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Anuncio en EL CORREO invitando a la "mayor caracolada del mundo".
Siete récords Guinness alaveses y otros que pudieron serlo

Siete récords Guinness alaveses y otros que pudieron serlo

El fiasco de la supertortilla no ha sido el único intento alavés por figurar en el libro de las proezas mundiales. Algunos los consiguieron, pero otros no. Los repasamos todos

Sergio Carracedo

Jueves, 7 de mayo 2015, 00:21

Vitoria no ha sido nunca muy de Guinness, a pesar de los pubs irlandeses. Ha sido más de rubias, como Heineken -en el año de la Green Capital-, o de Keler -sobre todo en fiestas-. Ahora también se llevan las artesanales "made in Álava", aunque este reportaje no va de cervezas sino de récords. Pasaremos por alto el reciente varapalo de la tortilla de patata más grande del mundo, que Guinness no lo considera como tal, para repasar los récords que Vitoria y Álava han inscrito en el libro Guinness y también esos otros que se han quedado en puertas de conseguirlo.

Mientras buscan otros jueces que determinen que la polémica tortilla cocinada por Senén González en plena Capital Gastronómica (2014) es la más grande jamás cocinada, varios récords mundiales llevados a cabo en el territorio se han quedado finalmente sin el reconocimiento de figurar en el libro oficial. Es el caso de la mayor caracolada del mundo que se hizo en Vitoria, en una fecha tan señalada como un 28 de abril. Fue en San Prudencio de 1989, cuando 2.500 kilos de caracoles griegos, unos 210.000 animalitos, dieron aroma a las campas de Armentia y placer culinario a las 23.000 personas que comieron las correspondientes raciones. Una veintena de pinches y dos días de trabajo sirvieron para emplatar tal cantidad de caracoles con sus respectivos 250 kilos de champiñones, otros tantos de jamón y chorizo y 200 kilos de salsa de tomate, 70 de pimientos choriceros, 70 de harina y 500 guindillas picantes. Sal, al gusto.

La certificación de Guinness nunca llegó a Vitoria y en el capítulo de la mayor caracolada del mundo, el récord establecido está en manos de la Cámara Municipal de Loures, municipio portugués cercano a Lisboa, que el 11 de julio de 2009 sirvió 1.111 kilos de caracoles. Para ello, usaron una cazuela de 3 metros de diámetro y 1 de profundidad diseñada especialmente para la consecución del récord, con su respectiva tapa a escala y los seis fuegos de gas necesarios para cocinar los alimentos.

Otros hitos alaveses sin letras de oro en el libro de los récords son un brazo de gitano de más de un kilómetro que los pasteleros alaveses prepararon en la fiesta de San Prudencio de 1993 y un sello de 24 metros cuadrados que la Sociedad Filatélica Alavesa creó en octubre de 1998. Las certificaciones del récord mundial no llegaron nunca para ninguno de los dos casos.

Seis récords

Sin embargo, Álava y sus habitantes sí han conseguido registrar en la 'biblia' de las hazañas humanas, al menos, seis fabulosas marcas mundiales conseguidas en la provincia. Estas proezas resaltan el tesón de héroes anónimos tras los que se encuentran alaveses con nombres y apellidos. Es el caso del neumático más grande del mundo, fabricado en la factoría de Michelin en Vitoria.

En 1995, la fábrica vitoriana, y con ella una parte de sus empleados, logró entrar en la edición de ese año del libro Guinness. Lo hicieron por la puerta grande, ya que por la pequeña no hubiera sido posible con el mayor neumático del mundo. La colosal cubierta tenía un peso de 5.872 kilos y un diámetro de 3,72 metros, su banda de rodamiento equivalía a las de 1.150 neumáticos de turismo y contenía 17 kilómetros de cable de acero y 2.000 kilómetros de hilo metálico, y estaba destinado a los camiones Caterpillar que pasean sus 175 toneladas por la minas en las que cargan hasta 31 metros cúbicos de tierra y rocas.

No era la primera vez que Michelin Vitoria lograba crear la mayor cubierta radial del planeta, pero en la edición de 1995 del libro Guinness superó con creces la anterior marca de la Goodyear, otro fabricante de ruedas para volquetes mineros. Ello fue posible gracias al esfuerzo y la coordinación de un equipo de vitorianos que aunque en el libro son anónimos, en su ciudad y en la fábrica de Avenida del Cantábrico son bien conocidos.

Desde 2008, la estadounidense Titan International, Inc., con sede en Illinois y vinculada a Goodyear, aparece en el libro de los récords como la compañía fabricante del neumático comercial más grande del mundo. El Titan 007 MFT tiene un diámetro de 4,026 metros y está destinado también a los mismos vehículos del sector minero.

Las cartas más grandes

Vitoria, desde hace varios siglos, es sinónimo de naipe de calidad gracias a Heraclio Fournier, que unió para siempre su nombre al de la ciudad y las cartas. Con uno de los sistemas de producción más perfeccionados del mundo, parecía sencillo ascender al firmamento Guinness cuando se pensó en alcanzar un récord, pero no lo fue. «Fabricar la baraja más grande, ha supuesto un enorme esfuerzo de más de cien personas», contaba José Arellano, directivo de la empresa.

Los excepcionales naipes, de 61 centímetros de anchura por 95 de altura, fueron presentados en la celebración del 130 aniversario de la firma, en octubre de 1998. Cada una de las 6.000 cartas de esta gigantesca colección fue elaborada de manera artesanal y mantiene todas las características que permiten el deslizamiento de la carta sobre un tapete. Cada baraja, una réplica fiel del modelo que diseñó Fournier el año de la fundación, pesa 10 kilos. Y como curiosidad, la sota, el caballo y el rey son negros ataviados con ropajes tribales africanos. Un órdago imbatible.

