Rosa Cancho
Jueves, 26 de mayo 2016, 00:33
Las familias que eran pobres antes de la crisis «están peor». Además en este tiempo han caído en riesgo de exclusión algunas que antes podían considerarse parte de una clase media, entre ellas las de algunos autónomos. Y encima de que «la pobreza se cronifica», ... la brecha de «la desigualdad social sigue ensanchándose». Los responsables de Cáritas en Álava dibujaron ayer este panorama desalentador sobre la situación por la que atraviesan miles de familias en el territorio histórico. Alrededor de 50.000 alaveses (el 15,3%) sufren ya una pobreza severa o tienen problemas para llegar a fin de mes, pagar facturas, comer carne y pescado todas las semanas y cubrir gastos imprevistos tan básicos como el de empastarse una muela o cambiar un electrodoméstico. Si la situación es más o menos sostenible, indicaron, es debido a que Euskadi a través de la RGI y de otras ayudas de inclusión es junto a Navarra una de las comunidades autónomas «con mejores herramientas de protección social», destacó ayer el director de Cáritas Vitoria, Santos Gil.
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Pero no todos llegan a cobrar ese mal llamado salario de la pobreza al no poder reunir requisitos como el del empadronamiento.Acuden entonces a esta institución religiosa, que antes de la crisis ya estaba acostumbrada a las colas. El último año, Cáritas Vitoria atendió a 5.972 familias, un 1% más que en 2014. Supone que su ayuda a 17.913 personas. El perfil es el de mujeres jóvenes, con baja formación, que no logran incorporarse al mercado laboral de una manera normalizada, que carecen de otros apoyos familaires y que tienen hijos menores a su cargo.
Dos de cada tres son de origen extranjero y de hasta 77 nacionalidades diferentes. El resto, una de cada tres, es española, un perfil que «va subiendo», de acuerdo con los datos que maneja el secretario general de Cáritas Vitoria, Ramón Ibeas. Destacó que existe una «cronificación de la pobreza» e indicó que la apuesta de su institución de cara al futuro es la de ahondar en estrategias para tratar de acabar con esa tendencia.
Corpus Christi
Así, aunque Cáritas destinó el pasado año más de 200.000 euros a dar ayuda económica sobre todo para pagar la vivienda, básica para el arraigo a 877 familias, dedicó más de 300.000 a planes de empleo y formación. Talleres, becas, contratos de inserción, huertas, cooperativas de reciclaje y venta de ropa de sengunda mano como Berjantzi, las tiendas Koopera o el servicio de mediación para quienes buscan empleadas del hogar forman parte de esta apuesta por ayudar a estas personas a romper ese círculo vicioso que se genera alrededor de la pobreza.
Pero además, la institución, que cuenta con una red de 900 voluntarios, también se preocupa de otros olvidados. Las personas mayores que viven solas y que en el medio rural empiezan a ser más de la mitad de los vecinos de muchos pueblos, destacó Gil, inquieto también con los jóvenes. El director se acordó asimismo de quienes a cuenta de sufrir el desempleo desde hace años comienzan a tener problemas mentales.
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Santos Gil hizo un llamaniento al consejero de Trabajo, Ángel Toña, para que en caso de revistar la RGI se haga con el reto de introducir medidas para ampliar la protección social, no para endurecer los criterios de acceso. «No nos podemos escandalizar por el fraude de los pobres porque no llega ni al 0,5% de los perceptores y igual exagero», dijo, matizando eso sí que apoya la lucha contra las prácticas fraudulentas.
Cáritas estará presente este domingo de Corpus Christi en las parroquias alavesas, que destinarán sus cuestaciones a sufragar proyectos de la entidad. El delegado episcopal, Javier Querejazu, destacó el lema elegido para este año Practica la justicia. Deja tu huella «porque no podemos entender la caridad sin ella».
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