de los niños reunidos en el centro eran alumnos de la escuela de Aranbizkarra, la encargada de recorrer el último tramo y llevar el testigo hasta la plaza de España, pero otros padres como Izaskun Martínez de Lahidalga han optado por completar distintos puntos del recorrido. «Maddi y Jon salen de Marianistas porque es su cole, pero después iremos al centro a ver la animación», ha explicado rodeada de niños ataviados con camisetas del Alavés.
Un circo en la meta
Si los alumnos de Marianistas hacían gala del color azul y el rojo identificaba a los de Corazonistas, el naranja de Aranbizkarra se ha impuesto en la llegada a meta. Después de que estos últimos leyesen algunas unas palabras en honor del euskera, los niños de los distintos colegios se han entremezclado entre sí para disfrutar de las clases de malabares, talleres de zancos, triciclos y bicicletas y la animación circense que les esperaba. «Es el momento perfecto para merendar algo después del colegio», celebraban Alexander Dhzindzhimev y su esposa Femte encantados de que el pequeño Adem les cuente cómo le va en la escuela en castellano, búlgaro y euskera.
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