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Sergio Carracedo
Viernes, 17 de marzo 2017, 16:50
La Agencia Vasca del Agua-URA ha publicado un vídeo en el que explica cómo funciona el sistema del Zadorra, conformado por los embalses alaveses de Ullíbarri-Ganboa, Urrunaga y Albina, la mayor reserva de agua dulce de Euskadi, con una capacidad de almacenamiento de 220 hm3 de agua.
Construido entre 1947 y 1957, tiene tres usos fundamentales: abastecimiento de agua para el 50% de la población de Euskadi, producción hidroeléctrica y control de inundabilidad en la cuenca del Zadorra. Debido a la multiplicidad de usos y funciones que soporta el sistema de embalses, su gestión y explotación está sujeta a unas reglas de operación.
Su uso como recurso estratégico para el abastecimiento de agua es posible gracias al agua almacenada en este sistema de embalses, del que se detraen todos los años, alrededor de 23 Hm3, para el abastecimiento de la población y la industria de Vitoria y unos 95 Hm3 para el área metropolitana del Gran Bilbao.
Los embalses, inicialmente, fueron concebidos en 1934 para la producción de energía hidroeléctrica mediante el turbinado del agua hacia la cuenca norte a través del Salto de Barazar. El salto, del que es titular Iberdrola, está formado por una galería forzada de 12,5 km de longitud y 4,25 metros de diámetro, excavada en la roca aprovechando una caída de unos 300 metros. El agua que se destina al abastecimiento del Gran Bilbao, previamente, es turbinada y, después, se almacena en el embalse de Undurraga sobre el río Arratia.
Asimismo, se trata de un recurso para reducir la mancha de la inundación en episodios de aguas altas en el Zadorra. Cuando llueve con intensidad, los embalses tienen la capacidad de retener el agua. Si no existieran, todo el agua precipitada, en forma de lluvia o nieve, discurriría por el río buscando su salida natural y ocupando, como la ha hecho siempre, la llanura de inundación.
Cuando la lluvia amaina y el Zadorra baja de nivel hasta umbrales seguros para la población, se desembalsa para hacer hueco y poder retener el agua de un posible nuevo frente de lluvias. Aunque se supiera con certeza la inminente llegada de fuertes precipitaciones, no se puede desembalsar con antelación si el agua no ha alcanzado la altura suficiente.
Este resguardo de seguridad se gestiona en base a un protocolo de actuación firmado por todos los agentes interesados, cuyo objetivo fundamental es compatibilizar el abastecimiento de agua a la población con la gestión eficaz de las crecidas.
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