Ignacio María de Álava.

La vuelta al mundo del otro general Álava

275 años después de Elcano, un alavés circunnavegó el globo con una pequeña flota militar

Francisco Góngora

Martes, 30 de diciembre 2014, 01:16

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A pesar del escaso conocimiento general que existe sobre la Marina militar, se puede decir que en su seno han hecho una gran carrera muchos navegantes vascos: Elcano, Urdaneta, Oquendo, Garay, Legazpi, Blas de Lezo, Churruca, Gardoqui, entre otros muchos, tienen hazañas difíciles de igualar. ... Los alaveses cuentan con un paisano nacido en el seno de una de las grandes familias vitorianas, que pasó a la historia por su lucha heroica en Trafalgar, sus victorias sobre los ingleses y, por lo que vamos a contar, su circunnavegación alrededor del mundo, algo que cuando se hizo, 275 años después de Elcano, era todavía una auténtica odisea: hablamos de Ignacio María de Álava, un tipo absolutamente desconocido en Vitoria del que no existe más referencia que el reloj colocado en la fachada del palacio de la familia Álava en la calle Herrería. El reloj era fruto de uno de los botines de guerra conseguido en su lucha contra los ingleses, un capítulo al que dedicaremos otra historia perdida.

En 1794, tras una carrera fulgurante, fue ascendido a jefe de escuadra de la Marina española y en 1795 se le dio el mando de una escuadra compuesta por los navíos de línea Europa (74 cañones), San Pedro Apóstol (74 cañones) y Montañés (74) , las fragatas Fama (34), Pilar (34), más la urca Aurora. La situación con Inglaterra aconsejaba reforzar las colonias con una escuadra tan potente como fuese posible.

El Gobierno español, o sea Godoy en esos momentos, tenía plena confianza en Ignacio María de Álava que ya había hecho un viaje a Filipinas y que había sido ascendido a jefe de escuadra por su actuación como ayudante de Lángara durante el asedio de Tolón.

Voy a seguir para este relato lo que escribe Antonio Laborda, que en base al diario del propio Álava, ha publicado el libro 'Viaje alrededor del globo realizado por la escuadra al mando de don Ignacio María Álava'. Por expreso deseo de Álava que era uno de los pocos que conocía el verdadero destino de la escuadra ya que, oficialmente, su objetivo era proteger las costas de Chile el propio Godoy estableció las líneas de su actuación en Filipinas. Básicamente consistían en tratar en todo momento como amigos a americanos y franceses, en no emprender acciones contra los ingleses hasta que no tuviese notificación oficial de la ruptura de las hostilidades y, lo más importante, que tenía libertad absoluta para hacer y deshacer en todo lo que afectase a la escuadra bajo su mando sin que para ello tuviese que dar cuenta ante el Capitán General de las Filipinas. Finalmente, se establecía que, en caso de arribada forzosa, podía considerar amigos los puertos franceses y holandeses.

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Viaje desde Cádiz a Manila

Para llegar a Filipinas había dos caminos posibles: El del Cabo de Buena Esperanza, bordeando el continente africano, más corto; y el del cabo de Hornos, por América, más largo y peligroso. A pesar del riesgo, Álava se decidió por este último camino ya que ignoraba si los pasos existentes entre las islas de Java y Sumatra eran practicables para los poderosos navíos de línea.

Para llevar a buen término el viaje, Álava contaba con el auxilio de unas cartas de navegación que eran razonablemente exactas en lo que se refiere al Atlántico y las costas Americanas. No pasaba lo mismo con las de las Filipinas cuya falta de exactitud puso en algunos aprietos a la escuadra en la última etapa de su viaje.

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También contaba con el auxilio de un cronómetro que le permitía calcular la longitud con suficiente exactitud y con un barómetro, una novedad para la época, que resultó particularmente útil en las borrascosas aguas del cabo de Hornos y en los mares de Filipinas. Desde los tiempos de Ansón, nadie había vuelto a intentar cruzar el Cabo de Hornos con una escuadra y el hecho de que Álava lo consiguiese sin perder un solo buque y con mínimas pérdidas humanas habla muy bien de su capacidad de mando y de su pericia náutica, que demostró en numerosas ocasiones.

El viaje se emprendió partiendo de Cádiz el 11 de noviembre de 1795 con dotaciones más reducidas de lo mandado por la ordenanza y con escasez de pertrechos . Uno de los oficiales que acompaña a Ignacio María es su sobrino Miguel Ricardo, el futuro general Álava que ya se había distinguido a su lado como un gran estratega. Miguel no hará toda la singladura completa y en 1800 regresará desde América a España. El 26 de enero de 1796 llegaron sin grandes incidentes a Las Malvinas donde hicieron una escala para reponer alimentos frescos y preparar a los buques para el paso del cabo de Hornos, donde sufren un huracán, pero sin consecuencias. Fondean en el puerto de Talcaguano el 4 de marzo de 1796.

