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Sergio Carracedo
Viernes, 6 de noviembre 2015, 02:29
Si hay una casa famosa en Subijana Morillas, y en todo el valle del río Bayas, esa es la 'casa de los duendes', como la conocen los lugareños, para la que también tienen el apelativo del 'Palacio encantado'. Estas denominaciones no son gratuitas, ya que hasta sus propios propietarios han reconocido (incluso delante de las cámaras de televisión) ciertos fenómenos «extraños». Lo cierto es que esta mansión no ha pasado inadvertida para casi nadie, ni tan siquiera para un hombre de mundo y de batallas como el Duque de Wellington. Tras un exhaustivo reconocimiento de la vivienda, y de las vías de escape por si se daba un eventual ataque, la convirtió en su cuartel general en junio de 1813, dos días antes de atacar al ejército napoleónico en las inmediaciones de la capital alavesa, en la sangrienta Batalla de Vitoria. Este hecho, es la principal razón para que varias asociaciones reivindiquen su inclusión en un itinerario turístico-cultural en torno a la famosa contienda.
La guardia de Lord Wellington eligió la Casa Palacio de Subijana para trazar allí su estrategia en la inminente batalla. Unas pequeñas y estratégicas aberturas orientadas hacia el exterior, que sirven de vigilancia, y un paso subterráneo en las caballerizas que conducía al río, y que ahora está tapiado, son algunas de las particularidades más enigmáticas de este palacio lleno de historia y de historias.
Esta Casa Palacio y los sucesos que en su entorno han acontecido han sido un asunto tratado por diversos libros y por reportajes escritos, radiofónicos y televisivos. Más allá de la histórica presencia del duque de Wellington y del general Álava, otras historias han centrado la atención de varios investigadores. Uno de ellos, el periodista vitoriano Iker Jiménez, dedicó uno de sus reportajes a esta mansión y a las historias que de ella se cuentan, que incluía declaraciones de los actuales propietarios en las que reconocían la existencia de fenómenos no demasiado normales.
«Seres extraños»
«Hay casas que parecen estar vivas y lugares en los que la realidad se suspende entre dos mundos», comenzaba el reportaje del programa de Jiménez, Cuarto Milenio. Una vez emplazada la historia en este pueblo alavés, aparece el propietario de la mansión, el conocido anticuario vitoriano Jorge Rabasco, ahora fallecido, que reconocía que cuando compró el Palacio, ahora en venta, no sabía nada, pero que se fue enterando de su historia y de los casos de «seres extraños».
Otro investigador vitoriano, Enrique Echazarra, recoge en su libro '50 lugares mágicos del País Vasco' algunas de las historias que acerca de esta casa se cuentan. Echazarra indica que los dueños del Palacio relatan «de primera mano sus vivencias sobre la aparición de una mujer que se desvanece y que algunos miembros de la familia dicen haber observado en sus estancias».
Así es. La mujer de Rabasco, Mari Carmen Alcorta, más explícita, comenta que fueron «los chicos del pueblo» los que informaron a sus hijos de «las historias» y de que «si la señora se cayó al río». También hace mención a una «mujer que se desvanece» que «debe ser una persona que ha vivido en esta casa», indica. «Al anochecer, cuando estás en el sofá sentada es cuando pasa», reconoce Alcorta. «Es un forma como alargada, me da la sensación que es de mujer, una estela, no se ve un rostro, simplemente se ve la estela», detalla a los investigadores de Cuatro que acudieron a Subijana Morillas a recabar información.
«La casa de los duendes»
Echazarra coincide en que los vecinos de la localidad ya les pusieron «en antecedentes sobre la fantasmal reputación» del palacio a los actuales propietarios, nada más adquirirlo a finales de los años 70. Según Echazarra, esta etiqueta de «la casa de los duendes» o «el palacio encantado» se debe a que mediado el siglo XX un industrial maderero llamado Tomás Latiegui compró el palacio al que se trasladó con su mujer, llamada Gregoria. Tras la muerte del empresario, la viuda terminó sus días en la más absoluta pobreza y apareció ahogada en el cercano río Bayas, que bordea el Palacio. Las versiones de la muerte, como suele pasar en estos casos, son varias. Unos aseguran que la mujer salió por el antiguo pasadizo subterráneo y se precipitó al río desde el puente cercano, mientras otra versión apunta a que fue asesinada víctima de desavenencias familiares. De este hecho también informa el investigador alavés Julio Corral, quien asegura que «se sabe» que la mujer «salió de esa casa y que pasó el puente, todo lo demás son especulaciones, nunca se ha llegado a esclarecer si fue un accidente, si se tiró o la empujaron».
Desde entonces, explica Corral, la gente del pueblo ha asociado ese túnel a la presencia de un fantasma. A raíz de esta muerte «empezaron a sucederse fenómenos extraños». «Se oían voces de mujer en el interior del túnel por lo que se decidió tapiarlo y esa fenomenología se trasladó al interior», apunta. Y enumera que en las estancias de la casa se dan «situaciones extrañas en las que se movían muebles, se abrían puertas, se encendían luces y esa situación se ha mantenido hasta la actualidad». Corral asegura que «el fantasma, si existe o no, creo que es anterior a la muerte de Gregoria. Seguramente sea una leyenda anterior», concluye.
La casa Palacio de Subijana de Morillas, donde estuvo alojado 1813 el duque de Wellington los dos días previos a la Batalla de Vitoria, perteneció en origen a los Saenz de Hereña, una importante familia de la zona. En el siglo XVIII un guipuzcoano apellidado Irastorza se casó con una Saenz de Hereña y reedificó la casa y colocó en el escudo de armas el de su apellido, quees el que continúa en la actualidad.
La dama blanca
En este punto, coincide con otro relato más antiguo que recoge Echazarra en su libro y que relaciona esta vieja mansión con el crimen de una mujer de origen noble que fue sacada a través del pasadizo y arrojada al río por sus hermanas. Esta historia, -explica-, sirve de justificación para que los más ancianos del lugar siempre hayan conocido como 'condenado' el citado corredor subterráneo.
También menciona otro relato, datado del siglo XIX, en el que una niña apareció ahogada en 1890. Todos estas historias y la reputación de la propia casa, a juicio de Echazarra, han dado origen a narraciones con tintes legendarios donde la aparición del espectro de una mujer en el lecho del río es el denominador común.
La cartera rural de Subijana Morillas, Marga García de la Iglesia, corroboraba esta leyenda según la cual en las noches invernales «de niebla» una joven vestida con «un largo manto blanco aparece desde la parte trasera del palacio y pasa por el río hacia la parte delantera del puente». Según recoge Echazarra de los vecinos de Subijana, esta mujer que merodea por el río Bayas es un alma en pena que se manifiesta tanto sobre el puente como entre las aguas que se abren paso por el angosto desfiladero de Techa. El propio investigador indica que esta figura femenina «nos recuerda a una figura del folklore universal como es la dama de blanco, quien suele deambular por puentes y acantilados e invita a los viajeros a bailar con ella. Si se niegan a concederle tal favor, el siniestro personaje los arroja al vacío sin contemplaciones».
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