Francisco Góngora
Viernes, 23 de diciembre 2016, 23:13
Las presas del Centro Penitenciario tienen esta Nochebuena una visita especial, la de Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria desde hace nueve meses. Un navarro (Mezkiriz, 1960) que quiere cambiar el rumbo de una Iglesia, la alavesa, muy envejecida y necesitada de un agitador espiritual « ... muy del papa Francisco». En su mesa de escritorio, los textos del pontífice argentino ocupan un lugar preferente. Echa de menos sus clases en la Universidad navarra, su parroquia y sus programas en la televisión.
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Ya lleva nueve meses de obispo. ¿Cuál es su balance?
Muy positivo. Ha sido un tiempo de inmersión. Tocaba empaparme de la realidad, entender, comprender, estar con la gente, ser como una esponja. Ahora tengo una visión más real y completa de la que tenía al principio. Estoy muy contento porque eso me da ilusión, ganas y fuerza para impulsar un proyecto.
Sigue pendiente la renovación de puestos en la diócesis.
Ha habido un largo período de consultas hasta el 22 de diciembre con sobres y papeletas en el que ha participado todo el mundo. Las propuestas me las pasan a mí. Soy el primero que necesito saber en quién confiar y tener libertad para hacer el equipo. Después de Reyes, se darán a conocer los nombres.
Nueve meses en Vitoria dan al obispo Elizalde la posibilidad de opinar sobre su nuevo lugar de residencia.
-¿Qué le parece Vitoria?
-Me considero ya un guía especializado cuando vienen mis amigos. Me gusta mucho.
-¿Le recuerda a Pamplona?
-Si, en algunas cosas, las zonas verdes, el Casco Viejo, el carácter de la gente, la mezcla, como Pamplona. Me siento como en casa desde el principio.
-¿Cómo se mueve?
-En el centro voy andando. La gente te suele saludar. Para las parroquias más lejanas uso el coche. También el tranvía o el autobús, de manera esporádica.
-¿A qué hora se levanta?
-A las seis, pero me echo siesta.
-¿En qué consiste su desayuno?
-Lo tradicional, fruta, yogur, café con galletas y pan. Siempre almuerzo un poco de chorizo, queso y vino.
-¿Practica algún deporte?
-Voy a la piscina, a Mendizorroza un día a la semana con mi carné municipal. Eso me permite pasear también. En Roncesvalles iba al monte y a jugar a la pelota.
-¿Aún juega a la pelota?
-Juego algo.
-¿Dónde?-En mi pueblo, Mezkiriz. Hay mucha afición. Tengo un sobrino que debuta hoy en remonte y mi cuñado es pelotari.
-¿Le gusta más que el fútbol?
-Sí. Es algo de familia. Se vive en casa.
-¿De qué equipo es?
-Hombre... de Osasuna.
-¿Los toros le gustan?
-No mucho.
-¿Sabe que en Vitoria no habrá más corridas durante las fiestas?
-Me acabo de enterar y me parece una decisión partidista. Como navarro, creo que en Pamplona sería un conflicto grave, empezando por el encierro. Allí es una cuestión de identidad.
-¿Dónde celebra la misa, aquí en el obispado?
-Procuro hacerlo en parroquias o donde esté de visita. Si no en la cripta de la catedral de María Inmaculada. A las 9, normalmente, o a las 19.30. Los domingos en San Miguel, a la misma hora.
-¿Ha descubierto algún producto alavés en este tiempo que le haya gustado especialmente?
-Sí, el jamón asado del bar Parlamento (en la calle Prado).
-Acaba de inaugurar la imagen de la Virgen Blanca en el Museo de Arte Sacro. ¿Qué le parece?
-Es impresionante. No conozco diócesis que tengan un museo tan completo y encima en un continente que es a su vez otro museo. Creo que ha ganado muchos enteros con la talla de la Virgen.
-Hay personas que a las que no les gusta que esté ahí.
