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NATXO ARTUNDO
Sábado, 17 de diciembre 2016, 02:29
Como colofón de un intensísimo trimestre, el director Juanjo Mena (Vitoria, 1965)despedirá el año en Copenhague al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional Danesa. El repertorio irá desde Turina, Albéniz o Falla hasta Bizet o Ravel, pasando por Offenbach o Mozart y con las ... casi obligadas marchas de Strauss. Así, su brillante carrera tendrá más paralelismos aún con la del maestro Frübeck de Burgos, impulsor en su día de estos conciertos donde se reflejará el amplio abanico de musicalidades con las que este alavés es capaz de construir un discurso festivo, riguroso, vivo y apasionante.
¿Qué siente como Alavés del Mes?
Es un orgullo y un reconocimiento también para alguien que ha crecido y se ha formado aquí. Y que devuelve aquí lo que hace. En este sentido, es un poco de todos.
¿Qué lectura hace de otros galardones recientes, como el Nacional de Música?
Reconocimiento, respeto, pero a la vez no hay que olvidar nunca que los directores trabajamos con un grupo de personas delante solos, no haríamos nada y todo lo que uno ha aprendido en estos años y le ha permitido llegar a trabajar con orquestas de primer nivel no habría sido posible sin quienes han estado conmigo.
¿Siempre los tiene presentes?
Desde que empecé aquí en Vitoria con la Escolanía del Niño Jesús, el Cluster Cámara, el grupo de música contemporánea del conservatorio, la Banda Municipal, mis primeros pinitos con la Joven Orquesta de Vitoria-Gasteiz, con la EGO, con las orquestas de Euskadi o de Bilbao... Quien me haya tenido que aguantar sólo un minuto de ensayo, con mis cosas y mis comentarios para intentar mejorar algo. Con todos ellos he aprendido y están conmigo recibiendo el premio.
Va a destinar la remuneración a la educación musical de niños. ¿Es importante no perder de vista a quienes vienen detrás?
Sin duda. Me han dado hace poco el Musika Bulegoa y pensé en destinar el importe a un chaval de esta ciudad, Garikoitz Ortiz de Villalba. Es pianista del conservatorio, con enormes capacidades pero necesita ayuda económica para hacer audiciones en buenos centros europeos o americanos que le puedan dar una beca. Intentar ayudar a los jóvenes siempre ha sido una prioridad.
¿Como le ayudaron a usted?
No hay que olvidar que si estoy aquí es porque un señor llamado Antxon Lete se pasó por una clase cuando yo tenía 7 años para ver si acertaba dos notas que él tocaba en una flauta e invitarme a cantar en el coro. ¿Por qué no se invierte en la enseñanza musical en los colegios? Ahora es muy fácil hablar de Juanjo Mena, pero viene de ahí.
¿Cuánto puede aportar su experiencia a las instituciones culturales en Álava?
Cuando alguien ha querido escuchar, siempre he hablado con él. Pero no se ha preguntado lo suficiente en esta ciudad. Es un mal endémico en España: somos una democracia muy joven y han llegado políticos a puestos que tenían que ser desempeñados por profesionales. Esta fue una de las cuestiones que me hizo irme de Bilbao. No se nota qué partidos políticos hay en Inglaterra, allí se trabaja independientemente.
¿Olvidarán el «si yo no lo he creado un proyecto, lo tumbo»?
Eso ha estado muy presente en España en general. Es una especie de justificación del puesto y no se ha pensado mucho a más largo plazo. Todos conocemos a José Ángel Cuerda y, aunque tiene detractores, nadie puede poner en cuestión que cambió la dirección de esta ciudad. Y muchos de los premios que algunos se apuntan vienen gracias a aquella época. Yo soy también producto de Cuerda, que trajo a Carmelo Bernaola al conservatorio y venía a escuchar al Cluster Cámara a la Quincena Musical, metido en un rincón. Es gente que antepone los valores a los éxitos.
Arte y comunicación
Impulsó la joven orquesta EGO y ha dirigido a la Filarmónica de Berlín, lo máximo. ¿Tiene un ojo clínico para tratar a los músicos?
Puedes trabajar orquestas de primer nivel pero a veces con elementos muy sencillos, como cuando juegas con un niño, puedes aprender y lograr cosas. En la manera de obtener lo mejor de una orquesta, los elementos no cambian mucho.
¿Va ganando peso hacer una música viva frente a confundir rigor y autoridad?
Creo que ha cambiado muchísimo, como la sociedad. Ya no vale con un golpe en la mesa y un grito. Ha de haber una coherencia. En una época era excesiva incluso la sumisión de las orquestas al director. Aunque obtuvieran buenísimos resultados, las formas no eran las adecuadas. Hace falta mucha mano izquierda para entender a un grupo humano. Para hacer arte, el mecanismo de comunicación tiene que ser muy sincero.
¿La clave es el factor humano?
En la educación estamos yendo a una parte muy concreta de la condición humana, muy técnica. Poco rica en valores éticos y culturales. Hay cosas muy peligrosas como cenas familiares donde cada uno está con su móvil. Yo no voy a cambiar la música para atraer a más gente. Para algunos todo tiene que ser rápido, acabar en fortísimo. El arte es mucho más que sensaciones puntuales y veloces.
Ahí está también su hermano Carlos. ¿Qué siente al tener su apellido ligado a la excelencia musical?
Fueron mis padres. Vivíamos en Fermin Lasuen, frente a la parroquia de San Francisco donde tuve al desgracia de vivir el Tres de Marzo. Por alguna razón, decidieron llevarnos al colegio Samaniego en lugar de a Reyes Católicos. Allí empezó todo con Antxon Lete. La excelencia la puede alcanzar cualquiera si elige la orientación correcta.
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