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Los jinetes polacos destacaban por su destreza y su valentía.
La temida caballería polaca es frenada por los de Dos Pelos en Vitoria

La temida caballería polaca es frenada por los de Dos Pelos en Vitoria

La escaramuza entre la guerrilla alavesa de Fernández de Leceta y las tropas de Napoleón en las afueras de la ciudad acabó en empate

Francisco Góngora

Martes, 7 de abril 2015, 07:46

En abril de 1812, tras cuatro años de guerra, las guerrillas alavesas habían estrechado el cerco sobre Vitoria, una capital estratégica para los invasores franceses. Espoz y Mina y Sebastián Fernández de Leceta Dos Pelos acababan de obtener una importante victoria en la llamada «Segunda Sorpresa de Arlabán», una emboscada sobre un convoy francés en las estribaciones del puerto de Arlabán. Estaba compuesto por unos 100 carruajes de distinto tipo, 1.550 soldados polacos, 350 franceses, 302 prisioneros españoles, 100 británicos y numerosos franceses no combatientes, entre ellos, el secretario del rey José I, Deslandes, y su esposa. En la refriega se produjeron en torno a 400 muertos y 600 prisioneros. Deslandes murió de un sablazo.

Lo cuenta con mucho detalle Juan José Sánchez-Arreseigor en su enciclopédico libro sobre la Guerra de la Independencia: 'Vascos contra Napoleón', el más completo retrato de esta época en el País Vasco. A continuación del relato sobre la emboscada, el autor detalla un episodio bélico que bien pudo haber sido la primera Batalla de Vitoria.

Todo comienza cuando la guerrilla de Mina debe recoger un desembarco de armas en Deba que habían enviado los ingleses. Era el 1 de julio de 1812. El líder navarro envió a un oficial para que requisase todos los mulos y animales de carga que pudiese encontrar, mientras él, con tres de sus batallones, se dirigió a Vitoria.

Se disparan las alarmas

Las alarmas se dispararon en la capital alavesa al observar la guardia frente a las murallas una fuerza guerrillera casi tan numérosa como la misma guarnición, que disponía de unos 600 jinetes, incluidos un destacamento de soldados polacos y gendarmes a caballo, además de unos 3.500 infantes y nueve cañones.

Ante la amenaza, los generales Caffarelli y Thouvenot recorrieron Vitoria reuniendo a todos los soldados disponibles para salir a luchar. Thiebault cuenta en sus memorias que sólo quedaban 600 hombres de tropa regular en la ciudad y los demás eran los depósitos (intendencia y cuarteles) de los diferentes regimientos.

La caballería francesa se lanzó al ataque, narra Sánchez-Arreseigor, pero los jinetes de la guerrilla le plantaron cara en esta ocasión. Hay que tener en cuenta que los jinetes polacos estaban precedidos de una gran fama por su valentía y su técnica de combate. Se habían destacado, por ejemplo, ante Napoleón, en la batalla de Somosierra frente a la artillería española a la que destrozaron con su carga. Se contaba que el último sonido que se escuchó en Waterloo fue el de una corneta polaca que llamaba a una postrera y desesperada carga del Escuadrón del Elba, los supervivientes del ya inmortal Premier régiment de chevau-legers polonais de la Garde Imperiale, para proteger la huida de Napoleón, su emperador.

Hay que recordar que durante la recreación de la Batalla de Vitoria de 2014 vino de Polonia un importante número de aficionados.

Posteriormente, cada bando reclamó para sí la victoria en este enfrentamiento de caballerías. La batalla duró desde la una a las seis de la tarde y los vecinos de Vitoria pudieron contemplarla desde sus ventanas. Luego, los imperiales se encerraron tras las murallas y atrancaron las puertas. Los espantados franceses pensaban que Mina disponía de una fuerza mucho mayor de la que realmente había reunido, por lo que les sorprendió que no intentasen explotar el éxito, acabar con ellos, e incluso tomar la ciudad. Ignoraban que Mina se limitaba a distraer su atención para cubrir el transporte de una gran entrega de suministros.

Aunque habían reclamado la victoria para los franceses fue realmente una catástrofe para ellos, sobre todo en lo que se refiere a la caballería. Muchas batallas y escaramuzas de la guerra se habían cedidido a favor de las tropas de Napoleón por la clara superiodidad de la caballería francesa sobre la española. Si las guerrillas podían desafiar a los franceses en una batalla a campo abierto no habría manera humana de impedir que dominasen por completo el territorio dejando a los franceses en guarniciones estáticas de las que solamente podían salir en grandes formaciones.

Acoso continuo

Eso se cumplió en las siguientes semanas. El bloqueo guerrillero dirigido por Fernández de Leceta prosiguió hasta lograr que no llegara el grano de cereal a la ciudad. Los franceses debían de salir en destacamentos incluso para conseguir leña en los montes. El acoso era continuo. Para enviar el trigo a molera hacía falta una columna. Para el 18 de septiembre, Vitoria se había quedado sin trigo, salvo el que se usaba para los militares acantonados.

El 1 de noviembre, Dos Pelos atacó un pequeño convoy de 30 gendarmes y 142 reclutas del 40º regimiento de línea bajo el mando del capitán Picard. Escoltaban a un correo y a 80 enfermos.

En el resto de Álava las cosas no les iba mejor a los invasores. En Laguardia, la guarnición francesa era tan solo de 60 u 80 hombres, deduciendo los datos a partir de las raciones suministradas. Esta guarnición era demasiada reducida y se producían cambios de mano de la villa sin lucha alguna. Cuando los guerrilleros se presentaban con una gran concentración, los franceses dejaban la población. Pero al volver con más refuerzos eran los guerrilleros los que se marchaban. En junio, los franceses abandonaron definitivamente la localidad y se refugiaron en Logroño.

El control francés sobre el territorio alavés era tan tenue que fue posible reunir de nuevo a las Juntas Generales de la provincia. El 23 de noviembre nombraban por aclamación al diputado general en la persona del general Álava, herido en combate cerca de Dueñas el 25 de septiembre.

Pero no todo eran buenas noticias para la guerrilla. El fraile Cortázar se dedicó en estos momentos a formar el 2º Batallón alavés, quehacía el 9º entre las fuerzas de Espoz y Mina. El 22 de diciembre los llevó a su primer ataque, una emboscada contra un correo que llevaba 50 gendarmes a caballo. Los inexpertos reclutas dispararon demasiado pronto, de manera que no pudieron sorprender y rodear a los franceses para aniquilarlos. Eran tan solo gente normal de la calle que se había visto envuelta en una circunstancia extraordinaria.

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