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Una abarrotada Catedral Vieja ha acogido el funeral de cuerpo presente de Miguel Asurmendi.
Vitoria da un emotivo adiós a su obispo emérito fallecido, Miguel Asurmendi

Vitoria da un emotivo adiós a su obispo emérito fallecido, Miguel Asurmendi

El actual obispo de la capital alavesa ha calificado a Asurmendi como «un maestro» con «juicio benévolo, alma grande y corazón de pastor», que tenía una «humanidad cordial» y un «trato respetuoso, solemne, digno y delicado»

EFE

Jueves, 11 de agosto 2016, 19:05

Autoridades eclesiásticas y políticas junto a cientos de fieles han despedido este jueves, en un emotivo funeral celebrado en la catedral de Santa María de Vitoria, al obispo emérito de la ciudad Miguel Asurmendi, fallecido este martes a los 76 años.

El templo gótico del siglo XIV situado en lo alto de la colina del casco medieval de Vitoria y conocido popularmente como la Catedral Vieja, ha albergado el acto fúnebre de cuerpo presente.

La ceremonia, presidida por el actual obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, que relevó a Asurmendi hace apenas cinco meses, ha congregado al presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, así como a obispos y arzobispos de distintos puntos de España.

Además del prelado de Vitoria y el cardenal Ricardo Blázquez, han concelebrado la misa el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez; el de Barcelona, Juan José Omella; el de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez; el obispo de Huesca y Jaca, Julián Ruiz Martorell; el de Santander, Manuel Sánchez Monge; el de Bilbao, Mario Iceta; el de San Sebastián, José Ignacio Munilla, así como el obispo emérito de la capital guipuzcoana, Juan María Uriarte.

Tampoco han faltado a esta cita representantes del Gobierno vasco como la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia; la teniente de diputado general de Álava, Pilar García Salazar, y los tenientes de alcalde de Vitoria Peio López de Munain e Itziar Gonzalo.

Adiós a «un maestro» de «alma grande»

En su homilía, el actual obispo de la capital alavesa ha calificado a Asurmendi como «un maestro» con «juicio benévolo, alma grande y corazón de pastor», que tenía una «humanidad cordial» y un «trato respetuoso, solemne, digno y delicado».

Ha mencionado que su muerte por infarto a última hora del miércoles fue «un golpe inesperado» que ha dejado en sus fieles «un sentimiento de orfandad» y ha lamentado que cuando dejó de ser obispo de Vitoria y regresó a Pamplona estaba lleno de «ilusión, planes, proyectos, amistades y sueños», pero sólo tuvo cinco meses para llevarlos a cabo.

Una vez terminada la misa, los restos mortales de Miguel Asurmendi, «salesiano hasta la médula» como lo han descrito en esta ceremonia, han sido enterrados en la cripta de los obispos como era su deseo, ya que en varias ocasiones manifestó que quería descansar en la diócesis en la que sirvió durante 21 años.

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