El escriba de Liliput

Los dedos de Ricardo Olloqui podrían batir todas las marcas de largura y además son afilados como una pluma. Con pulso y vista característicos de un microcirujano y una capacidad extraña para encogerse mientras escribe, copió en 1948 como un amanuense de Liliput la partitura completa de la Serenata de Schubert en el reverso de un sello de Correos d 20 por 24 milímetros. La proeza de este fenómeno de la caligrafía microscópica le elevó al cabo de 40 años al altar de los héroes del Guinness. Este pintor, escultor, ceramista, músico y delineante proyectista lo mismo redactaba el capítulo V del Quijote y cuatro partituras en una tarjeta de visita que pinta siete cuadros de Miró en otros tantos granos de arroz. «Me estimulan los retos, hacer lo difícil», aseguraba mientras preparaba su siguiente hazaña.

Un aventurero extremo

Juan Carlos Nájera subió el Chimborazo (6.300 metros), el Kilimanjaro (5.800), y el Popocatepelt (5.492), pero en el Guinness está por alcanzar entre el 7 y el 12 de agosto de 1994, los 5.400 metros en el Throng La Pek, de Nepal, una cima de 6.090 metros, con una bicicleta de montaña A-69 Greisley de la empresa alavesa BH. Es la altitud más grande conseguida por un ser humano a pedales. «Tengo un recuerdo imborrable y terrible, porque estuve a punto de morir deshidratado por culpa del agua. No he estado peor en mi vida. Subí sin poder comer. Me bajaron en un burro y acabé en un curandero tibetano. Tuvo más mérito no morirse que la propia ascensión», confiesa este atleta y aventurero de pruebas extremas.

Años más tarde, los alemanes Gil Bretschneider y Peer Schepanski subieron en sus respectivas bicicletas de montaña a una altitud de 7.211 metros de altitud, a las laderas del pico Muztagata en la provincia china de Xinjiang, sin llegar a pisar la cima que se encuentra a 7.546 metros.

Un malabarista del balón

Poco le duró el récord Guinness a José Antonio Gutiérrez, un llodiano que en abril de 1987 golpeó un balón 38.800 veces seguidas durante seis horas utilizando sólo la cabeza, los hombros y los pies. La prueba tuvo lugar en el anexo del campo de fútbol de Ellakuri, en Llodio. La hazaña fue consignada en las ediciones del libro de los récords 1989 y 1990. Con posterioridad, la hazaña de este hombre pequeño de estatura y grande en ambición, fue superada. Un mirandés, Javier Angulo, ostentó también el título de dominio de balón sólo con los pies (22.117 toques). José Antonio Gutiérrez, toda una institución en Llodio, intentó otras marcas de control de balón controlado, como la de correr con la pelota sin cogerla con las manos, que también entró en el libro.

En la actualidad, el británico Daniel Magness posee el récord de controlar con los pies, piernas, cabeza y hombros un balón de fútbol durante 26 horas, conseguido en Hong Kong en junio de 2010 en el interior de un cubo transparente.

Órdago ganador

Otro récord Guinness inscrito en la publicación lo obtuvo Vitoria el 5 de mayo de 2007 tras reunir en el Palacio Europa a 352 parejas que jugaron al mus de forma simultánea durante ocho horas. Los organizadores de tan multitudinario encuentro Gasteiz On y el Ayuntamiento de Vitoria hicieron entrega de una placa conmemorativa a Javier Sedano, organizador desde hace décadas del Campeonato de Álava de Mus de EL CORREO.

A Vitoria no le duró el récord ni un año, ya que el 16 de marzo de 2008, Logroño consiguió batir el récord mundial después de reunir en el Palacio de los Deportes a 361 parejas que jugaron al mus de forma simultánea, también el vitoriano Javier Sedano formó parte de la organización.

El récord, actualmente está en posesión de EL CORREO después de conseguir reunir a 1.146 parejas en el BEC de Barakaldo el 14 de noviembre de 2010. Según consta en el Guinness el campeonato, que también contó con la colaboración de Sedano, comenzó a las 9.30 horas con 2.292 jugadores de todas las edades, con el objetivo de "participar y pasar el día compitiendo por el primer premio de 6.000 euros.

El pisado de uva más multitudinario

Un récord que permanece vigente en el territorio alavés es el del pisado de uva más multitudinario del mundo. Los vecinos de Labastida pueden presumir de residir en una localidad de Récord Guinness. El libro que recorre los retos más curiosos superados en todo el planeta incluye desde 2010 el nombre de este municipio alavés después de que cerca de mil personas de todas las edades pisaran uva de forma simultánea y arrebataran, así, el primer puesto a Australia, donde sólo congregaron a 750 ciudadanos sobre los racimos.

La original iniciativa pretendía convertir el pueblo en una fiesta -y lo consiguió- pero también montar un escaparate adicional para nuestros vinos de la Rioja Alavesa, que están habituados a brillar con luz propia en los mercados nacionales e internacionales. Bajo los pies de los participantes, animados con gritos como «¡A por ellos!», se amontonaban 25.000 kilos de uva que acabaron convertidos en la nada despreciable cantidad de 17.500 litros de mosto.

Aquel 25 de septiembre de 2010, se reunieron 977 personas en la plaza de la Paz de la localidad alavesa cuya población ronda los 1.500 habitantes. Al enorme lagar se acercó también una representante del Récord Guinness procedente de Londres para actuar como jurado y dar el pistoletazo de salida desde el balcón del edificio consistorial. La obtención de este reconocimiento, además, sirvió de excusa para vivir una auténtica celebración en las calles del pueblo. Hubo música, juegos infantiles, partidos de pelota vasca y, algo casi obligado en la jornada, catas de los mejores caldos.

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