Francisco Góngora
Sábado, 3 de enero 2015, 01:01
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Existen pocas cosas de la vida en las que Luis María Sánchez Íñigo no haya destacado de forma especial. Por poner un ejemplo, si hubiese un medallero del espíritu navideño, se llevaría todos los metales de oro. Sólo en Nochevieja se juntaron 44 en su ... casa de Gopegi. 6 hijos, 22 nietos y 10 biznietos van a perpetuar esa pasión por la familia, por estar juntos y vivir en concordia. Pero también ocurre en Nochebuena o en Reyes y el 8 de agosto, en plenas fiestas de La Blanca. «En nuestra casa no faltan nunca adornos ni villancicos. Somos muy familiares y creemos en ese encuentro que se ha perdido en tantos hogares, ese profundo sentimiento de vivir todos juntos. Hace unos días viendo vídeos caseros observaba que los hijos cuando eran pequeños no reñían entre sí. Ese es el verdadero espíritu», comenta.
Pero eso no es más que un eslabón de su intensa predisposición a vivir esas fechas tan entrañables de manera extraordinaria. Del 23 al 6 de enero, en la iglesia de San Francico de Asís, de Zaramaga, se ha podido ver una colección de belenes excepcional que se ha sumado a la oferta de una ciudad que respira pesebrismo por todos los costados. Eran 18 nacimientos panorámicos, fruto del trabajo y la dedicación a lo largo de su vida de este artista de 87 años con una sensibilidad enorme para crear paisajes. La muestra es perfecta para conocer la evolución del pesebrismo en el siglo XX, desde el uso de la escayola, el barro y el corcho o el musgo al poliespan o la incorporación de las luces. Esta afición navideña y su amplia trayectoria vital y profesional han llevado a EL CORREO a distinguirle como Alavés del mes de diciembre.
Y es que los nacimientos forman ya parte del patrimonio material de la ciudad, a través del Obispado que ha sido el depositario al que Luis María lo ha donado. «Lo he hecho encantado. El belenismo es la expresión plástica del sentimiento de la Navidad. Me identifico plenamente con su espíritu porque soy religioso. Además están ligados esos pesebres a distintos momentos de mi propia vida», dice.
Los belenes son estructuras perecederas, generalmente. Ocupan en ocasiones tanto espacio que no se pueden guardar de un año para otro. Además, recrear un nuevo paisaje es un reto de cada Navidad. Sánchez Íñigo ha sabido fotografiar siempre sus trabajos, de manera que lo que no se puede observar como belén sí se puede apreciar como fotografía. He ahí otro de los valores de la exposición, que es como una historia de esa técnica.
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«Creas paisajes»
«Ya no puedo trabajarlos como antes porque la salud no me lo permite, pero verlos me ayuda a recrearlos otra vez. Siempre he tenido vocación belenista. Yo pienso que creas paisajes», asegura.
Además la tradición pesebrista tiene otro aspecto singular. «Reflejamos un momento radical de cambio en la Historia. El nacimiento de ese niño es un hecho histórico que modifica el pensamiento de la humanidad».
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Sánchez Íñigo también estuvo en otro momento crucial del belenismo de Vitoria. La construcción hace 52 años del Nacimiento Monumental de La Florida junto a los desaparecidos Ángel Quintana y Julián Ortiz de Viñaspre Jovi, que crearon las figuras. A Luis Mari, como se le conoce, le tocó preparar el atrezzo que conformaría ese peculiar conjunto que se ha convertido en una seña de identidad. Además, fue promotor y presidente (1991-1996) de la Asociación Belenista de Álava.
Volcado desde su jubilación en sus aficiones, especialmente los nacimientos, Luis María Sánchez Iñigo es uno de los pilares de la nueva Vitoria, sobre todo de la rehabilitación del Casco Viejo. Fue gerente de la Agencia de Renovación Urbana durante la época de José Angel Cuerda, tiempo en el que la labor realizada en la almendra medieval fue elogiada por la Unión Europea y se convirtió en un modelo a seguir en el continente. De hecho, fue invitado para intervenir en programas de recuperación de otras ciudades. «Creo que todavía queda mucho por hacer en nuestro centro histórico», subraya este enamorado del silencio de la vieja ciudad roto por el tañido de las campanas transmisoras de la solemnidad de un espacio único.
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«Perejil de muchas salsas»
Luis María Sánchez Íñigo tiene como orgullo y no lo oculta ser fundador del grupo de danzas Txirinbil, del club de montaña Gohiena, cofundador de la ikastola Olabide, presidente del Club Natación Judizmendi, miembro de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, impulsor de la primera bajada de Celedón en 1957 por la que se le concedió el Celedón de oro, y promotor entre otras muchas actividades sociales vitorianas de los festivales de la cueva de Mairuelegorreta dentro de la excursionista Manuel Iradier.
«He sido como el perejil de muchas salsas. Siempre me ha gustado vivir con intensidad», afirma este aparejador, que tuvo que exiliarse durante muchos años durante el franquismo porque fue perseguido por sus ideas.
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Sánchez Íñigo ha mostrado su agradecimiento a EL CORREO por el galardón «porque siempre es agradable que le reconozcan a uno públicamente».
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