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Daniel González
Miércoles, 14 de diciembre 2016, 01:16
Poner fin a décadas soportando el excesivo ruido de la fiesta nocturna. Ése es el anhelo que comparten quienes viven en alguna de las calles del Casco Viejo, y el problema que el Ayuntamiento ha tenido entre manos en las diferentes legislaturas. Ayer los ... vecinos volvieron a urgir medidas para atajar esta problemática. «Llevamos unos años en los que la contaminación acústica sigue impune», denunció Alberto Ruiz de Olano, presidente de la asociación Los Arquillos Bizirik. Recordó que «los ruidos afectan a la calidad de vida en el Casco Medieval, a la propia salud». El problema se ha agravado «con los botellones y la suciedad que generan».
Por ello, este colectivo forma parte, junto al resto de asociaciones vecinales de la almendra medieval y hosteleros de la zona, de un grupo de trabajo liderado por el Síndico vitoriano, Martín Gartziandia, que desde hace meses estudia cómo lograr conciliar el ocio nocturno con el descanso. El diagnóstico es claro: mientras los bares han apostado fuerte por la insonorización, son las aglomeraciones «de decenas de personas» a las puertas de los locales las que desvelan al vecindario con sus conversaciones nocturnas. Frente a esto, ellos apuestan por la concienciación como la prioridad en la que trabajar. Y recuerdan aquella campaña que en 1986 realizaron los hosteleros, y que logró resultados «durante un tiempo».
De ahí que Ruiz de Olano pusiera sobre la mesa la reivindicación de «una campaña de concienciación ciudadana por la defensa del derecho al descanso de los vecinos». De forma paralela, insistió en mejorar la red de sonómetros que miden el nivel de ruido de estas calles, y que en los últimos años no ha recibido el mantenimiento adecuado. Otra de las carencias que destacó fue la necesidad de realizar un mapa del ruido nocturno, «que a día de hoy no se ha hecho». El líder vecinal pidió estudiar las soluciones adoptadas en otras ciudades para ver cómo se pueden aplicar en Vitoria.
Ante esta denuncia, el concejal de Medio Ambiente, Iñaki Prusilla, aseguró que el equipo de gobierno ya está trabajando en esta línea, con una partida presupuestaria de 30.000 euros para iniciar esa campaña de concienciación en 2017. De hecho, destacó que los técnicos están explorando las fórmulas a aplicar, y citó que otros 30.000 euros permitirán reactivar y ampliar la red de sonómetros. Prusilla hizo hincapié en la apuesta por un nuevo mapa del ruido que incida en el ocio nocturno del Casco Viejo, para lo que se reservan 100.000 euros.
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