Nardi Amador y José Luis, Félix y Miguel Luzuriaga. Sentados, Pablo Gómez, Pilar Luzuriaga, Encarna Jorge, Mari Tere Luzuriaga y Nieves Uruñuela, con el cuadro de Felipe.

Adiós al Felipe tras 56 años

El popular restaurante vitoriano, un emblema de la cocina alavesa de siempre, echa la persiana el 31 de diciembre

Saioa Echeazarra

Lunes, 29 de diciembre 2014, 01:30

El 31 de diciembre será la última vez que se cante "La Cirila" en Casa Felipe. Tras más de medio siglo como un referente de la cocina tradicional alavesa, el emblemático restaurante de la calle Fueros dice adiós a su fiel clientela en Nochevieja, última ... jornada en que abrirá al público antes de echar el cierre. "Nos llega la hora de jubilarnos", reconoce José Luis Luzuriaga, perteneciente a la familia propietaria del popular negocio. "Estamos muy a gusto y nos da mucha pena, pero las circunstancias son las que son. Han sido 56 maravillosos años juntos, trabajando en equipo, y queremos transmitir nuestro más sincero agradecimiento a los clientes. Muchísimas gracias a todos", extienden desde la gran y laboriosa saga que lleva las riendas del establecimiento.

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En realidad "pretendemos que alguien continúe con el local y siga manteniendo su esencia, pero no hemos encontrado el perfil adecuado, y tampoco lo queremos dejar en manos de cualquiera. Pero estamos abiertos a propuestas", plantean los dueños mientras echan la vista atrás, muy atrás, hasta la Vitoria de 1958. En junio de aquel año, el matrimonio formado por Felipe Luzuriaga y Delicias Gómez, junto a su hermana, Engracia Gómez, fundaron el antiguo local en el Resbaladero. Una tasca y restaurant con decoración rústica e igualmente popular que el actual, donde corría el buen vino riojano alavés, marca de la casa. Y es que el fundador, fallecido hace casi tres lustros, era natural de Lapuebla de Labarca, donde sus descendientes conservan el viñedo y la bodega Heredad de Luzuriaga, en la cual "continuaremos trabajando".

Sus ricos caldos son los que riegan las características jarras de barro que tanto demandan en Casa Felipe. Su alma máter, quien dio nombre a la morada, todavía hoy sigue acompañando a los parroquianos que se acomodan en las bancadas y mesas del bar desde el bodegón que plasmó sobre lienzo su gran amigo Ramón Alonso, padre del exalcalde de Vitoria y actual ministro de Sanidad. "Lo pintó en el 89, en el antiguo bar. Estuvo posando más de una semana", evocan a propósito del celebérrimo retrato.

Jovial, vivaz y dicharachero, así era Felipe, "amigo de todo el mundo, que se sabía el nombre de todos sus clientes. Un hombre muy entrañable", recuerdan con cariño sus sobrinos Pablo, Nardi, Félix, Miguel, Pilar, Encarna, Mari Tere y Nieves. Uno de ellos, José Luis, repasa la historia tras la barra. "Mi padre falleció en un accidente cuando yo tenía 7 años, y mi tío nos acogió a mi madre y a mis hermanos. Ella era muy cocinillas. Y así comenzó todo. Yo empecé a trabajar a los catorce". Como sus hermanos y primos, todos se emplearon duro desde bien jóvenes. Y todavía lo siguen haciendo. Detrás de cada merluza, de cada menestra, de cada cordero guisado ?algunos de los platos estrella del local? se esconde el buen hacer de Nieves (que empezó en el antiguo local y sigue en el de ahora) y Encarna, cocinera del actual.

El traslado, en 1988

El jamón, el bonito, los boquerones o las banderillas siempre han gozado de gran prestigio tanto en el viejo como en el nuevo espacio. Durante la primera etapa "era un lugar muy típico y concurrido, frecuentado por la coral Manuel Iradier así como la excursionista, vitorianos de toda índole aparte". Transcurridas tres décadas ?en 1988?, en busca de instalaciones más grandes, el clan se "mudó" a su ubicación de hoy, en el número 28 de la misma arteria. "Tuvimos miedo, porque entonces en esta zona no había casi nada", recuerdan. Pero como era lógico, el traslado arrastró consigo a toda la clientela, ávida de merluza con chipirones o los famosos pimientos rellenos de esta casa, entre otras exquisiteces "siempre tradicionales". También del trato cercano y amabilidad de sus dueños, desde el almuerzo hasta la última copa, pasando por toda suerte de banquetes familiares, despedidas o jubilaciones, que ha acogido Casa Felipe, todo un clásico de la restauración local.

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En estas últimas jornadas previas a su clausura, "tenemos reservas de gente de Bilbao o San Sebastián que se ha enterado de que cerramos. Por supuesto, también de muchos vitorianos". Por mucha lástima que les dé, el 31 de diciembre se cerrará un importante capítulo de la historia de la hostelería local.

Será al son de "La Cirila", una popular canción de los años 20 que posteriormente se cantó entre los militares de la Guerra Civil, donde luchó Felipe Luzuriaga. "En el antiguo bar, cada Nochevieja sus amigos acudían con una botella de vino para cantarla todos juntos". Una tradición que en pleno el siglo XXI sigue congregando a decenas y decenas de vecinos de Vitoria, que cada fin de año a las nueve de la noche se apiñan entre Fueros y Manuel Iradier (todos no caben dentro del bar) para entonar aquello de "Soy el corneta de más pupila?". Con esta copla, en pocos días, Felipe nos dirá a todos adiós y hasta siempre.

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