Francisco Góngora
Jueves, 28 de julio 2016, 23:10
Las últimas investigaciones sobre la presencia vasca en las tierras canadienses de Terranova y Labrador, allá por el siglo XVI, en busca de ballenas y bancos de bacalao, traen algunas novedades interesantes que afectan directamente a Álava. Nuestro territorio parecía no compartir ningún protagonismo con ... sus hermanas Bizkaia y Gipuzkoa en esta página de oro de la historia del País Vasco, que tantas expectativas ha abierto, desde la publicación de libros a la reconstrucción de un galeón ballenero, el San Juan, cuyo pecio apareció en 1978 en la ensenada de Red Bay.
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Como es conocido, durante el siglo XVI los vascos dieron caza a unas 20.000 ballenas en las frías aguas de Terranova. Con su grasa o saín, procesada y convertida en el mejor combustible en esos mismos fiordos, se calentaba y se iluminaba media Europa. Por eso, esta región de Canadá era conocida en palabras del antropólogo Robert Grenier como "la Arabia Saudí de aquella época". Aunque se considera que los vascos fueron los primeros en montar aquella verdadera industria, en la zona faenaban también barcos de otras regiones españolas y franceses, ingleses y portugueses.
Ahora, los trabajos realizados por el arqueólogo Sergio Escribano en la última campaña veraniega han puesto de relieve dos aspectos: una parte importante de la cerámica de uso doméstico que llevaban los arrantzales procedía de localidades alavesas. En ese momento, Álava producía buena parte de los utensilios de barro que se utilizaban en el País Vasco. El otro punto que se confirma es que la financiación de aquellas campañas, el dinero necesario para preparar los barcos, procedía en parte de Vitoria, convertida en ese momento en el núcleo comercial vasco por excelencia, ya que desde la capital se distribuía tanto la pesca como la industria de la grasa de ballena hacia toda la Península.
Vitoria, centro comercial
«Ese papel de Vitoria como centro de distribución capital de esa industria floreciente ha comenzado a estudiarse y se encuentra en un estado muy incipiente. Lo que sabemos por ahora es que comerciantes alaveses están presentes tanto en la firma de los contratos de seguros como en la propia composición de los barcos expedicionarios. También había marineros y armadores alaveses», resalta Escribano, que forma actualmente parte del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido, que dirige Agustín Azkarate, a su vez, director de la cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV. Por cierto, este catedrático que codirigió el plan director de la restauración de la catedral de Santa María realizó sobre el terreno dos campañas arqueológicas en 1985 y 1989 junto a José Antonio Hernández Vera y Julio Núñez. "Una parte de la historia vasca del siglo XVI puede hallarse bajo los lodos costeros y tierras de Canadá", ha declarado Azkarate.
Tras los últimos estudios sobre la cerámica encontrada en los principales yacimientos donde hubo presencia vasca se puede decir que pertenecen a cinco tipos de producción diferentes procedentes de Eguileta, Salinillas de Buradón, Ollerías y, posiblemente, alguna de Ullíbarri de los Olleros. "El color azul jaspeado nos indica que son piezas de Salinillas. Las de color verde, que se usaban especialmente para vino y sidra, son de Eguileta y las orzas de almacenaje de alimento, son de la Llanada, aunque es difícil especificar. Siempre hablamos del tipo de arcilla y de las características de la coción", apostilla Escribano.
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Durante el tercer viaje que ha realizado Escribano a la costa atlántica canadiense ha podido inspeccionar los espacios abiertos en los que vivieron los marinos vascos y ha analizado tanto las cerámicas y utensilios cotidianos que utilizaron como los elementos de pesca que se han ido recuperando a lo largo de las últimas décadas en distintas campañas arqueológicas.
La primera arqueóloga que se dio cuenta de la importancia de aquella colonización fue Salma Huxley Barkhan en la década de los 70. Desde entonces, el Gobierno de Otawa a través de la institución Parcs Canada ha ido recogiendo abundantes testimonios arqueológicos y documentales en localizaciones como Red Bay, Chateau Bay, Pleasure Harbour y las más conocidas costas de Quebec y del Río San Lorenzo.
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Piezas fragmentadas
"Generalmente aparecen de forma muy fragmentaria jarros, orzas para el almacenaje y piezas de lujo que corresponden al capitán o jefe de la expedición. Desde el punto de vista cuantitativo hay sobre todo ollas, platos y escudillas procedentes de Zamora y de otros lugares de España como Cantabria, o Muel (Zaragoza) pero también de Portugal o de Saintonge, en la costa central atlántica francesa".
Escribano cree que a falta de documentos, es la arqueología la que aporta información suficiente para conocer cómo ocurrió aquella colonización en la que se produjeron interesantes fenómenos como el "pidgin", una jerga basada en palabras en euskera y en esquimal o inuit que permitían el intercambio con los nativos. Aún perduran expresiones y toponímicos basadas en el euskera. "No dejó de ser una colonización porque íbamos a por sus recursos, pero fue diferente más de intercambio que de dominación, más de respeto y amistad con aquellos pueblos", sostiene Escribano.
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