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Desde allí, la escuadra se dirige al puerto de El Callao donde los barcos son sometidos a las oportunas reparaciones, se reaprovisionan e incluso reclutan algunos hombres, permaneciendo en este puerto hasta el 6 de Octubre ya que se tiene que esperar la estación propicia para seguir su camino.

La primera etapa de esta segunda parte del viaje es la isla de Guam, en las Marianas, en el Pacífico central donde hace más de año y medio que no se tienen noticias de Europa y a donde Álava conduce unos indultos concedidos por el rey. Desde aquí la escuadra tomó rumbo al estrecho de San Bernardino para entrar en el archipiélago Filipino. Consiguen entrar en la bahía de Manila el 25 de diciembre de 1796.

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La situación en Filipinas y las operaciones de Álava

Mientras la escuadra de Álava realizaba su prolongado viaje a las Filipinas, el Capitán General de las islas Don Rafael María de Aguilar por su parte, no había perdido el tiempo y había fortificado Manila. Se estimaba que la guarnición de Manila se elevaba a unos 7.000 soldados de dudosa eficacia. Para aumentar la guarnición se crearon nuevas unidades formadas con indígenas. Igualmente se construyeron lanchas cañoneras para apoyar las tres fragatas que tenía España en Cavite. Dada la enorme disparidad de fuerzas navales con Inglaterra, la noticia de que una escuadra estaba en camino supuso un alivio para las autoridades de las Filipinas que de inmediato promulgaron una ordenanza para poder reclutar marinería entre los indígenas, acopiaron pertrechos navales y almacenaron todo el trigo disponible en un silo convenientemente construido.

Ignacio María de Álava encontró que las cosas en Filipinas no estaban a su gusto. Para empezar, los ingenieros militares habían decidido que Cavite era indefendible y por ello no se habían reforzado sus defensas y se había trasladado parte de su artillería a Manila, de manera que el fondeadero de la escuadra se encontraba desprotegido. Por otro lado, la escuadra necesitaba cerca de 400 marineros para completar las escasas dotaciones con que había salido de Cádiz y que se reclutan entre los indígenas de acuerdo con la Ordenanza promulgada por el capital general de las islas, pero estos marineros no fueron del agrado del jefe de escuadra que opinaba que eran poco resistentes.

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Finalmente, estaba la cuestión de avituallamiento. Había excedente de carne pero no ocurría lo mismo con las legumbres y verduras y, especialmente, con el trigo, imprescindible para la fabricación de galleta, que apenas se cultivaba en Filipinas y que tenía que ser trado de China.

Las relaciones entre Álava y Rafael María del Aguilar no fueron buenas aunque afortunadamente, tan solo se tradujeron en un puntilloso cruce de comunicaciones. Las salidas de las distintas embarcaciones de la flota se sucedieron durante meses. Se dieron algunos encontronazos con los ingleses sin mayores consecuencias.

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A partir de entonces, las actividades de la escuadra se redujeron casi exclusivamente a la protección de las vías de comunicación con Acapulco y a prepararse para rechazar un posible ataque inglés.

El viaje de regreso

Finalizada la guerra en 1802 por el tratado de Amiens, Alava recibió la orden de regresar a España con aquellos buques que estuviesen en condiciones de realizar el viaje y que resultaron ser el navío Montañés y las fragatas Santa María de la cabeza, Fama y Nuestra Sra. Del Pilar.

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El acondicionamiento de estos buques para el nuevo viaje se pudo realizar gracias a los pertrechos conducidos a Manila desde El Ferrol por las urcas Ferroleña y Aurora, aunque las planchas de cobre necesarias tuvieron que ser obtenidas a través de un barco americano. Finalmente, la nueva escuadra, junto a la urca Aurora ya que la Ferroleña había naufragado en la costa de China, se puso en camino el 11 de enero de 1803 tomando la ruta del cabo de Buena Esperanza.

En un viaje sin incidentes se cruzaron los estrechos entre Java y Sumatra pasados los cuales la urca Aurora recibió libertad de movimientos ya que, con su marcha retrasaba a la escuadra. Atravesado Buena Esperanza (África), Álava pudo comprobar lo mucho que se gastaban los ingleses en mantener sus navíos. Ya en el Atlántico, la escuadra subió al norte pasando por la isla de Santa Elena y, tras algunas calmas, avistó Cádiz fondeando en su bahía el 15 de mayo de 1803. Desembarcó del navío Montañés, en el que tenía arbolada su insignia, tras circunnavegar el globo en una expedición que había durado 7 años.

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Ignacio María de Álava y Sáenz de Navarrete nació en Vitoria, el 24 de octubre de 1750 y falleció en Chiclana, Cádiz el 26 de mayo de 1817. Marino y militar , fue el 14º Capitán General de la Real Armada Española. Fue tío de Miguel Ricardo de Álava, el General Álava, militar, político y diplomático, futuro presidente del Consejo de Ministros y héroe durante la batalla de Vitoria. Su vida y sus demás hazañas la dejamos para otra historia perdida. No tienen desperdicio. Sin duda es uno de los marinos más notables de la Armada y el más grande que ha dado Vitoria.

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