Un vecino observa la calle Antonio Machado, una zona donde se nota mucho el olor.

Vitoria paraliza la empresa que llena Sansomendi de «tufo a pescado podrido»

«Los días más fríos no lo olemos, pero cuando hay viento es muy fuerte», señalan los vecinos. La firma de la que procede el origen, que trabaja con productos químicos, carece de licencia de actividad, dice el Ayuntamiento

Daniel González

Viernes, 26 de febrero 2016, 02:37

A los vecinos de Sansomendi les aterran los días en los que sopla algo de viento. Saben que con el aire vendrá algo mucho más nauseabundo, un tufo a pescado podrido que envolverá el barrio y les provocará náuseas. Porque desde hace ya tres ... meses vienen padeciendo los estragos de este mal olor. La situación es tan preocupante que la asociación vecinal Kaleartean ha solicitado al Ayuntamiento de Vitoria que localice de dónde procede, ya que sospechan que puede llegar de una de las fábricas del polígono industrial que se encuentra tras el parque situado en Antonio Machado. Sus reclamaciones se han convertido en realidad este viernes. EL Ayuntamiento ha comunicado que ha reclamado ya a la empresa de la que procede el hedor que paralizce su actividad, para la que aún, además, carece de licencia.

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La actividad de esta empresa, ha informado el Consistorio, incluye la fabricación de productos para fundición, como el catalizador GH 3. Una de las características de este material químico es la emisión de compuestos derivados del amoniaco, cuyo potente olor puede recordar al del pescado podrido. Personal técnico municipal ha comprobado que este foco de emisión era tan potente que ha afectado a zonas relativamente alejadas, fundamentalmente debido a los vientos dominantes de las últimas fechas. El Ayuntamiento ha informado de que esta empresa, además, se encuentra tramitando la licencia de actividad, aunque en vista de las inspecciones realizadas ya la está ejerciendo.

«Los que vamos al parque empezamos a detectarlo hace ya tres meses, pero ahora está llegando al resto del barrio. Creemos que viene de las zonas de las empresas, porque es donde lo empezamos a notar», explica Julio Bazairedo, integrante del colectivo vecinal. Fue en enero cuando se hizo más intenso, «en aquellos días en los que hubo una temperatura más agradable», y desde entonces es algo intermitente. «Los días más fríos no lo olemos, pero cuando hay viento es muy fuerte», añade.

Y aunque las primeras sospechas de los técnicos municipales de Medio Ambiente que acudieron a Sansomendi fueron los contenedores cercanos a las pescaderías de la zona -se llegó a limpiar en profundidad uno de ellos al creer que los flujos del pescado había penetrado en el plástico-, el tiempo ha demostrado que el foco es otro muy distinto. «El olor ha llegado hasta Zabalgana, envuelve todo el barrio», plantea el portavoz de Kaleartean. «Necesitamos que encuentren el origen, y si es una fábrica que pongan medidas para que se acabe, igual con filtros...», insiste.

«Ganas de vomitar»

Porque los residentes están hartos de aguantar ese aroma fétido cada vez que salen a la calle. Mari Carmen lo conoce bien. «Es algo repugnante, y no está sólo en una zona, sino en todo el barrio. Se nota mucho más cuando sopla el aire, porque huele mal todo Sansomendi», asegura. A su juicio, «eso no puede ser por un contenedor sucio. Deberían revisar las fábricas que hay cerca del barrio, mirar de dónde puede salir el olor y poner remedio, porque cuando llegue el verano será un calvario», reclama. El pasado martes el concejal de Medio Ambiente, Borja Belandia, se comprometió a buscar el origen.Algo que los vecinos agradecen.

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La propietaria de una tienda próxima a las casas rojas ya se ha resignado a soportarlo. «Es un olor nauseabundo, como a pescado podrido, algo muy raro», describe con cierta rabia. «No es todos los días, pero sí nos preocupa, porque pensábamos que era de los contenedores. Antes aquí había una pescadería que echaba los restos en ellos, pero ahora está cerrada. Y parece que es otra cosa», agrega, mientras reclama al Ayuntamiento que busque una solución. «El barrio está harto, te tienes que tapar la nariz, y hay gente que tiene asma», expone.

Pero algunas zonas están libres. «Según te acercas hacia el centro cívico, se nota menos», asegura Aritz, agradecido de vivir en un bloque alejado del mal olor. Aunque escapar de él es difícil, ya que cuando se acerca a la zona de riesgo sufre sus estragos. «Es asqueroso, te entran ganas de vomitar», confiesa. Por eso, su ruego es simple: «Cuanto antes lo atajen, mejor».

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