-Creo que es el lugar idóneo. Ya hay una copia en la hornacina, una advocación en la capilla del siglo XIX a la que no se quiere renunciar porque lleva allí toda la vida. No se puede poner una tercera en otra capilla ni en otra parroquia porque la desubicas. Es la mejor solución, la que hay que cuidar en el Museo y una copia perfecta en el lugar de la devoción.
-¿Qué le parece el abierto por obras de la catedral de Santa María?
-Me gusta mucho, especialmente como manera de trabajar conjuntamente, me parece ejemplar.
-¿Ha leído El silencio de la ciudad blanca? Hay un asesinato en su cripta.
-Lo tengo en espera, me produce una gran curiosidad.
-¿BRT o tranvía?
-No sé responder. No conozco la polémica.
-Se ha conmemorado estos días el 25 aniversario de la muerte de Aita Barandiaran. ¿Le dice algo?
-Claro, es un hombre esencial en el estudio de la cultura vasca y un gran rector . Un sobrino suyo, Luis, vive en la residencia sacerdotal del Seminario.
¿Habrá sorpresas?
Quiero un Consejo episcopal (gobierno de la diócesis) variado en edades y sensibilidades dentro del amplio cauce del magisterio de la Iglesia y que el equipo sea una fraternidad, meta tiempo y recoja a los sacerdotes que dependan de ellos. Que no se desenganche de las parroquias y de la realidad de la calle.
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¿Aumentarán los vicarios?
Sí, puede haber cambios. Uno de ellos se encargará de cuidar de los sacerdotes mayores. Tras los nombramientos, elaboraremos el plan pastoral que marca objetivos para cuatro años. Yo no propondré ninguna acción que no reciba el consenso general. Por cierto, estoy muy agradecido al equipo de vicarios de don Miguel Asurmendi. Han tenido mucha paciencia conmigo. El plan pastoral ha acelerado el cambio.
En este tiempo no se ha perdido un acto público. ¿Es usted muy activo?
He procurado asistir a todos los sitios que me han invitado forzando la agenda. Pero no se llega a todos. La Iglesia es parte del tejido social y hay que estar presente. En todos los lugares me he encontrado bien.
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Diócesis envejecida
Esas visitas le habrán permitido pulsar la situación de la diócesis. Muy envejecida, ¿no?
El envejecimiento de los religiosos es mayor que el de los sacerdotes porque están peor que nosotros en vocaciones. Algunas comunidades traen consagrados de otros países. Es el caso de los carmelitas, que se han reforzado con estudiantes de la India que se forman en Escritura y Teología. La edad media española de curas es de 65, la de Vitoria, 70. Peor es la de San Sebastián, 74. Aún así, estoy muy agradecido a tantos curas que pasan la edad de la jubilación pero trabajan animosamente, a veces con riesgo de accidentes.
¿Por qué las iglesias están cerradas?
Efectivamente, hay demasiadas cerradas. Creo que hay poca tradición aquí de atender a los fieles en el confesionario, lo que obliga a tenerlas abiertas. En ocasiones, las nuevas vocaciones surgen en estos acompañamientos personales. Cuenta el Papa que fue cura por un sacerdote que le confesó con 17 años.
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¿Prevén algo en ese sentido?
Vamos a hacer una campaña para ampliar horarios. Ya hay ejemplos que funcionan. Los templos abiertos son una imagen de lo que debe ser la Iglesia. En el Casco Viejo, Santa María es un buen ejemplo en acogida y combina catequesis con acompañamiento y si hace falta, bocadillos. Ya está en marcha con laicos que hacen turnos en San Andrés con religiosos de San Viator y laicos voluntarios.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención al llegar?
La fidelidad al Señor en un tiempo oscuro sin ver muchos frutos. Es inquebrantable. Me han tocado cinco funerales de sacerdotes en estos meses y todos han muerto en la brega. Hay más monjas jubiladas que en la vida activa, pero en sus residencias se respira una esperanza, alegría y positividad muy llamativas. Esta Iglesia puede estar en la UVI, pero tiene espíritu.
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A usted le preocupan especialmente los jóvenes.
Están alejados de la eucaristía. Y como los puents están cortados, hay gente que ha tirado la toalla. En los colegios, los alumnos de Secundaria y Bachiller no aparecen en las misas. Hace falta acciones conjuntas de los colegios religiosos, sacerdotes, comunidades religiosas, padres de familia y catequistas. Hemos comenzado a organizar encuentros y misas con jóvenes.
El papa Francisco ha revolucionado la Iglesia. ¿Se sigue en Álava su camino?.
Yo me siento un obispo del papa Francisco. Me identifico y estoy como pez en el agua con el magisterio, la persona y los acentos de este pontífice de ser pastores y no príncipes de la iglesia. Por ejemplo, atender a los fieles, especialmente a los sacerdotes. Si te necesitan, no se puede esperar al día siguiente. Tiene que ser en el momento.
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Inmigración y mujeres
Usted ha elegido una comisión dentro de la Conferencia Episcopal relacionada con la inmigración y la trata de personas. ¿Por qué?
Porque creo que es una prioridad hoy día. Estoy dentro del Grupo Santa Marta compuesto por jefes de policía, obispos, religiosos y representantes de la sociedad civil. Hemos puesto en marcha una comisión en Álava para liberar víctimas de la esclavitud sexual, laboral e infantil. Un obispo no puede mirar a otro lado. Esa es una prioridad.
¿Existe algo concreto ya?
Cada diócesis española tendrá un grupo similar. Hay órdenes religiosas como las Oblatas muy comprometidas en este asunto. La mayor parte de los datos los tiene la Iglesia y por miedo al uso que se haga no los comparte. Aquí, en Vitoria, también hay trata de seres humanos. Ya estamos en contacto con las chicas de las rotondas, para ayudarlas. Pero debe ser una labor muy coordinada. La dificultad es máxima porque hay mafias que amenazan a los voluntarios. Hay mujeres que lo han dejado y han vuelto porque siguen teniendo deudas y sus familias esperan su dinero. Una red internacional del mal, de traficantes, necesita una red internacional del bien.
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Otra de las grandes necesidades es la de seminaristas.
Ahora tenemos uno que va a estudiar a Bilbao con otros compañeros. Pero fíjese, Baiona tiene 27; Bilbao, 12; San Sebastián, 8; Pamplona 8 en el diocesano y 58 en otras comunidades. En España son 1.300. Rafa es murciano y apareció aquí por asuntos familiares. Lo hemos acogido de maravilla. Hoy en día el presbítero debe ser un todoterreno. Antes teníamos al muy espiritual y al muy social. Eso se ha acabado, es pasado.
Siempre hubo polémica entre curas conservadores y progresistas.
Yo no la he encontrado.
Pues a usted lo rechazaban al principio por no venir del clero local.
Son estereotipos que se deshacen en la cercanía y la conversación.
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Álava, tierra de misión
Vitoria fue diócesis misionera. ¿Se siguen enviando curas?
En estos momentos no hay ningún sacerdote diocesano en misiones. No se cubren las necesidades de la diócesis. Hoy en día hay 8 sacerdotes extranjeros que han venido a estudiar y nos ayudan.
¿Ha notado tensión con el poder político, institucional o con grupos políticos determinados?
Esa tensión no nace de la Iglesia. La soportamos, pero tiene mucho de prejuicio ideológico. La realidad luego es otra. Cuando hay que arreglar algo o ponerse de acuerdo, no existen dificultades. Me hice una foto en la balconada de San Miguel en fiestas con miembros de Podemos. Hubo críticas desde Madrid. Pero refleja lo que hay, normalidad. Con la asociación de víctimas del 3 de Marzo también ha habido acuerdo sobre el uso de San Francisco.
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Los grupos políticos siguen pidiendo que la iglesia pague el IBI.
Quieren hacer del asunto buque insignia de su crítica. Pero no tiene pies ni cabeza. Por esa regla de tres había que exigirlo a todos los centros deportivos o a los partidos políticos. Ninguno paga porque cumplen un servicio social.
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